Olivia Pope, más allá de las apariencias

Olivia Pope



Empecé a ver Scandal como un placer culpable. Es de esas series que, cuando termina un episodio te preguntas "¿Por qué estoy viendo esta basura?", pero que cuando Netflix te pregunta si quieres seguir viendo, contestas que sí. Es inevitable, así como lo es comerse la barra de chocolate entera y no dividirla en porciones para que dure la semana.

La serie gira en torno a Olivia Pope y su equipo, quienes se dedican a resolver los problemas más impresionantes de personas tan importantes como senadores, celebridades y el propio Presidente de Estados Unidos. La parte más cebollenta de la propuesta, que terminó luego de siete temporadas disponibles en Netflix, es que además de ver cómo se resuelve cada caso, acompañamos a Olivia y los demás personajes a resolver también sus problemas personales.

Los conflictos amorosos y las relaciones interpersonales de distinta índole son pan de cada día en esta serie, que pese a que en un comienzo pareciera perpetuar cierto imaginario machista, donde la mujer del amante es el enemigo, con las temporadas da un giro más sororo e interesante.

Lo que pasa con Scandal, además de su trama ridícula y sus dramas de alto impacto, es que tiene muy buenos personajes, todos liderados por la reina del sombrero blanco, Olivia Pope. Interpretada por la preciosísima Kerri Washington, Olivia es como una cuenta de Instagram: parece tener todo bajo control, una carrera envidiable y, por supuesto, un closet que cualquiera quisiera. De hecho, diría que su ropa es un personaje más de la serie, junto con su capacidad para usar atuendos impecablemente blancos y nunca mancharlos con comida.

Menos con vino tinto.

Pero Olivia es perfecta solamente como lo es una buena influencer: superficialmente. Y detrás de sus abrigos carísimos, sus zapatos de diseñador y su expertise en resolver problemas ajenos, esconde una vida donde nada realmente funciona. Insiste, una y otra vez, en caer en un fatídico amorío con un hombre casado -que por lo demás es una pésima persona-, no sabe mantener relaciones sinceras de amistad porque siempre hay intereses de por medio, la relación con sus padres es, por ponerlo suave, complicada, y siempre termina sola.

Olivia Pope es de esos personajes que, a simple vista, te hacen sentir mal porque muestran una vida perfecta que para un simple mortal parece inalcanzable. Pero lo interesante es ver cómo esa perfección se va desmoronando de a poco y cómo es que esas personas capaces de controlar la vida de todos, no pueden hacerse cargo de la propia. Al final, solo queda lo que es real. Y lo que es real muchas veces no es perfecto.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.