Scherson y Kuppenheim al volante
Alicia hace yoga. Aline baila reggaetón. A las dos les da lata comprarse ropa, pero les encantan las fiestas y en el set se complementan a la perfección. La directora de cine y la actriz pasaron un mes encerradas en el parque nacional Las Siete Tazas, donde se rodó Turistas, la película que dirige Alicia y protagoniza Aline y que se estrena este 15 de octubre. Aquí cuentan cómo sobrevivieron sin luz, televisión, celular ni internet, una pegada a la otra.
Mediodía de un viernes. El departamento de Alicia Scherson está prácticamente encima del río Mapocho y tiene una gran vista al centro de Santiago, que está cubierto de pesadas nubes; pronto va a llover. Alicia prepara café. Aline Kuppenheim acaba de llegar, arropada con una gruesa parka y bototos. Saluda, se sienta en la esquina de un sofá rojo y enciende un cigarrillo mientras aprieta las teclas de su nuevo iPod clonado, made in China, que le permite ver incluso la tele.
Aline: Me duele demasiado el cuello, estoy como tiesa.
Alicia: ¿Y por qué no te estiras? Una sesión de yoga bikram terminaría con tu dolor.
Aline: No me tinca. Me han contado que hay un olor a transpiración en la sala que no sería capaz de soportar. Soy asquienta.
Alicia: Yo estoy acostumbrada, no me molesta en absoluto el olor. Podrías probar con otro deporte.
Aline: Mi vecina hace clases de pilates, en su casa. ¿Me vas a creer que llevo años viviendo al lado de ella y nunca he ido a sus clases?
Alicia: ¿Por qué no?
Aline: No sé, supongo que tengo el mal del espino.
Alicia: ¿Qué es eso?
Aline: Algo que nos da a los que nos vamos a vivir a la comunidad ecológica de Peñalolén. Una vez que llegas ahí, echas raíces y no te quieres mover.
Alicia Scherson tiene 35 años, estudió Biología y Cine. Ha dirigido dos películas: Play (2005), que ganó el premio a la mejor ópera prima del festival de TriBeCa, en Nueva York, y Turistas, que acaba de participar con elogiosos comentarios en el Latinbeat Film Festival en la misma ciudad y se estrena en los cines chilenos el 15 de octubre. En ambas ha trabajado con Aline Kuppenheim, 39 años, un hijo, y que además de la actuación hace ilustraciones para libros infantiles y fabrica marionetas con las que montó la obra de teatro infantil El capote. En su casa y taller, ubicada en la comunidad ecológica de Peñalolén, Aline trabaja en un nuevo proyecto de marionetas; la obra se llama Sobre la cuerda floja y aún no tiene fecha de estreno.
La intimidad que han llegado a tener la directora y la actriz comenzó a gestarse en 2003. Entonces, Alicia era una joven aspirante a directora que buscaba a una actriz para un papel secundario, alguien que pudiera interpretar a una mujer guapa y distante. Aline se animó a hacer una escena de cama, tal como lo requería el casting. "Muchas veces me niego a ir a un casting, pero esta vez entendí que como directora debutante la Alicia necesitaba ver cómo funcionaban los actores en cámara. Además, tenía curiosidad. Hay muy poco cine dirigido por mujeres y me llamó la atención esta Alicia Scherson que tenía uno de esos guiones en que dan ganas de actuar", dice la actriz. Cinco años después, cuando Scherson se embarcó en su segunda película, Turistas, volvió a escoger a Kuppenheim, esta vez como protagonista de una historia que transcurre en el parque nacional Las Siete Tazas. Turistas cuenta la historia de Carla (Kuppenheim), una bióloga que parte de vacaciones al sur con su marido, pero a que, poco andar y tras un altercado de pareja, se queda sola en la carretera y decide continuar su viaje acompañada de un mochilero noruego con quien acampa en un bosque.
¿En qué las ayuda conocerse a la hora de trabajar juntas?
Alicia: A mí me ayudó para escribir el guión de Turistas: lo hice pensando en la Aline. Después de ver las posibilidades que tiene como actriz tuve ganas de trabajar con ella la construcción de un personaje más rico, con más matices, menos típico en el sentido de que a la Aline, como es guapa-estupenda, le tienden a dar esos personajes de guapa-estupenda. Yo quise darle un personaje más cerebral.
Aline: Yo creo que la ventaja más grande es entenderse fácilmente. Durante el rodaje sabía exactamente cuándo una escena no le había gustado a la Alicia.
¿Cómo te dabas cuenta?
Aline: La Alicia es discreta, entonces inventa que justo se cruzó un pájaro en la escena y hay que repetirla. Pero en el fondo, no le gustó cómo quedó.
¿Eres una directora mal genio?
Alicia: A ver, en la vida me defino cómo una mujer de humores: si está la emoción adecuada, puedo ser muy creativa, pero en otro estado no pasa nada. Por eso me preparo para estar lúcida en los rodajes, para ser justa con el equipo, para ser concreta. Dos meses antes dejo de carretear, tomo vitaminas. Es como prepararse para ir a la guerra. Pero de todas formas, siempre tengo un poco de miedo, porque sé que tengo estas fluctuaciones emocionales. A veces me pregunto cómo lo hace la Presidenta.
¿Por qué?
Alicia: Porque tiene que estar cada día del año con esa claridad mental, tomando decisiones, dando respuestas. Y no es un secreto que los hombres son más estables emocionalmente y, nosotras, más variables.
¿Cómo fue la convivencia de ustedes durante el rodaje, que se realizó en un parque nacional sin luz eléctrica, celular ni internet?
Aline: Nosotras estábamos en una cabaña, pero el resto del equipo dormía en unas barracas con el baño afuera, porque no había nada más. Era como un campamento de estudiantes. Todos los días trabajábamos diez u once horas diarias, comíamos la comida que nos daba la Conaf y en la noche había fogata y vino navegado.
Aline: Somos respetuosas de los espacios y pudimos convivir bien. Yo fumaba afuera, porque la Alicia no fuma, y ella se levantaba antes de las siete a hacer yoga, mientras yo seguía acostada. El café lo compartíamos.
Debe haber sido intenso estar un mes tan juntas y desconectadas del mundo…
Aline: Claro, no te sales de la pega. No te vas a tu casa a hacer tu vida. Se genera una relación con los personajes, la historia, el equipo, muy intensa. Bueno, nuestras pegas son un poco así.
¿Así, cómo?
Aline: Quiero decir que ser actor o dedicarse al arte es una manera de vivir.
Alicia: Es cierto, la división entre arte y vida es una línea muy delgada. A veces voy al cine y me pregunto: ¿Qué es esto para mí? ¿Pasatiempo o parte de mi pega?
DISEÑAR LOS HIJOS
La película parte con una conversación bien fuerte entre el personaje de Carla y su marido, en que ella le confiesa que se ha hecho un aborto sin haberle consultado. ¿Están de acuerdo con que una mujer rechace la posibilidad de tener hijos? No me refiero sólo el tema del aborto, sino a la decisión de no querer tenerlos.
Aline: Creo que es un tema generacional. Ahora las mujeres no sienten la obligación de la maternidad. Muchas amigas de mi edad no tienen hijos y ya no los tuvieron. Antes, era inaceptable que eso pasara por decisión propia.
Alicia, tú no tienes hijos. ¿Te ronda ese tema? ¿Por eso lo pusiste en la película?
Alicia: Por el momento no tengo ganas, pero es un problema, en nosotras las mujeres, que exista un tiempo determinado para tener hijos. La adopción siempre es una buena idea. Ahora no tengo espacio, ni tampoco un hombre. Pero no estoy cerrada. Me imagino una vejez con hijos grandes, pero no me veo ahora con una guagua. No sé cómo se soluciona eso.
¿A qué edad tuviste a tu hijo, Aline?
Aline: A los 30. Tenía ganas, aunque no fue algo muy planificado. Pero me acuerdo, de chica, haber tenido la certeza de que a los 30 iba a tener un hijo y que iba a ser hombre. Me acuerdo haber guardado cosas mías para mi hijo. Cosas que ya le di.
¿Qué cosas?
Aline: Estampillas, juguetes. Cosas que él atesora. Lo loco fue haber tenido esa sensación tan antes, incluso alguna vez soñé con este hijo y era tal cual es. Creo que hay cierta lógica: diseñas a los hijos en el sentido de escoger al hombre del que te enamoras. Yo creo que las mujeres escogemos exactamente al hombre que necesitamos para engendrar esa cría.
Una elección instintiva…
Aline: E inconsciente. Tengo unos dibujos que hice antes de que mi hijo naciera y son iguales a él. Ahí creo está este diseño, la lógica genética.
Alicia: Pero también va mucho en la enseñanza, porque están estos hijos que son adoptados y son iguales a sus padres. En los gestos, incluso.
¿Qué edad tiene tu hijo Aline?
Aline: nueve.
¿Y cómo te ves con su preadolescencia?
Aline: Todavía no me enfrento a ella. Ian es un niño dócil.
Alicia: Estuvo con nosotros un tiempo durante el rodaje. En la película hay muchos insectos y varios días estuvo un entomólogo con nosotros y le enseñó a Ian a cazar bichitos, a preservarlos en insectarios.
Aline: Ian se volvió loco por los insectos. Ahora junta sus mesadas y va a Franklin a comprarse insectos de colección. Unos bicharracos grandes.
Que haya tantos insectos en la película, ¿tiene que ver con que antes de estudiar Cine, estudiaste Biología?
Alicia: Sí. En el último año de Biología tuve que hacer un insectario de 250 bichos, que todavía tengo guardado. Fue súper difícil, porque requiere de una habilidad manual que no tengo: hay que estirarles las patitas, pegarlos. La obsesión viene de ahí. Fue como darme un gusto.
LOS FETICHES
A tu película Play le fue muy bien, aunque eras una directora debutante. ¿Te daba nervios tu segunda película, que las expectativas fueran tan altas?
Alicia: Sí, la segunda película es un tema difícil, pero estoy preparada. Como a la primera le fue tan bien, siempre está esa mala leche de si no habrá sido pura suerte. Yo misma llegué a preguntármelo. Por eso quise hacer rápido la segunda. Además, había un dato estadístico que me pesaba.
¿Cuál?
Alicia: Hay muy pocas mujeres directoras, pero aún hay menos con una segunda película. En lo que a mí respecta, siento que esta segunda película está mejor filmada, sé mejor cómo trabajar. Ya no es la pasión, dejarlo todo, el desgarro y no dormir. Sino decir: "Ésta es mi pega, la hago bien y me perfecciono".
Ustedes hacen trabajos que están muy expuestos al juicio de los otros. ¿Es difícil desapegarse de lo que digan los demás y que no te llegue al corazón?
Aline: Una buena crítica, aunque no te tire flores, hace que veas tu trabajo desde la mirada de otro. Y puedes encontrar un análisis interesante.
Alicia: Muy profesional de tu parte, pero a mí me afecta. No leo las críticas malas. Sólo las buenas.
¿En qué cosas crees se nota que tus películas están hechas por una mujer?
Alicia: Quizás los diálogos de pareja o la manera en que quedan representados los hombres. Hay hombres a los que les molesta la película, no les gustan los personajes masculinos, que son tan poco certeros, tan confundidos. En la vida y en el cine me interesa la gente que no tiene las cosas tan claras.
Aline: Yo creo que se nota en el fetichismo. Las mujeres somos fetichistas y tenemos un apego hacia los objetos.
¿Cuáles son sus fetiches?
Aline: Los juguetes antiguos. Las herramientas, aunque no es muy femenino. Una bonita herramienta me produce lo mismo que a otra mujer un zapato.
¿Qué clase de herramientas te gustan?
Aline: Uso muchas herramientas para construir mis marionetas. Las tengo en mi taller y, como son cosas que uso mucho, me gusta que sean bellas.
¿Tienes tus fetiches también, Alicia?
Alicia: Sí. Ese juguetito que está ahí. Le das cuerda y los dos monitos juegan ping pong. Para mí es lo máximo.
Aline: Los objetos expresan cosas de las personas. Mi personaje, Carla, tiene una maleta horrenda, que ninguna de nosotras elegiría.
¿Y qué cosas dice de ti la ropa que llevas puesta?
Aline: Que le doy muy poca importancia. Soy mala para la ropa. Perdí la cuenta desde hace cuántos años tengo estos bototos. Igual que la polera rosada que tiene puesta la Alicia; se la conozco de hace mucho tiempo. Para mí ir a comprar ropa es una lata.
¿Y cómo lo haces?
Aline: Lo peor que me puede pasar es tener que ir a un evento en que hay que ir arregladita. Es una angustia. En ese caso, recurro a las amigas estilosas que me salvan.
Alicia: Yo acumulo y no boto. Tengo ropa que usaba en Cuba en 1994 cuando estudiaba Cine. Y la sigo usando.
¿Por dónde les sale el lado frívolo?
Aline: Una buena fiesta, bailar, la vida nocturna. Yo te bailo hasta reggaetón.
No te creo.
Aline: Te juro. También me gusta salir a comer.
Alicia: Ah, eso me gusta. Me encantan las recetas. Tengo libros de cocina de otros países, con ingredientes raros. Siento que hay una analogía entre la mente que hay que tener para cocinar y dirigir. Es como el mismo estado mental. Tienes una mezcla entre la receta y la improvisación. Ahora, como soy emocional, me pasa esto: si tengo hambre, tengo mucha imaginación para hacer una receta. Pero si no tengo hambre, no soy capaz. ©
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