¿Se puede expresar desacuerdo sin generar conflictos?

discusiones y acuerdos paula



Si todas las personas pensáramos igual y tuviéramos las mismas opiniones frente a cada materia, el mundo no avanzaría, no existirían debates profundos y, a la larga, no aprenderíamos nada de los demás ni de nosotros mismos. Estar en desacuerdo es algo tan natural como respirar, porque todos tenemos historias diferentes, priorizamos distintas cosas en términos valóricos y, como es normal, tenemos formas de ver la vida que muchas veces son opuestas. Además estamos pasando por un momento de cambios estructurales en términos políticos, sociales y económicos. Enfrentamos un año en el que nos dirigiremos varias veces a las urnas y donde los debates y discusiones en torno al voto van a abundar en las sobre mesas y conversaciones con familiares y amigos. Y, como lo hemos visto desde el 18 de octubre de 2019 -e incluso antes-, estas conversaciones se pueden transformar, con facilidad, en peleas.

Pero se puede estar en desacuerdo y, al mismo tiempo, evitar confrontaciones. Y esto no quiere decir que haya que dejar de dar una opinión o censurarse por miedo a un enfrentamiento, sino que al contrario, hay que aprender a expresarse de forma correcta para que nuestras ideas lleguen a la otra persona, y las de la otra persona sean recibidas por nosotras en un contexto civilizado. Para ello, un paso hacia el éxito es evitar ciertas frases. El primer error suele estar en cómo formulamos la oración. No se recomienda empezar diciendo “sin ofender”, porque por lo general, a esto le sigue un comentario ofensivo. Lo mismo pasa con “no te lo tomes como algo personal, pero…”, cuando lo que vamos a decir es, efectivamente, algo personal.

El coach de estrategias para hablar en público, orador en temas de negociación, resolución de conflictos y liderazgo, y autor del libro Self Leadership Guide, Peter Khoury, dice que el problema no está en el desacuerdo, sino que en cómo se expresa. “Al expresar y recibir desacuerdos ambas partes pueden beneficiarse, o se puede crear conflicto y perder confianza”, explica y agrega: “El estar en desacuerdo puede ser productivo si se hace bien”. Según Khoury, hay seis maneras erradas de expresar el desacuerdo que hay que evitar. La primera es cuando decimos que estamos en desacuerdo con la persona y no con el argumento. Porque es distinto decir “estás equivocado” que “lo que estás diciendo está equivocado”. Lo primero será tomado como algo personal y, potencialmente, ofensivo.

Otro error es estar en desacuerdo sin argumentar o elaborar el por qué. Cuando no estamos de acuerdo con alguien o algo, tenemos que ser capaces de decir algo más que “no estoy de acuerdo”, o “no es cierto”. Según el experto, expresarse así genera problemas de confianza, y hace sentir que el interlocutor no respeta a quien emite los argumentos. Aunque en algunos casos y materias efectivamente estamos en desacuerdo con todo lo que la otra persona plantea, en la mayoría hay una escala de grises que es bueno considerar. Khoury recomienda escuchar bien lo que el otro dice, porque lo más probable es que, aunque estemos en desacuerdo con mucho de lo que diga, sí estaremos de acuerdo con algunas partes. Y al poner eso en la conversación se evitan tensiones y se pueden encontrar acuerdos.

“Da lo mismo” es una frase que no da lo mismo. Si alguien, especialmente en el trabajo, expresa una opinión sobre algo que debería cambiar o que se tiene que hacer, el otro no puede minimizar el problema diciendo que no es importante y pasando a otro tema en seguida. Es ofensivo y carente de inteligencia emocional. Lo que sí se puede hacer es decir que se tratará el tema más adelante, porque hay cosas más urgentes en la lista de tareas. Khousy sugiere también evitar el “pero” compulsivo. Esto es cuando estamos dando un argumento y, antes de alcanzar a terminar, ya hay otra persona diciendo “pero” a cada cosa que compartimos. Es importante dejar que cada uno termine de elaborar sus ideas antes de saltar con la propia.

Erin Blackmun, profesora de escritura persuasiva en BYU School of Communications, le enseña a sus alumnos que compartir sus opiniones con los demás es una oportunidad para aprender y para iluminarse. Para la revista universitaria The Daily Universe, Blackmun, en conjunto con el vicepresidente del club de debate y discurso, Benjamin Braden, entregan algunos consejos para que efectivamente estemos abiertos a crecer después de una discusión e intercambio de opiniones.

Lo primero es estar de acuerdo en que no estamos de acuerdo. Es bueno empezar por acá, pues no debiéramos entrar a cada discusión esperando poder cambiar la forma de pensar del interlocutor, de la misma forma que no siempre estamos dispuestas a cambiar nuestra propia mirada de las cosas. Lo que sí se puede hacer es entender los distintos ángulos de la forma de pensar del otro, para al menos comprender desde dónde vienen sus comentarios e ideas. Porque no por pensar distinto el otro está equivocado, necesariamente.

Aquí, por supuesto, hay matices. Better Angels es una asociación norteamericana que busca contrarrestar la polarización política. A través de un gráfico presentan las emociones básicas y el nivel de diferencias que podemos tener con alguien. Por ejemplo, si creemos que una persona busca destruir el país, la miramos desde el odio y la consideramos un enemigo. Acá no habrá debate que valga, siempre terminaremos peleando. Si creemos que son ignorantes y que deberían educarse sobre lo que están hablando, los abordamos con desdén y los consideramos deplorables. Y como término medio, si creemos que son personas educadas que están siendo engañadas y por eso dicen lo que dicen, los miramos con lástima y los consideramos poco informados. Es muy difícil poder lograr una verdadera conversación o debate de ideas bajo esos parámetros, porque no validamos lo que el otro tiene que decir. Pero cuando respetamos y apreciamos a la otra persona, podemos entrar en una verdadera conversación, pues confiamos en que su punto de vista, aunque sea distinto al nuestro, es igualmente válido. Si creemos que tienen miradas válidas, pero con equivocaciones, reconoceremos que aunque opinemos distinto, tienen algo que aportar.

Blackmun y Braden también recomiendan ver al debate como un intercambio de ideas, donde cada parte puede exponer lo que piensa, sin buscar una conclusión conjunta, necesariamente. Esto sería especialmente importante a considerar cuando hablamos de temas sensibles y valóricos, como el aborto y el género, por ejemplo. Es altamente improbable que una persona cambie de opinión sobre esto después de una sola conversación.

Los expertos además valoran la importancia de escuchar. Muchas veces entramos a una conversación teniendo un discurso muy claro e inamovible, pero pocas veces vamos dispuestos a escuchar lo que nos quiere decir el otro. Ya sea porque creemos saber qué es lo que nos va a decir de antemano, o porque simplemente no nos interesa su punto de vista, el cual consideramos equivocado. Pero escuchar con atención cuando nos hable es fundamental a la hora de entender desde dónde habla el otro y por qué piensa como piensa. Al hacer el simple ejercicio de prestar atención podemos entender si es que el otro realmente habla con argumentos equivocados, desde un punto de vista de cifras, porcentajes o falacias, o si es que tiene una creencia valórica tan distinta a la nuestra que considera que ciertos datos o evidencias son más importantes que otros.

Pareciera que las claves para que una conversación o debate se den en un ambiente poco hostil son que exista siempre respeto por el interlocutor, que estemos interesados en lo que tienen que decir, y que le demos el espacio que necesita para argumentar, escuchando con atención lo que cuenta. Y por supuesto, que nosotros recibamos el mismo trato.

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