Sexualidad invisibilizada: los mitos, trabas y desafíos de las personas mayores
El envejecimiento de la población es un hecho irreversible. En Chile, el 15,3% de la población tiene más de 60 años, y se espera que en 2025 este grupo supere en número a los menores de 15, transformando el país en uno de los más envejecidos del mundo. Pero mientras el país se prepara para una serie de cambios, hay un ámbito que parece ser invisible y que es fundamental para la calidad de vida de los adultos mayores: la sexualidad.
Prejuicios
Hay una serie de mitos, estereotipos y concepciones erradas que persisten con fuerza e impactan negativamente en las personas mayores. Uno de los más comunes es que los adultos mayores, solo por su edad, no tienen una vida sexual activa.
Pero las cifras reflejan otra realidad: según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida Sexual en la Vejez, que se realizó en 2016, un tercio de las personas mayores aseguran tener una vida sexual activa y un 65% considera importante este aspecto de su vida.
La buena noticia es que varias iniciativas buscan visibilizar este tema. Una de ellas es Bienestar Mayor, un proyecto de investigación y participación comunitaria realizado por Victoria Pavez y Javiera Romero, licenciadas de Trabajo Social de la Universidad Católica de Chile, e implementado por estudiantes de distintas carreras.
En una primera etapa, la iniciativa se compone de talleres sobre sexualidad en ocho comunas de la Región Metropolitana y de una investigación sobre el tema.
“Las personas son sujetos sexuales desde el día en que nacen hasta el día en que mueren, pero pareciera que la sociedad no entiende eso”, explica la fundadora de Bienestar Mayor, Victoria Pavez. “Las mismas familias de las personas mayores que asistieron a un taller sobre sexualidad les dijeron a los participantes: ‘pero ¿para qué vas a ir tú si ya no te sirve eso?’ o ‘¿a qué vas si tú ya no vives eso?’”, añade.
Otros de los estereotipos a los que se han enfrentado quienes lideran este proyecto son las creencias de que el cuerpo de las personas mayores “ya no sirve para el placer” o que “no es atractivo”.
Todos estos prejuicios se engloban bajo el término “edadismo”, que surge cuando la edad se utiliza para categorizar y dividir a las personas por atributos que pueden generar situaciones injustas, daños y desventajas.
“Hay una creencia negativa que se tiene sobre envejecer. Hay toda una sociedad anti edad que busca frenar a toda costa el paso de los años, ya que la única belleza que existe es la de un cuerpo joven”, explica Pavez.
Un ejemplo concreto, señala, es cómo en la industria sexual se utilizan exclusivamente imágenes de cuerpos hegemónicos y jóvenes para vender productos eróticos. “Entonces las personas mayores creen que ya no son dignas de placer porque ya no tienen un cuerpo joven y eso les pega muy duro. Piensan que ya nunca serán deseadas por nadie”, dice.
Así, los adultos mayores han quedado de cierta forma ajenos a un mundo de herramientas y conocimientos que pueden ser muy útiles a la hora de vivir una sexualidad más plena: lubricantes, vibradores, juguetes y sobre todo, información y consejo.
Jhonny Acevedo es doctor en Ciencias de la Educación Médica (Matrón, y egresado de Derecho de profesión base) también ha seguido el tema de cerca. Con la ayuda de otros autores, publicó el libro “Sexualidad en el adulto mayor” en donde se responde a una serie de interrogantes. Como parte de ese proyecto, lidera ahora grupos focales para conocer cómo viven la sexualidad las personas mayores.
Según Acevedo, los adultos mayores son conscientes de que su potencial fisiológico va cambiando con su ciclo vital, pero esto no debería interferir con su vida sexual. “Los adultos mayores entienden que a los 60, 70 años ya no tienen la potencia sexual que tenían a los 25 o a los 30 años. Pero sin embargo, ellos sienten atracción sexual, pulsión sexual física y psicológica. Sienten la manifestación de expresarlo como tal con caricias, besos, abrazos y también con actividad coital”, explica.
Para el académico, la sexualidad de los adultos mayores sigue siendo un tema tabú por razones culturales muy profundas y difíciles –pero no imposibles– de borrar. “Es algo de lo que cuesta conversar. Hay muchas ideas preconcebidas en familias que son muy estructuradas, muy normadas y que han marcado mucho a los adultos de hoy y a los adultos mayores”, dice. “Para todas estas generaciones es un tema del que no pueden hablar”, añade.
Esto se ve también reflejado en las pocas investigaciones que existen sobre el tema y el escaso tratamiento que se le da desde el área académica. “Estos mitos están siendo una traba”, dice Acevedo.
Las trabas
En el sistema público no existe una política enfocada a tratar estos temas, ya que la medicina ignora la sexualidad de las personas de la tercera edad.
“Los adultos mayores no consultan por los problemas asociados con lo biológico, no hacen preguntas en los centros de atención porque ellos creen que el profesional no tiene tiempo para hacerse cargo. Y si se lo plantearan, queda la sensación de que no hay una preparación para abordar esto”; explica Acevedo. “Hay una traba tremenda porque a todos los profesionales los vamos a tener que preparar. Y por otro lado, muchos de los problemas se pueden intervenir con una consejería individual o familiar, con talleres. No nos estamos haciendo cargo”, añade.
Desde Bienestar Mayor, denuncian una falta de apoyo por parte del sector médico para acompañar el proceso de transformación del cuerpo y sus necesidades. “En vez de asistir las necesidades presentes en cuanto a la resequedad vaginal o la disfunción eréctil, refuerzan la idea de que en la vejez ya no se vive la sexualidad”, dice Pavez.
Por otra parte, el espacio físico juega un rol condicionante para la sexualidad en la vejez. Quienes residen en lugares muy hacinados tienen menos posibilidades de vivir una sexualidad plena. Incluso las personas de buen nivel socioeconómico que están en residencias se encuentran con trabas. “Son los mismos hijos que se espantan cuando les cuentan que su papá se masturba en su pieza o que su mamá ha estado ‘pinchando’ con un caballero de la pieza de al lado, frente a lo que piden un cambio inmediato y que no los dejen estar juntos, por favor”, dice Pavez. “Eso es también una forma de vulneración porque ejercer la sexualidad es un derecho humano”, agrega.
Una oportunidad
Según la experiencia en terreno de Acevedo, los adultos mayores no solo están dispuestos a hablar de su sexualidad, sino que reciben estos espacios con mucho entusiasmo. “Cuando sienten que hay un espacio de confianza desde lo terapéutico y desde lo relacional, se tiene una apertura muy abierta”, cuenta. “La sensación que me queda es que ellos están esperando que se abra un espacio para poder abordar esta problemática que les es tan propia, pero que no tienen con quién conversar”, dice.
En Bienestar Mayor también evalúan la respuesta de una forma muy positiva. Hubo diferencias según comunas; en algunas se encontraron con un poco de resistencia ya que percibieron que para algunos adultos mayores hablar de sexualidad es algo “sucio”. En otras, la lista de inscripción se llenó rápidamente. Pese a las diferencias iniciales, todos los que participaron en sus talleres agradecieron poder participar en un espacio “libre de prejuicios”.
“Nos decían ‘por favor hagan más de estos talleres’, ‘gracias por regalarnos este espacio que nunca habíamos tenido’, ‘gracias porque pude desahogarme’, ‘gracias porque aprendí algo que lo sabía y todos los días se aprende algo nuevo’, ‘gracias porque me di cuenta que había gente que también vivió lo que yo viví’, entre otras”, cuenta Javiera Romero, ejecutora del proyecto.
“La gente fue muy participativa en los talleres porque tenían demasiadas ganas de hablar, en ocasiones teníamos que limitar el número de palabras y después del taller se quedaban conversando entre ellos, intercambiando sus números y/o recomendándose lecturas”, añade.
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