Hace un mes, los resultados de las elecciones parlamentarias sorprendieron. Y es que por primera vez fueron electas cuatro diputadas que han reconocido abiertamente se parte de la comunidad LGTBIQ+, las que conformarán –como ellas dicen– una “bancada disidente” en el Congreso: Emilia Schneider, la primera diputada trans de Chile; Marcela Riquelme, lesbiana; y Camila Musante y Francisca Bello, bisexuales.

El hecho de que estas cuatro mujeres hayan ingresado en espacios de poder y toma de decisiones significativos para el país, no es solamente algo sin precedentes en la historia de una comunidad que ha sido sistemáticamente excluida de estos espacios, sino que además configura la primera referencia en el ámbito de la política; como dicen las expertas “hoy esas niñas, niños y niñes, podrán decir ‘yo también puedo’”.

Tener un referente es, sin dudas, positivo para las personas pertenecientes a las disidencias sexuales y de género, dice Camila Katz, psicóloga y Coordinadora Clínica en Espacio Seguro, un centro de apoyo LGTBIQ+ y de género. Sin embargo, “muchas veces, especialmente en Chile, donde no existen muchas referencias ni liderazgos disidentes, los referentes los encuentran en las propias comunidades de las que son parte, en pequeños nichos y grupos que han tenido que conformar para expresarse y poder sentirse cómodos en una sociedad que constantemente les violenta”, asegura.

Según el último Informe Anual de Derechos Humanos de la Diversidad Sexual y de Género, elaborado por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), esta sociedad violenta es una realidad que aún sigue latente: en 2020 se registró un alza del 14,7% en las denuncias por homofobia y transfobia en el país con respecto al año anterior, y se determinó que este incremento ya no sólo se relaciona con que las víctimas denuncien más, sino que también con un aumento de la discriminación coyuntural a los avances pro derechos LGTBIQ+.

En una sociedad donde las minorías sexuales siguen siendo discriminadas, pareciera tranquilizador pensar que este precedente histórico en el Congreso llega a cambiar algo en las vidas de quienes miran a estas mujeres con admiración y con la esperanza de que las cosas están cambiando. Revista Paula conversó con tres jóvenes pertenecientes a la comunidad LGTBIQ+ que, desde sus respectivas trincheras, revelan el impacto de estos referentes en sus vidas.

Juana Gaymer, estudiante, 18 años.

“Supe que salieron las diputadas queer –así se llaman a las personas que están dentro de la comunidad– por la tele y por mi mamá, que me habló harto de lo importante que es. Lo encontré bacán, porque es un gran paso que haya representantes de la comunidad LGBTIQ+ en el Congreso, sobre todo porque verlas en ese espacio me hace pensar que yo también puedo hacerlo algún día, si es que quiero. Aparte me hace sentir más representada, como que yo importo.

Desde chica he tenido referentes que me ayudaron a ver el proceso de la transición y a autodescubrirme, saber quién era yo realmente. En ellas, mis referentes, veía algo que podía lograr y me daban esperanza y confianza; me ayudaron a prepararme mentalmente para cuando llegara el momento en el que finalmente hice la transición.

Hoy miro como guía a unas YouTubers de España y México, que me han ayudado mucho desde que soy chica. Son dos chicas trans: Perfect Drama y Victoria Volkóva, y del mundo del cine, me gusta Hunter Schafer e Indya Moore, pero aunque no siga de cerca lo que sucede en el mundo queer chileno, reconozco que ver referentes como Daniela Vega o Emilia Schneider me da confianza y me hace sentir más segura bajo la idea de que hay más aceptación y menos discriminación, porque hasta hace unos años esto no se daba en Chile.

Ahora que estoy decidiendo qué estudiar, ver personas de mi comunidad me ha ayudado a inspirarme, a tener una idea más clara de qué es lo que quiero y sentirme más segura de que si ellas y ellos pueden lograrlo, yo también”.

Charlie Sáez, productor audiovisual, 27 años.

“Cuando era chico había súper pocos referentes, en realidad no había. Crecí con la imagen queer que había en Chile y que eran Tony Esbelt y Yerko Puchento, y que finalmente eran un chiste para burlarse de la comunidad. De hecho, yo no supe lo que era ser trans hasta cuando estaba en la universidad y tenía acceso a internet, pero no tuve información cuando estaba creciendo, no tuve información sobre qué me estaba pasando; no sabía lo que yo era y, gracias a eso, siempre me sentí como muy outsider, justamente porque no tenía referentes.

Justo cuando empecé a investigar, apareció la figura de Daniela Vega y siento que, gracias a ella, yo puedo vivir tranquilamente fuera del clóset. Así es de importante el nivel de representación a diferentes edades, porque finalmente la representación es darle a una persona un espejo, como decirles ‘tú también puedes hacer lo que quieres, ser quién quieres’, porque otra persona también puede hacerlo y es exitosa siéndolo.

Yo salí del clóset como trans, pero aparte de no tener plata ni acceso a salud mental, no tenía cómo hacer mi transición. Y es que quería hacerla, pero también sentía mucho miedo de que me pegaran en la calle, de que me discriminara mi familia, de quedarme muerto en una sociedad, porque no conocía a nadie exitoso que fuese como yo. Entonces cuando vi a Daniela Vega en todas las portadas del país y en todos los canales de televisión, sentí que yo también podía hacer lo mismo.

En ese minuto empecé a juntar mis monedas, salí de la universidad, empecé a trabajar y ahí recién pude empezar a tomar hormonas, hace poco más de un año, porque aparte de que el tratamiento es caro, es agotador, pero pude hacerlo. Daniela me dio las ganas y la energía, porque si ella puede, ¿por qué yo no?

Creo que la aparición de una figura como Daniela Vega le dio a la sociedad chilena un acceso a la información que antes no teníamos, la gente empezó a saber qué es ser trans, e independiente de la opinión que tuvieran, sabían lo que era y entendían. Ella nos puso en la palestra, nos dio una identidad, nos dio un lugar en la sociedad y para mí ella es la mujer que abrió paso a toda una comunidad a poder existir como nosotros queremos”.

Macarena Nieto, intérprete de lengua de señas, 31 años.

“Cuando estaba en esos momentos de descubrirme, de entender quién era y cuál era mi identidad, no existían referentes en los que yo me pudiera guiar. Los referentes que había, además de ser muy pocos, siempre hacían alusión al estereotipo de la lesbiana perversa, una burla. Pero lentamente las cosas han ido cambiando, nosotres mismes nos hemos dado cuenta de lo difícil que es que no exista alguien con quien identificarse, y por eso hemos ido encontrando referentes dentro de nuestros espacios privados.

Por ejemplo, mi primer referente de las disidencias lo encontré en mi amiga Barle –la cantante Siempre Barle– que hoy canta y en sus canciones hay un discurso que hace que otras personas se identifiquen con ella y la ha transformado en una referencia dentro de este mundo también. Gracias a nuestras conversaciones en el espacio privado de confianza, empecé a reflexionar sobre lo importante que era nombrarnos como lesbianas y como disidencias sexuales, como parte del activismo que llevamos desde un lugar contra hegemónico en un país donde las lesbianas aún no somos tema.

Más adelante en mi vida comenzaron a aparecer en los espacios públicos figuras disidentes como Claudia Rodríguez, Daniela Vega o Javiera Mena, que efectivamente hicieron un cambio en la sociedad saliendo del clóset y normalizando la disidencia, lo que de alguna manera nos pudo sacar de ese lugar de lesbianas perversas y malvadas. Pero ellas, que pueden ser referentes para muches, no vienen de lo urbano ni de la periferia, ni son contra hegemónicas, y es ahí donde yo sí me siento representada, en mis amigas, en mis amores.

Nunca pensé que iba a llegar a ser un personaje público y ahora, que de alguna manera lo soy, sí pienso lo importante que es que yo me nombre como una lesbiana públicamente, porque ya estoy en el espacio, ya me ve la gente, esto es lo que soy y está bien. Entonces, como figura pública creo que es necesario posicionarse por la importancia de tener referentes, sobre todo para otras mujeres lesbianas y para poder desmitificar la perversidad que alguna vez se nos impuso”.