Paula 1222. Sábado 25 de marzo de 2017. Especial Moda.

La primera vez que se escuchó su nombre en Chile fue en 2001. Silvia Tcherassi era la diseñadora que Cecilia Bolocco había escogido entre miles para que la vistiera el día de su matrimonio con el ex Presidente argentino Carlos Menem, un evento televisado y desmenuzado en todo el continente. El vestido de dos piezas color champaña con cuello de plumas y chaqueta tres cuartos de corte asimétrico fue presentado por su creadora como un diseño "muy lady like, muy chic". En ese entonces tenía 34 años y recién empezaba a hacerse un nombre fuera de Colombia.

Han pasado 16 años y Silvia Tcherassi se pegó un salto. Uno tan grande que no ha pasado desapercibido en la escena de la moda mundial. Se lanzó a experimentar con modernas telas europeas y con los volúmenes que podía conseguir con ellas, se obsesionó con las siluetas ondulantes, con los acabados, con las mangas abultadas, los vuelos, los lazos. Se detuvo en los detalles y se puso a amarrar, recoger, drapear y sobreponer sedas, algodones, encajes, chifón, neopreno consiguiendo diseños creativos, elegantes y vanguardistas. Tomó la camisa blanca, su prenda favorita, y la explotó en mil y una formas de manera tan excepcional que algunos medios especializados se han atrevido a perfilarla como la próxima Carolina Herrera. La comparación se debe al sello que está desarrollando la colombiana, como también al alcance que está logrando fuera de su país; traspaso de fronteras que Herrera hizo antes y desde Venezuela como primer escenario.

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Silvia Tcherassi comenzó a definirse dentro del minimalismo cuando en Colombia ningún diseñador adscribía a esa corriente, algo que llamó la atención de los organizadores de las semanas de la moda de Milán y de París, que la invitaron a mostrar su trabajo en 2003 y 2004, convirtiéndose en la primera latinoamericana que llegaba a esas pasarelas. "Toqué el cielo con las manos cuando fui convocada. Fue un antes y un después en mi carrera, ahí comencé validar mi marca entre las mejores del mundo", dice desde Miami, su lugar de residencia hace más de 10 años. Bajo el concepto de lujo casual comenzó a consolidar su marca. "Un lujo sin pretensiones, sin apariencias, ni excesos. Es lujoso por sus materiales, por la forma en que fue concebido y elaborado, porque tiene una historia", agrega.

<strong>"Es paradójico que se aplauda que Galliano se inspire en los gauchos, que Gaultier vista sus modelos con artesanía colombiana y que Miuccia Prada se inspire en la paleta de color de la cultura popular mexicana. Pero cuando un diseñador de la región se inspira en su propia cultura se considere folclórico". </strong>

Con exclusivas tiendas abiertas en las principales ciudades de Colombia (incluida una en el Casco Antiguo de Cartagena de Indias) y ya posicionada como la diseñadora más importante de su país, Tcherassi salió a conquistar el mercado internacional.  Tiene dos boutiques en Miami y una en Madrid, en la Milla de Oro, a pocos pasos de Chanel y Balenciaga.

Pero Silvia Tcherassi, quien antes de atreverse como diseñadora de moda estudió Diseño de Interiores, decidió expandir su marca más allá de la ropa, para crear un estilo de vida con las reglas de su gusto. El universo Tcherassi. Con centro de operaciones en Colombia y Estados Unidos, donde, además, está su planta de producción. Su equipo más íntimo está conformado por su marido e hijo, dirigiendo la expansión de la marca, y su hija veinteañera que, con estudios en la Escuela Parsons de Nueva York, es su interlocutora creativa. Con esa estructura,  Silvia Tcherassi cuenta hoy con una línea de prêt-à-porter, una de calzado y otra de accesorios; Silvia Tcherassi Atelier, enfocada en trajes de noche y de novias; Tcherassi Hotels, una cadena de hoteles boutique; y Tcherassi Home Collection, decoración.

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Ese universo ha sido creado para una mujer que no tiene edad ni nacionalidad. Cuando tiene que describirla, imaginar qué piensa, qué hace, cómo se mueve y con quién anda, responde: "¿te acuerdas del personaje de Gwyneth Paltrow en la película El Talentoso Señor Ripley? Trae esa mujer al día de hoy, vístela en una de mis boutiques, llévala a mi hotel de Cartagena de Indias y por la noche invítala a cenar a Vera, el restorán de Tcherassi Hotels. Allí ella te contará su propia historia".

En el taller de Silvia Tcherassi en Miami trabajan 300 personas y ella es la única que diseña. No tiene, como las grandes casas de moda, un diseñador creativo detrás. Como en la alta costura, le gusta trabajar con un modelo o maniquí para ir probando, ajustando o soltando. Los materiales establecen el arranque de sus creaciones, tanto como los colores. El blanco, por ejemplo, es un color que no puede faltar. Es fundamental en su forma de vestir, en la decoración de sus tiendas, hoteles y en su casa. "El blanco es muy poderoso porque te habla de la elegancia de lo simple, del poder de lo básico", explica. Lo mismo pasa con el arte y lo local, dos conceptos que cruzan todas sus colecciones.

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Las Mujeres de Macondo es el nombre de tu última colección inspirada en la obra de García Márquez. ¿Siempre tiene que estar presente Colombia en tus creaciones?

Colombia y sobre todo el Caribe. A veces de forma más evidente que otras, porque forma parte de mi ADN y del de mi marca. La obra de García Márquez trascendió nuestras fronteras y es un patrimonio de la humanidad. Casualmente el mismo García Márquez decía que hay que apelar a lo local si quieres volverte universal porque eso es lo que te hace diferente. Y siempre trato de sintetizar esos dos conceptos en mis colecciones.

Silvia Tcherassi (51) creció en Barranquilla (las tierras de Shakira) y proviene de una familia de políticos, empresarios y artistas, con ancestros judíos-italianos.

¿Es un karma del diseñador latino tener que enmarcarse siempre dentro de lo autóctono o lo folclórico?

No lo veo como un karma porque considero que las expresiones de nuestra cultura deben ser respetadas y son dignas de admirar. Está más que demostrado que son una fuente infinita de inspiración. Es nuestra realidad y debemos sentir orgullo de ella. Creo que el creativo, bien sea diseñador, escritor, pintor o escultor, tiene que alimentarse de su entorno y estar profundamente conectado con su historia y su tradición. Y cuando hablamos de la cultura latina, que es tan diversa y admirada, es un verdadero honor que sirva de referente creativo. Me parece paradójico que se celebre y se aplauda que John Galliano se inspire en los gauchos, que Jean-Paul Gaultier vista sus modelos con artesanía colombiana, que Miuccia Prada se inspire en la paleta de color de la cultura popular mexicana, que Karl Lagerfeld haga toda una colección inspirada en Cuba y que Riccardo Tisci realice una colección de alta costura para Givenchy basada en referencias mexicanas. Pero cuando un diseñador de la región se inspira en su propia cultura se considere folclórico. No solo es injusto sino que irrespetuoso con nuestra región, con nuestra cultura, que es nuestro gran patrimonio. Por eso me alegré mucho cuando Mario Testino publicó su libro de vestuario tradicional peruano y lo llamó Alta Moda. Ese título no solo estaba expresando que era moda creada en las montañas y en las alturas, sino que era moda que debía ser respetada y admirada. Recordemos que haute couture, alta costura, en italiano se dice alta moda. Si analizas con cuidado las páginas del libro verás looks muy parecidos a los que sacó Galliano en una célebre colección de Dior. Entonces, ¿si lo hace un latino es simple folclorismo pero si lo muestra un europeo en las pasarelas de París es alta costura?

¿Esa mezcla de Latinoamérica y el mundo presente en tu trabajo es un recurso para mantener el equilibrio latino/internacional-tradición/vanguardia?

Más que para mantener esos equilibrios es para sintetizar los extremos. No me voy por un punto medio sino que busco jugar con los opuestos. Además, aunque ahora se hable mucho de nacionalismo y proteccionismo, vivimos en un mundo global, donde las fronteras entre lo local y lo universal cada vez son más permeables, sobre todo en términos creativos. Soy una mujer de contrastes, me gusta explorar los extremos. La dicotomía entre lo local y lo universal es para mí referente creativo.

Vistes a latinoamericanas, estadounidenses y europeas. ¿Qué las diferencia?

La europea es muy segura de sí misma, la estadounidense valora por sobre todo la comodidad y a la latina le gusta vestirse para el marido y las amigas. Toda mujer debiese aprender a vestirse para ella misma. Lo demás viene después.

Colección otoño-invierno 2017-2018