Hace unos meses dijimos que fumar no está de moda. Hoy hasta se corre el riesgo de quebrantar la ley al hacerlo y los fumadores nos hemos ido adaptando a esta nueva realidad. A mí me gusta que así sea. Te obligas a fumar menos y aprendes a disfrutar sin la necesidad de aspirar humo.
Cuando la realidad era otra, la industria tabacalera durante siglos impulsó el desarrollo de objetos en torno al hábito de fumar y, aunque son accesorios que hoy están casi obsoletos, siguen en nuestro entorno. Una de las áreas en las que me parece hubo mayor creatividad y desarrollo fue en los ceniceros. Los hay de infinitos materiales y formas. Pero, como hoy la mayoría de los espacios cerrados son libres de humo, parece curioso incorporar ceniceros en las decoraciones. Aun así, en todas las casas hay alguno. Porque finalmente cuesta despegarse de ciertas costumbres. ¿Qué podríamos hacer con esos ceniceros que hemos atesorado? Una buena idea es armar un panneaux en un muro y colgarlos. Parece una apuesta más original y menos anticuado que el clásico muro lleno de platos. Otra opción es darles un nuevo uso como pastillero, monedero o llavero. Yo los uso también para poner aliños o hierbas en la cocina y tenerlas a la mano al momento de cocinar.
Me importa mucho el color del cenicero. Creo que es en lo que más me fijo y lo que guía mi decisión de dónde ponerlo. Hay rincones de mi casa en los que el color manda. Está la mesa con floreros azules y la de los objetos verdes (desde plantas hasta libros de botánica). Está también mi rincón de cosas de bronce. En cada uno hay un cenicero que acompaña y en ninguno de ellos se fuma, porque hoy podemos atesorar ceniceros aunque no cumplan su labor original.