Sobre necesitar una agenda para empezar bien el año

Agenda 2021 Paula



Cuando terminé la Universidad y me sumergí de lleno en el mundo laboral, perdí algo que hasta entonces le ayudaba a dar sentido a mi año: las vacaciones de verano. Durante cerca de dos meses podía descansar, dar por terminado un periodo y empezar otro nuevo. Lo mismo cuando era más chica, la Pascualina o agenda Click no se usaba hasta marzo, cuando empezaban las clases, a no ser que alguna amiga me escribiera un recuerdo en los meses de enero y febrero.

Pero cuando trabajas, las vacaciones son -en el mejor de los casos- 15 días hábiles que se van repartiendo, y que muy rara vez coinciden con el comienzo del año. Es por esto que para los adultos después del 31 de diciembre no viene más que el 1 de enero y el mundo sigue tal como lo hizo días antes. Es por esto que, al menos para mi, la agenda es clave.

Este año, debido a la pandemia y a que francamente Navidad se me vino encima, aún no tengo en mis manos mi agenda 2021, pero ya la compré por internet. Grande, con una página por día y un planificador mensual y semanal, perfectos para anotar las tareas del mundo privado y laboral. Y tengo que reconocer que haberla comprado me trajo más paz mental de la que esperaba recibir con algo tan material.

De hecho, las últimas semanas del año me cuestan más, y no es por la Navidad ni porque tenga más trabajo de lo habitual, sino que porque cambio de agenda entonces no puedo planificar nada para los próximos meses hasta tener la nueva en mis manos.

Y no es que yo me esté inventando necesidades, eso se lo dejo al Cyber Monday. La psicóloga colaboradora del sitio web especializado Psychology Today, Barbara Markway, asegura que el tener una agenda y usarla como corresponde trae una serie de beneficios. Los más evidentes son que ayuda al manejo del tiempo y a mejorar la productividad, pero además sirve para disminuir la sensación de estrés. Esto, debido a que la ansiedad y el estrés muchas veces aparecen cuando tenemos demasiadas cosas en nuestro plato y no sabemos por dónde empezar a resolverlas.

Además, cuando uso una agenda me doy cuenta de cuánto tiempo tengo para realizar las tareas que me han encomendado o los objetivos que me propongo, y de esta forma logro decidir si es que realmente alcanzo a hacerlos. Por otro lado, pocas cosas resultan tan satisfactorias como tachar tareas de una lista.

Después de un año en el que todo se salió de control, creo que una forma saludable y efectiva de retomar el poder -o algo de poder- sobre las cosas, es organizarnos. O al menos, empezar el 2021 de forma organizada, porque a quién no le ha pasado que la agenda se llena los primeros tres meses y después sirve solo para anotar direcciones y recados. Supongo que lo importante son las ganas. Sólo se que no podré dar este año por terminado hasta que escriba mis datos en mi anhelada adquisición.

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