“¿Tan inteligente y solita?”
“Está sola, seguro debe tener algo”
“Voy a morir sola si no me emparejo pronto”
Estas tres frases cortas, pero punzantes como un cuchillo, se repiten en bocas que poco y nada saben de ti. Frases que además, apuntan a que la soltería es sinónimo de soledad. Y de pasadita, de sufrimiento.
Cuando pensé en escribir esta columna, como nubecitas fueron apareciendo distintas mujeres que han escrito sobre la soledad y la soltería.
Pensé en Virginia Woolf y “Un cuarto propio”, que aunque no tiene como fondo la soltería, sí reflexiona sobre la necesidad que tenemos las mujeres de tener un espacio y autonomía para poder crear y pensar (y de ser, que patudamente, agrego yo).
Luego, me acordé de una declaración para revista Vogue de Emma Watson: “self-partnered” algo así como saliendo consigo misma.
Y pienso ¿Por qué a las mujeres se nos exige constantemente que declaremos nuestro estado civil? Hace solo algunos años atrás si eras hombre y tenías sobre 40 años, te convertías en el soltero codiciado, con un manto de misterio y hasta sexy. Si eras mujer, en cambio, oficialmente te convertías en solterona y seguramente jodida.
Pero vamos al punto ¿es lo mismo entre estar sola que soltera?
La soltería y la soledad son dos conceptos que frecuentemente se confunden pero que desde una perspectiva psicológica presentan diferencias significativas y tienen distintas implicancias.
En términos simples la soltería se refiere a la ausencia de una pareja romántica. Estar soltera puede ser un estado deseado o transitorio, pero no implica necesariamente estar sola. Me detengo en la distinción de estar y no ser soltera en el sentido de que no te define como persona, más bien es un estado que puede fluir, cambiar, mutar.
Rebecca Traister, en su libro All the Single Ladies: Unmarried Women and the Rise of an Independent Nation, indica a la soltería como una elección poderosa destacando cómo las mujeres solteras contribuyen significativamente a la sociedad y encuentran satisfacción personal y profesional sin necesidad de una pareja.
Estar soltera puede permitir una mayor independencia, explorar intereses, metas y deseos sin comprometerse con las necesidades de una pareja. Tal como lo hace un hombre, incluso estando emparejado.
Las mujeres solteras tienden a cultivar relaciones potentes y variadas con amigos, familiares, conocidos, construyendo una red de apoyo diversa y fuerte.
Estar soltera también puede facilitar el desarrollo profesional y personal. Kate Bolick, en Solterona: la construcción de una vida propia, destaca cómo las mujeres solteras a menudo tienen más oportunidades para dedicarse a sus pasiones y desarrollo profesional.
Por otro lado, la soledad es una experiencia emocional que puede ocurrir incluso en presencia de otras personas. Es el sentimiento de sentirse desconectado o no comprendido por los otros. Un ejemplo es lo que plantea bell hooks, (así, en minúsculas, porque para ella “lo más importante es lo que escribo en mis libros, no quien soy”) en su libro Todo sobre el amor donde explica cómo la soledad puede ser una parte natural del viaje hacia el amor propio y la autoaceptación, pero también reflexiona sobre los riesgos que ve de la soledad prolongada, tal y como la psicología también explica.
La soledad impacta en nuestra salud mental. En la medida que pasemos más tiempo solos, es posible que nos sintamos más ansiosos y desesperanzados por la falta de vínculos significativos con quienes compartamos nuestra cotidianidad.
Incluso la soledad puede llevar a que nos aislemos y que nuestras habilidades sociales disminuyan, perpetuando un ciclo de retraimiento (¿A quién no le pasó post pandemia sentirse un poco incómodo cuando retomaron su vida social?)
En El segundo sexo Simone de Beauvoir (enamorada y en una relación abierta con Jean-Paul Sartre, con quien nunca se casó) reflexionó sobre cómo la sociedad impone roles y expectativas que pueden llevar a las mujeres a sentirse solas, incluso estando en una relación.
Pero volviendo a Virginia Woolf, la soledad también nos alienta a la independencia y espacio propio, fundamentales para la creatividad y la libertad personal. Esta reflexión destaca cómo la soledad elegida puede ser una fuente de poder y expresión.
Entender entonces la diferencia entre soltería y soledad es crucial para abordar consecuencias como que la soltería, apoyada por la autonomía y el autodescubrimiento, puede ser una etapa de crecimiento y satisfacción. La soledad, si bien puede ser una parte de un viaje interior, debe ser observada con cuidado para evitar posibles efectos negativos tanto en la salud mental como física.
Celebrar la soltería y encontrar formas constructivas de manejar la soledad puede conducirnos a una vida más rica y satisfactoria.
Y tú, ¿estás solita o soltera?