Ser mayor y sentirse solo no debiese ser la normalidad. Según un documento publicado por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, la soledad y aislamiento social en personas mayores es un tema de salud pública serio. Esto porque más allá de la connotación negativa que podemos darle a ver a una persona mayor sola, esta condición pone a muchos individuos en riesgo de problemas médicos serios como la demencia. La publicación Loneliness and Social Isolation Linked to Serious Health Conditions, explica que la conexión entre la soledad, el aislamiento social y el deterioro de la salud de personas mayores ha sido ampliamente probada y es tan determinante como la que existe con otras conductas de riesgo. “El aislamiento social aumenta de forma significativa el riesgo de muerte prematura por cualquier tipo de causa”, explica el documento. Agrega que estos riesgos son equiparables a los que se asocian al consumo de cigarros, la obesidad o el sedentarismo.

Rosita Kornfeld, Magister en Gerontología Social y creadora del Programa de Vejez y Envejecimiento de la UC explica que en Chile estos riesgos también han sido evaluados. Según un estudio sobre calidad de vida de las personas mayores en Chile durante la pandemia de COVID 19 realizado por investigadores de la UC y la USACH, en un periodo en el que hubo mucha soledad y aislamiento, se pudo observar resultados que confirman los de la CDC. Los problemas de memoria aumentaron de un 27% a casi un 40%, los síntomas depresivos del 40% al 52%, los problemas estomacales del 21% al 33%. Y así, una serie de condiciones médicas que se vieron agravadas cuando la soledad se convirtió en una rutina de vida para muchos.

Rosita, quién participó como moderadora en el último Conversatorio sobre Soledad y Envejecimiento organizado a principios de este mes por Personas Mayores Presentes aclara que la soledad y el aislamiento social no son lo mismo. Hay diferencias importantes. “Puede haber muchas formas y definiciones de soledad, pero a menudo la percepción compartida es la de encontrarse solos o estar solos”, explica. “Se percibe que no somos queridos, que no se nos toma en cuenta, que no se nos valora, independiente de la cantidad de contactos sociales que se pueda tener y no se limita al hecho vivir acompañado o sin compañía”. Por otra parte, la ex directora del SENAMA explica que la falta de redes sociales es una de las causantes importantes del aislamiento social y esto puede causar soledad en algunas personas, mientras que otras personas pueden sentirse solas sin estar socialmente aisladas.

El aislamiento social a diferencia de la soledad se puede medir mediante parámetros objetivos como la interacción social con redes de personas, la participación dentro de la comunidad, número de contactos, entre otros. Según el estudio The epidemiology of social isolation and loneliness among older adults during the last years of life publicado en el Journal de la Sociedad Americana de Geriatría, 1 de cada 4 adultos mayores experimenta soledad o aislamiento social en la vejez. Ambas variables son elementos críticos y determinantes en la salud de personas mayores. El documento explica que, a pesar de ser condiciones altamente prevalentes en este grupo de la población, hasta ahora, no se han estudiado en profundidad. Agrega que resultados que se obtengan de futuras investigaciones en esta área son de enorme utilidad para direccionar de manera efectiva las políticas públicas que aborden problemas psico-sociales y el sufrimiento de las personas mayores en el final de la vida. Y es que pocas veces se toma en cuenta el real peso de la soledad para una persona mayor. Mucho menos se considera como un riesgo para la salud física.

Entender que sentirse solo no es lo mismo que estar físicamente solo puede parecer una sutileza pero es un pilar fundamental para ser parte de la solución y poder acompañar. Existe la creencia de que los adultos mayores se aíslan y que no quieren compartir con otras personas y eso puede ser efectivamente parte de una personalidad menos sociable. Pero que alguien disfrute de pasar tiempo solo no implica vivir en un estado de soledad ni aislamiento. Rosita Kornfeld agrega que siempre hay que recordar que la vejez es heterogénea y que no debiésemos caer en estereotipos. “Las personas estamos conectadas a diferentes redes sociales en el ciclo de vida, vamos al colegio, algunos a la universidad, luego viene el trabajo y los hijos y sus redes sociales. Y cuando llega la jubilación o la partida de los hijos de la casa o el nido vacío a veces no se forman nuevas redes”, comenta. Participar en actividades ya sea comunales, familiares, voluntariado donde tenga nuevas actividades, conexiones con el mundo que nos rodea y oportunidad de generar nuevos lazos con pares es un factor importante y un buen protector del envejecer según explica la especialista en gerontología social.

Y no podemos olvidar que la soledad no es exclusiva de las personas mayores y no se limita al hecho de vivir sin compañía. “El nivel de autonomía, de funcionalidad, de fragilidad, de recursos económicos y la red de apoyos informales de los que se disponga son algunos de los factores que influyen en que una persona mayor que vive sola o acompañada se sienta en soledad”, explica la Directora del Programa de Vejez y Envejecimiento de la UC. La ciencia lo ha corroborado. Sentirse solo es más que solo un sentimiento. Es una situación de vulnerabilidad que pone en riesgo la vida de las personas mayores, tanto así que es posible morir producto de la soledad en la vejez.

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