El IMC, o índice de masa corporal, es uno de los parámetros más utilizados en el mundo para establecer si una persona tiene un peso adecuado. Fue inventado por el estadístico belga, Adolphe Quetelt, y se consigue dividiendo los kilogramos de peso por el cuadrado de la estatura en metros, y ahí radica uno de sus principales problemas: solo considera dos factores, de entre los muchos que existen en el organismo para medir salud física.
Uno de los principales errores que se cometen cuando se usa el IMC, es que no se toma en cuenta que éste no distingue entre la masa corporal y masa muscular. Una persona que pesa 60 kilos, divide estos kilos en agua, músculo, grasa y todo lo demás que hay dentro de su cuerpo (huesos, pelo, órganos, etcétera). Pero como en el cálculo del IMC el peso se ve como un valor total, todos estos factores se llevan a una sola cifra. Entonces, cuando una persona come de forma balanceada, hace deporte intenso, y tiene un alto porcentaje de masa muscular, su peso puede ser incluso mayor que el de alguien de su altura que en realidad tiene un mayor porcentaje de grasa. Su IMC podría mostrarlo con sobrepeso, e incluso obesidad, cuando en realidad no es así.
Y aunque solo se trata de un número, para muchas personas es más que eso. En 19 estados de Estados Unidos, los colegios envían reportes con el IMC de niñas y niños, categorizándolos como bajo peso, peso normal, sobrepeso y obesos. La Asociación Nacional de Desórdenes Alimenticios de ese país (NEDA), ha mostrado preocupación por esta situación, en cuanto se trata de parámetros que pueden resultar en conductas dañinas, especialmente en personas más propensas a sufrir desórdenes alimenticios. Para un adolescente, la palabra “sobrepeso” no solo implica una categoría arbitraria, sino que es todo un estigma, que en algunos casos querrá compensar reduciendo su alimentación en niveles peligrosos para su salud física y mental.
El cálculo del IMC no solo es sencillo, sino que además es cómodo para quienes no quieren resolver el problema matemático. Si se busca en internet “calculador de IMC”, aparecen una serie de sitios web en los que solo hay que poner el peso en una cajita y la altura en otro, para obtener resultados. Estas herramientas, que seguramente existen porque se piensa que son útiles, pueden resultar peligrosas. Por ejemplo, una persona que quiere bajar mucho de peso, podría calcular cuánto tiene que pesar, de acuerdo a su estatura, para llegar a la categoría bajo peso. Y esto se vuelve aún más peligroso, cuando descubrimos que hay otros sitios que, además de calcular el IMC, calculan el IMB o índice metabólico basal, el cual te índica cuántas calorías tienes que consumir para subir, mantener o bajar el peso.
Aplicaciones como My fitness pal, por ejemplo, calculan estos dos índices y te entregan recomendaciones, para llegar al peso deseado en el tiempo que la persona estime conveniente, aunque esto implica consumir menos de 1.500 calorías al día. El gran problema con todos estos índices, es que son solo números. No toman en cuenta la historia familiar de una persona, su historial de salud mental, su nivel de entrenamiento ni la masa muscular de sus cuerpos. No buscan que la persona esté sana, sino que la “ayudan” a alcanzar ciertas cifras. Y esto se mantiene bajo la premisa de “un cuerpo delgado es un cuerpo saludable”, cuando se ha comprobado en numerosos estudios, y en la práctica, que esto no siempre es así.