Soraya Chemaly es autora, activista y presentadora de charlas TED. Uno de los temas que más la apasiona es la rabia y su último libro Rage Becomes Her: The Power of Women’s Anger fue nombrado Best Book por el Washington Post, Fast Company, NPR y ha sido traducido a múltiples idiomas.

En esta entrevista, la activista norteamericana originaria de las Bahamas, habla acerca de la disociación entre la femineidad y el demostrar la rabia, el poder de la este sentimiento en lo individual pero también, el rol de la ira femenina en la esfera colectiva y como pieza clave en movimientos feministas.

Soraya, la femineidad y expresar rabia son, hoy por hoy, polos casi opuestos. ¿Hay algún punto en el que se comenzaron a entender como incompatibles?

La primera forma en la que separamos y organizamos a los seres humanos es a través del género. Nuestro sistema social entero está basado en esa separación y se puede ver en la forma en la que aprendemos a ser personas. Me gusta usar la rabia como una forma de mostrar cómo la construcción social del mundo, nuestro alrededor, se vuelve parte de nuestra identidad y determina la naturaleza de nuestras relaciones con otros y con nuestro entorno. No creo que haya un momento en el tiempo, creo que es el efecto acumulativo de nuestra cultura lo que genera esto. Creo que no es posible decir que hay un momento específico. No creo que las niñas se levanten un día pensando que ya no pueden sentir rabia. Es algo que se nos quita a través de la socialización. Es desincentivado, es castigado en algunos casos incluso.

¿Cuál es la principal pérdida para las mujeres cuando no se permiten expresar la rabia que sienten?

Hay que mirarlo en los distintos niveles. Pero desde la perspectiva de lo personal, hay efectos negativos para la salud, para el bienestar, para las relaciones, para los niveles de equidad, para la seguridad económica. Si nos movemos al ámbito político los efectos son claros. En el sistema político norteamericano lo vimos en las elecciones de 2016. Los candidatos hombres podían utilizar la rabia populista a su favor. Podían mostrarse enojados, molestos, iracundos. Dejaban ver sus caras rojas y eso los hacía parecer más fuertes, con más poder. Porque asociamos esos rasgos y comportamientos con masculinidad y con liderazgo masculino. Pero para una mujer mostrarse así la hace poco agradable y es algo muy transgresor para una candidata mujer dejarse ver así. Y a la gente probablemente no le gustaría porque no confirma nuestro estereotipo de liderazgo femenino que está asociado a la contención, a lo conciliador, las cualidades femeninas.

En el espacio colectivo y particularmente en Chile, cuando se ataca el feminismo, una de las armas es la burla -feminazis, minas histéricas, mujeres locas- hacia la rabia de las que marchan o que se manifiestan. En este contexto, ¿sigue siendo la rabia un poder?

Por una parte, ¿qué importa lo que la gente diga? Van a decir lo que quieran si les sonríen o si les frunces el ceño. Les molesta la idea. Así que no importa lo que hagan las mujeres, no importa cómo se expresen tampoco. Mi actitud en ese caso es, anda y haz lo tuyo, yo voy a hacer lo mío porque no eres la persona con la que tengo que estar hablando de cualquier forma. Son personas que de cualquier modo no iban a escuchar lo que las feministas querían decir, no son personas con las que quieras involucrarte porque su interés no es genuino y solo quieren hacerte callar. Entonces la pregunta es, ¿por qué la gente se siente tan incómoda cuando las mujeres se enojan? ¿Qué es lo que les hace sentir tan amenazados cuando las mujeres se defienden? Siempre trato de no hablar de hombres amenazados o de hombres contra mujeres porque es más bien autoritarismo contra la democracia porque son los sistemas autoritarios y fascistas los que van por las mujeres primero. Si dices creer en la democracia, tienes que ser feminista.

¿Cómo avanza un movimiento que siente rabia cuando le siguen cerrando las puertas si la muestra?

No conozco movimientos sociales que hayan sido productivos y que no hayan partido de la rabia, no conozco ninguno. Pero también se necesitan todo tipo de personas. El feminismo es un movimiento gigantesco que se ha conformado por milenios. Algunas feministas están cómodas sintiendo rabia y otras prefieren expresarse pintando cuadros. Ambas están perfectamente bien, ambas son perfectas maneras de ser feminista. Para mí a los 25 años, ser una feminista rabiosa no era una opción. Hoy a los 45 es la única opción. Creo que hay distintos contextos, distintos espacios temporales, distintos regímenes sociales y edades. No hay formas correctas o incorrectas de ser feminista.

Si la rabia no funciona, ¿hay que persistir con ese enojo o encontrar otras formas?

El sistema siempre te va a cerrar las puertas. No hay dudas respecto a eso. Y el grado en el que te permiten entrar, en mi experiencia, es el grado en el que te premian por ser buena o por comportarte bien. Y no deberías tener que ser buena con las personas que te oprimen. En lo práctico, sí debes hacerlo porque probablemente muchas trabajan en lugares sexistas y racistas. Muy probablemente enfrentes estos problemas cuando vayas a a trabajar y como necesitas ganar dinero y alimentar a tu familia tienes que adaptarte. Pero al mismo tiempo, hay personas que sí pueden estar enojadas y expresar esa ira y empujar el límite para las que no pueden permitirse eso aún. Si yo tengo la libertad y puedo demostrar mi rabia, puedo hacerlo por mí y también por aquellas que no pueden hacerlo por sí mismas pero que también sienten esa rabia. En algún punto de mi vida me era imposible mostrarme abiertamente enojada como me muestro ahora. Económicamente o personalmente no era factible, pero había otras mujeres allá afuera que sí podían y yo me siento muy agradecida de ellas, porque dijeron e hicieron cosas que yo sentía pero que no podía hacer o decir. Entonces, las necesitamos a todas, haciéndolo todo en todas partes, todo el tiempo.