Para algunas personas es una sensación que les ha acompañado siempre; para otras, parece más una revelación o algo que hace clic durante un proceso de terapia psicológica. Sin embargo, independiente de cómo una persona se dé cuenta, lo cierto es que percibirse como la oveja negra del grupo nunca es una sensación agradable. Todo lo contrario. Los niños que llegan a la adultez con la idea de que son la oveja negra de sus familias u otros círculos sociales a los que han pertenecido —comunidades religiosas, escolares, de amigos, etc.— normalmente sufren de una serie de consecuencias negativas para su salud mental.
Y es que, a pesar de lo que nos pueda decir nuestro entorno cercano, ser la oveja negra de la familia no es solo una idea, una concepción equivocada de la realidad ni una paranoia. No se trata de “pasarse películas” o de simplemente creer que todos están en nuestra contra. El fenómeno de la oveja negra está ampliamente estudiado por la ciencia porque, efectivamente, muchas familias se configuran con un miembro que ocupa este rol. Un rol que le es asignado y del cual es difícil salir.
Carol Aravena es psicóloga clínica especialista en trauma complejo y herida de infancia y trabaja con niños, adolescentes y adultos que han vivido bajo esta dinámica familiar. La terapeuta explica que, en el contexto de la terapia de familia, el término oveja negra se utiliza para describir a aquel miembro del grupo que se percibe así mismo y es percibido de manera diferente. Aquel que de alguna forma no encaja o no se adapta en el sistema familiar. Este miembro puede tener comportamientos o actitudes que difieren de las normas y expectativas familiares, lo que a menudo lleva a conflictos y tensiones dentro del sistema familiar.
La psicóloga aclara que la figura de la oveja negra en una familia puede surgir a partir de una variedad de circunstancias o escenarios. “Puede ser el resultado de diferencias de personalidad, valores, intereses o estilo de vida entre el miembro en cuestión y el resto de la familia”, comenta. “A veces, el papel de la oveja negra puede asignarse a alguien que ha desafiado o cuestionado las dinámicas familiares disfuncionales o ha expresado puntos de vista divergentes”, agrega. Y comenta que, en su experiencia trabajando con pacientes que han sido ovejas negras dentro de sus respectivos grupos familiares, estas personas tienden a sentirse alienadas, incomprendidas o juzgadas por el resto de la familia. “Es importante tener en cuenta que el concepto de oveja negra en terapia familiar es una metáfora para entender y explorar las dinámicas familiares, pero no debe utilizarse para etiquetar o estigmatizar a ningún miembro de la familia. Cada persona es única y tiene su propio conjunto de experiencias y contribuciones valiosas dentro de la dinámica familiar”, agrega.
Y si bien en la mayoría de los casos ser la oveja negra no es simplemente una coincidencia, sí pareciera ser un destino inevitable. Porque la oveja negra corresponde a un fenómeno que permite a sistemas familiares tóxicos funcionar y sostenerse a pesar de las fallas. Existen familias que necesitan de una oveja negra para subsistir. Según estudios realizados por el psicólogo norteamericano Zachary Rothschild a principios de la década del 2000, estos miembros de la familia son una piedra angular que soporta el sistema cumpliendo dos funciones: por una parte permite que los demás miembros de la familia mantengan una sensación de bienestar al percibirse como superiores o mejores que la oveja negra; por otro, le permite a los demás mantener una noción de aparente control sobre las situaciones complejas de la vida porque, todo lo negativo que enfrentan, se vincula a la oveja negra. Aquí, precisamente, es donde los especialistas han encontrado la conexión entre la figura de la oveja negra y un síndrome conocido como el Scapegoat Syndrome o Síndrome del Chivo Expiatorio en el que, familias compuestas por al menos un miembro narcisista requieren de la figura de la oveja negra o del chivo expiatorio para compensar los efectos de ese narcisismo.
Carol Aravena explica que los conceptos de oveja negra y chivo expiatorio están estrechamente relacionados dentro del contexto de la psicología familiar. Ambos términos hacen alusión a un miembro de la familia que es señalado o culpabilizado de manera desproporcionada por los problemas o conflictos familiares. Salvador Minuchin, terapeuta familiar argentino fue uno de los precursores del concepto y explica que el Síndrome del Chivo Expiatorio se refiere al patrón de desviación de los conflictos a una persona o miembro de un grupo específico. Lo que lo convierte en el foco principal de la culpa y la responsabilidad de los problemas dentro del sistema familiar. “Este individuo asume el papel de ser el culpable de los conflictos y las dificultades familiares y, a menudo, se le atribuyen características negativas o se le excluye y margina dentro del sistema familiar”, explica Carol.
¿Por qué yo?
Desde sus orígenes, el chivo expiatorio era un individuo que cargaba con lo que en realidad era responsabilidad de todos. A través de un ritual la tribu elegía a un animal del rebaño para radicar en él todos los pecados del grupo. Luego, este chivo u oveja marcado, contaminado, era sacrificado para liberar la culpa del conjunto de personas.
Es así como el chivo expiatorio y la oveja negra evolucionaron para convertirse en roles que son asignados dentro de la dinámica familiar. Surgen como una forma de mantener el equilibrio y la homeostasis dentro del sistema familiar al desviar la atención de los problemas de fondo o las disfunciones que puedan existir. “La designación de un chivo expiatorio o una oveja negra puede aliviar la presión sobre otros miembros de la familia, quienes se sienten temporalmente aliviados al atribuir los problemas a un solo individuo”, explica Carol Aravena.
Finalmente, a pesar de que sentimos como si fuésemos realmente culpables, ser la oveja negra de la familia suele tener poco que ver con nosotros y mucho con la dinámica de interacción familiar. “Atribuir a los actos propios un resultado negativo cualquiera o a causas desconocidas hace que aumente la incidencia del concepto de chivo expiatorio”, explica Rothschild en su estudio. Otros psicólogos también han podido constatar que ser la marca oscura dentro de la familia, en general, no tiene que ver con que sea efectivamente la persona el problema sino más bien con una familia que requiere de esta figura para subsistir.
Gary Gemmill, terapeuta y profesor de Comportamiento Organizacional de la Universidad de Syracuse en Estados Unidos, plantea que el rol del chivo expiatorio emerge en grupos en los que los miembros buscan distanciarse de la ansiedad y la sensación de amenaza que ciertos escenarios pueden causar. Y lo hacen usando a alguien a quién se le atribuye la responsabilidad de todas estas situaciones negativas. “Esta persona sufre de manera abierta la carga y el estrés de la familia permitiendo que el sistema social de relaciones tenga una apariencia estable y saludable”, explica el especialista en su estudio Dinámicas del chivo expiatorio en grupos pequeños. “Este rol es asignado por los demás miembros de la familia de forma encubierta producto de su propia necesidad emocional de evitar examinar y mejorar las dinámicas familiares”. Según el estudio, la creencia que prevalece es que si esa oveja negra deja de comportarse como lo hace y deja de causar problemas, entonces todo funcionaría de forma armónica dentro de la familia. Sin embargo, el especialista aclara que esto es solamente una demostración de pensamiento mágico porque la única forma de cambiar o mejorar un sistema familiar es haciendo que todos los miembros cambien y mejoren.
Si bien salir de la dinámica de la oveja negra es difícil producto de la importante función que cumplen, no es imposible. Carol Aravena explica que para comenzar a quitarse el estigma que trae consigo este rol, es importante reconocer y entender el sufrimiento que ha causado en uno mismo el crecer como la oveja negra. “Ser constantemente juzgado, criticado o excluido, puede dejar heridas emocionales profundas y afectar el sentido de valía y pertenencia”, comenta. “En ese sentido, es importante recordar que el papel de oveja negra no define quién eres como persona. Eres mucho más que las expectativas y las opiniones negativas que otros hayan proyectado sobre ti”.