Streaming forever
En solo seis años pasamos de ver un capítulo a la semana a las maratones de series (y a la hora que queremos). ¿Qué vendrá mañana?
Paula 1239. Sábado 18 de noviembre de 2017. Edición aniversario 50 años.
¿Cuándo fue la última vez que pasaron un largo rato viendo televisión por cable? Sin contar canales de deportes o a los niños viendo dibujos animados. Yo, sinceramente, si estoy frente a un televisor con cable, tras un zapping rápido y sin destino me estaciono en un solo canal (el Gourmet, ojalá con Marcela Lovegrove y el maestro Osvaldo Gross). Si llego a pasar por una serie –y sobrevivir el doblaje al español–, me molesta la cantidad de publicidad que debo soportar. Imposible no preguntarse si es necesario pagar por 100 canales, si veo realmente solo dos, ¿y más encima ajustarme a sus horarios?
Hoy somos esclavos del streaming, de Netflix, de Amazon, de HBO Go (aunque funcione mal todavía en Latinoamérica) y, si se tiene acceso, de FoxPlay. Es una vida feliz, sin publicidades y con un mar de opciones para verlas cuando a uno se le da la gana. Pero comienza a asomarse el terror: ¿qué viene ahora? ¿Tendremos que tener 10 apps distintas para poder ver todas las series que se necesitan para estar al día con la conversación social? ¡Ayuda!
Si hace solo seis años no teníamos Netflix en nuestras Smart TV, hoy los canales de televisión están revolucionados tratando de hacernos llegar su contenido. Estamos en medio de la ola revolucionaria. Netflix crece exponencialmente y, al minuto de escribir estas líneas, alcanza los 109 millones de suscriptores en el mundo entero y contando. Ante esto, hay otras productoras que están decidiendo lanzar su propia plataforma de streaming, y no compartir lo suyo. Es el caso de Disney en Estados Unidos, que lanzará su propio sistema para mostrar películas y series (algo que, por ahora, no afectaría a Latinoamérica). HBO jamás le pasará las suyas a Netflix, y ya cedió en ofrecer suscripción, sin necesidad de cable, a su plataforma online; hace un par de años los ejecutivos decían que ese no era su negocio.
Cuando se trata de tecnologías, por el momento hay esperanzas en la realidad virtual, y en tenernos a todos sentados con esos lentes especiales, capaces de sumergirnos en los escenarios de nuestras series, y volver la experiencia más inmersiva. Pero hace unos años la esperanza era otra: tenernos a todos sentados con anteojos 3D, y esa tecnología no se masificó explosivamente. Pareciera que somos legión los que no queremos participar tanto –ni ponernos cosas en la cabeza para echarnos a ver Game of Thrones– sino que, simplemente, ver.
Y, quizás, tener poder. Por el momento, entonces, el futuro de la TV está en un smartphone, con el espectador eligiendo qué escena quiere ver, usando, al mismo tiempo, un casco de Realidad Virtual. Esto, multiplicado por cada canal y su propia app. Qué agote, ¿no?
Más poder
Hay un realizador que está directamente jugando con darle más poder al espectador: Steven Soderbergh, quien está trabajando en Mosaic, una producción de misterio con Sharon Stone. La novedad es que antes de aparecer en la pantalla de HBO con un par de capítulos, será lanzada como aplicación, permitiendo a quien la sigue ir eligiendo por dónde avanza. Tampoco son opciones infinitas, ni un "cree su propia aventura", sino que cada escena tiene un par de posibilidades para hacer clic; el final quizás sea el mismo, pero el camino avanza a gusto del consumidor. "Narración interactiva", es el nombre de la técnica a estrenar.
El futuro es hoy
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Fotografía: Gilles Lambert en Unsplash.[/caption]
Un artículo en The New York Times decía que el porvenir de la TV estaba siendo justo ahora, y lo describía como desordenado, por la cantidad de aplicaciones que parecieran querer tomarse nuestras vidas. En Estados Unidos comienza a declinar el número de suscritos al cable, y encuestas dicen que los televidentes quieren pagar solo por los canales o contenidos que realmente ven. La revista Forbes apoya de alguna manera la tesis, ya que sostiene que si hay algo seguro sobre la TV que veremos, es que es y será a la carta.
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