Te sientes un poco hinchado, a veces te duele el estómago, o te llenas de gases después de comer ciertos alimentos. En vez de ir a un doctor, le cuentas a alguien de tu círculo o simplemente googleas, y los probióticos en suplemento aparecen como esa solución mágica que tanto estabas buscando. ¿Te suena familiar?
Aunque es muy común consumir este tipo de suplementos sin supervisión médica bajo la creencia de sus beneficios gastrointestinales, un artículo publicado en The Washington Post alertó sobre su uso en personas con una buena salud de base. Según el reporte, tomar probióticos de manera indiscriminada puede ser dañino, al provocar una alteración del equilibrio de las bacterias que viven en el tracto intestinal; una condición que se conoce como disbiosis.
Eso, en consecuencia, genera más hinchazón, más dolor y más problemas gastrointestinales en general (estreñimiento, diarrea, gases).
“En la clínica donde trabajo, vemos muchísimos pacientes que vienen con alteraciones digestivas, ya sea hinchazón, gases, sobrecrecimiento bacteriano, parásitos u otros; que se autorecetan probióticos y eso les ha caído peor”, sostiene la nutricionista Belén Sánchez (@nutricion.bs), especialista en patologías digestivas. “Hay estudios que están mostrando efectos secundarios de los probióticos. Y es que tomar grandes cantidades de bacterias ‘buenas’ puede ser un problema, ya que quizás no solo vamos a poblar el colon, que es donde deberían vivir principalmente, sino que también podrían terminar yéndose hacia en el intestino delgado y producir un exceso de fermentación de los alimentos. Entonces eso generaría más síntomas digestivos y malestares en general”.
Pero, ¿qué son probióticos? Básicamente, son microorganismos vivos que actúan en el aparato digestivo y que, al ser consumidos de manera adecuada, tienen el potencial de mejorar el equilibrio de la microbiota intestinal. Naturalmente se encuentran en alimentos fermentados como el vinagre de manzana, el queso, el chucrut o el yogur; y en general los especialistas recomiendan adquirirlos a través de estas fuentes. Así, no solo se obtienen los beneficios de los probióticos, sino también de los prebióticos que, por su alto contenido en fibra, actúan como nutrientes para la microbiota humana. Es decir, son una especie de ‘alimento’ para el probiótico, estimulando así su crecimiento y actividad.
“Estos ‘bichitos’ son necesarios para poder mantener una barrera intestinal normal y absorber los alimentos sin generar inflamación o daño. Si están en desequilibrio, se pueden tener problemas malabsortivos, dolor o hinchazón. Incluso pueden entrar ciertas toxinas que podrían alterar hasta el funcionamiento del sistema nervioso central. Como hay una superficie gastrointestinal irritada, se van a generar problemas en los otros sistemas también”, dice el nutriólogo de la Clínica Las Condes, Juan Carlos Vega.
Es por eso que hace un par de años se popularizó su consumo en formato de suplemento. Una alternativa que podría ser beneficiosa en algunos casos particulares, pero que Sánchez comenta que aún se encuentra en estudio su eficacia médica. “Todavía no existe suficiente evidencia sobre el uso de estos suplementos porque no pasan por las mismas pruebas rigurosas por las que sí lo hacen los medicamentos. Pero lo positivo es que cada vez se sabe un poco más sobre cepas que sí están teniendo más eficacia”, explica.
Esa utilidad radica, por ejemplo, en casos de pacientes que están con diarrea producto del consumo de antibióticos -uno de los campos con más evidencia sobre el tema-, o de personas que tienen un desequilibrio en su flora intestinal y necesitan de algún probiótico específico. “Ahí lo ideal sería saber qué cepa o qué grupo de bacterias están en déficit, pero esto solo podríamos verlo a través de un test de microbiota, que actualmente no está disponible en Chile. Con eso se podría determinar, por ejemplo, qué tipo de bacterias es necesario suplementar”
“Esto es más complejo de lo que la gente cree porque no a todos les sirve el mismo suplemento, eso va a depender de la patología de cada persona”, manifiesta Juan Carlos Vega.
Es por eso que el especialista recomienda, como consejo general, mejorar la flora basal a través de la alimentación para así evitar tener efectos secundarios no deseados. “Hay estudios que demuestran que si se hace de manera natural, aumentando el consumo de fermentados, podría haber hasta un mejor efecto que solo dando un tipo de probiótico específico. La idea es que las personas puedan mantener a la flora bien alimentada y viva mediante la comida. En Chile, como población, somos malos para comer fermentados, entonces sería deseable partir desde ahí: nutriéndonos con comida poco procesada y natural. Porque además, para sostener un cambio de microbiota en el tiempo, es necesario que se consuma fibra para alimentar esas bacterias que aportan los probióticos”, dice.
Así, los especialistas aconsejan mantener pautas saludables, porque con pequeñas acciones como nutrirse con comida natural o hacer actividad física, estamos potenciando ese equilibrio tan necesario de la microbiota intestinal. “Hay que derribar ese mito de que no es llegar, ir a la farmacia y comprarse el probiótico. No debemos olvidar que al final nuestra microbiota es única. Ninguna es igual a otra. La edad, el género, los hábitos y lugares donde una persona vive, van a influir en esa composición. Hay que saber conocer y escuchar el cuerpo de cada uno”, finaliza Belén Sánchez.