"Yo siempre he escapado de las estructuras que te guían hacia una forma fija de pensar y en este trabajo siempre hay nuevos problemas que resolver", Patricio Espinoza
Dedicarse a hacer esculturas de plumavit es una ocupación atípica y la historia que trajo a Patricio Espinoza (50) al taller de esculturas del Teatro Municipal de Santiago también lo es. "Yo trabajaba como vendedor en una tienda de jeans en el centro de Santiago en esos años", recuerda. "Era época navideña y me encargaron hacer un viejo pascuero entrando por una chimenea de plumavit para decorar una vitrina. Justo pasó por fuera de la tienda uno de los escultores jefe del taller y vio lo que yo había hecho, entró y me ofreció trabajo".
El resto es historia. Patricio ya lleva más de 25 años dedicado a crear toda clase de figuras a partir de este material hecho a base de poliestireno que se caracteriza, entre otras cosas, por ser extremadamente ligero. Precisamente por lo liviano que es, es muy fácil de manipular y hace que sea el material ideal para crear las imponentes escenografías que requieren las producciones del teatro. "Trabajamos con plumavit porque es rápido y práctico. Una pieza de plumavit se puede tallar, pero también se puede usar como base para fundir un molde de fierro y crear reproducciones en serie de una misma figura", explica Patricio.
En el taller de esculturas no se utiliza el plumavit que la gente compra en la ferretería. "Trabajamos con un tipo de poliestireno expandido que tiene una densidad mucho mayor que el común. Para poder tallar una escultura necesitamos que, además de aplicarle calor para darle las formas, sea un material que nos permita darle las terminaciones finales con lija y escobilla. Si fuese un plumavit muy blando se desgranaría como un choclo", explica.
Para darle forma a las esculturas, Patricio utiliza herramientas que aplican calor y derriten el aislapol sin quemarlo. "Dependiendo del espesor del micrón vamos logrando distintos efectos. Podemos hacer cortes rectos o curvos", cuenta. "Todo el trabajo se hace a partir de un boceto. Esa idea original viene hecha por el diseñador y nosotros tenemos que darle vida". Pero las creaciones de Patricio y el equipo que trabaja en este taller no son solamente ornamentales. "Tenemos que adaptarnos al espacio que va a ocupar la escultura en el escenario, considerar si es una figura que va a tener movimiento o no".
Dentro de las producciones más queridas para Patricio está el montaje de la ópera de Verdi, Nabucco. "Para mí ese trabajo fue muy desafiante porque el escenógrafo a cargo fue Roberto Oswald. Todo era enorme", recuerda. "Nabucco fue una de las últimas óperas que hicimos para él y fue una de las escenografías más interesantes que me ha tocado hacer".
Patricio se define como una mente inquieta que siempre está tratando de pensar en soluciones alternativas. Quizás por eso no es muy fanático de la educación formal, pero sí del aprendizaje a través de los años de práctica en el taller del Municipal. "Hay que abrirse a las posibilidades y mantenerse despierto. Yo siempre he escapado de las estructuras que te guían mucho hacia una forma fija de pensar o de ser, y en este trabajo siempre hay nuevos problemas técnicos que resolver", dice. "Cada escenógrafo que llega tiene una propuesta nueva. Quiere hacer algo diferente y nosotros tenemos que adaptarnos a eso. El Nabucco de este año no es el mismo de hace 10 años o el de hace 30. Hay nuevos desafíos, nuevos materiales, nuevas restricciones. Eso es lo que me encanta".
Patricio Espinoza (50) trabaja hace más de 25 años como escultor en plumavit en el taller de esculturas del Teatro Municipal.
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