La psicóloga Tamara Otzen es académica de la Universidad de La Frontera, Presidenta de la Fundación para la Prevención del Suicidio (OPA) y Directora alterna del Núcleo Milenio de Sociomedicina. Con más de doce años de trabajo en esta área, ha centrado su investigación en el estudio de la mortalidad por causas externas, con especial atención a aquellas situaciones en las que las personas atentan contra sus propias vidas. Su interés sobre el suicidio y las autolesiones surgió al realizar análisis de tendencias, donde observó un aumento preocupante en los casos de mujeres y población joven. Sorprendentemente, los registros de suicidio comienzan a los cinco años.
Consciente del impacto significativo de estos números, Otzen se ha comprometido a buscar soluciones para que las personas encuentren apoyo y ayuda antes de tomar decisiones tan graves. Sobre todo donde ella vive, en la Región de la Araucanía, la cual supera todos los años los promedios de suicidio en Chile.
La semana pasada fue parte del Congreso Futuro, específicamente del bloque de investigadoras para entender el mundo, y allí presentó cifras y reflexiones que ha cotejado tras estos años. “Si no se pone la tecnología al servicio de la salud mental vamos a tener dificultades”, dijo la experta. Y justamente eso es lo que quieren hacer a través de OPA, desarrollando un centro, un chatbot y una aplicación para asistir a las personas, especialmente los más jóvenes, que necesiten ayuda.
“Nos dimos cuenta en las entrevistas de autopsias psicológicas, las que se le hacen a las familias y amigos de las personas que se suicidaron, que la mayoría no tenía el perfil que se asume, sino que por el contrario, muchos eran deportistas, o mujeres jóvenes, con hijos pequeños. Todos gritaron ayuda explícitamente, desde distintas formas. Todos lo dijeron claramente. Comenzaron con un cercano y cuando este se asusta y les dice ‘no está bien ese pensamiento’, la persona se siente impertinente, incomprendida y aislada. Necesitamos concientizar a la gente para que reaccione desde el cariño y el respeto. Tenemos que ser impertinentes y volver a preguntar cómo estás, porque eso se ha perdido”, dice la experta.
¿Qué pasa hoy con la cultura y la representación del suicidio y la salud mental?
Es un tema que genera interés mediático. Hay algo sobre el suicidio que resulta llamativo y, aunque es positivo que los medios de comunicación aborden el tema, como lo vimos con la serie Thirteen Reasons Why, en comunidades más pequeñas, la conducta suicida tiende a romantizarse y se crea un efecto de contagio. Actualmente estamos viendo contenidos donde el suicidio se legitima como una opción o se presenta como una solución a los problemas. Me ha ocurrido bastante con las series coreanas, por ejemplo, donde los protagonistas intentan quitarse la vida antes de que cambie su destino. Aunque no es un fenómeno que haya estudiado formalmente, sí lo estoy observando. Creo que debemos preguntar a los jóvenes cómo lo están percibiendo. Como adultos, que quizás no estamos viendo este tipo de series, no nos damos cuenta de cómo los jóvenes están inmersos en la temática del suicidio. En las charlas uno se da cuenta de que manejan mucho el tema de la salud mental, pero en la práctica siguen compartiendo canciones o contenido relacionado. Esto constituye un factor de riesgo, pero ahora que está tan presente, me llama la atención y quiero comprender qué perspectiva les están dando. Cuando regresemos en marzo a trabajar en los liceos, sin duda, esto será algo que tendremos en cuenta.
¿Por qué la Araucanía supera los promedios nacionales de suicidio todos los años?
Existen múltiples factores, uno de ellos es la pobreza, con altos niveles de cesantía y situaciones familiares donde los niños pueden escuchar expresiones como ‘si no estuvieras, no tendría problemas económicos’. En ocasiones, un joven menciona que se agotó algo en la casa, y la respuesta del padre es un cansado ‘pucha, viste’.
Esta región cuenta con la mayor cantidad de personas pertenecientes a la etnia mapuche, quienes enfrentan discriminación y prejuicios que constantemente les dicen ‘eres diferente, no perteneces’. Todos estos factores, en última instancia, contribuyen al problema. Además, a nivel biológico, la reducción de horas de luz está vinculada con mayores índices de depresión, lo que se relaciona directamente con el aumento de casos de suicidio.
También la ruralidad, donde los servicios de salud están muy lejos y por ello las personas se sienten aisladas. La dificultad de acceso a servicios de salud es notoria; incluso si logras llegar, te dan una cita para dos meses más tarde, lo que significa guardar tus sentimientos de depresión o deseos de no vivir en una cajita.
¿Cuáles podrían ser alternativas o mejoras en el sistema de atención psiquiátrica para abordar la falta de acompañamiento y pertenencia?
Hay toda una red de factores sobre acompañamiento y pertenencia que no están cubiertos. Justamente desde el gobierno la campaña apunta al ‘no estás solo’, pero de los casos estudiados, todos estaban bajo tratamiento psiquiátrico y medicación, y muchos enviaron más de 80 correos a sus psiquiatras advirtiendo que se iban a hacer daño, pero los psiquiatras no trabajan los domingos. Las personas buscan ayuda antes de terminar con su vida, buscan alguna razón o señal para resistir. También hay evidencia que dice que la hospitalización es toxiquísima porque te hace sentir más solo, más lejos de tu comunidad, y cuando sales decides terminar con tu vida. Los porcentajes de personas que se matan posterior a la hospitalización son altísimos, entonces qué tanto sirve que hayan más camas de psiquiatría cuando a la gente la dejen sola en una sala horrible, sintiéndose pésimo, y una vez que salen, sin acompañamiento, las personas se sienten un cacho. ‘Mira lo que le hago pasar al resto’, es la conclusión que pueden sacar. Y eso puede ser fatal. Falta una educación social en torno al tema.
¿Cómo crees que las expectativas sociales contribuyen al aumento de las tasas de suicidio?
Existe un tema importante relacionado con las expectativas, especialmente con la pregunta ¿cómo se imaginan el futuro?, que puede ser contraproducente. Las cifras de suicidio son más alarmantes durante el año nuevo, el momento en que reflexionamos sobre lo que hemos hecho, evaluamos nuestro año y contrastamos nuestras expectativas ideales con la realidad. En ese punto, las expectativas se convierten verdaderamente en un factor de riesgo. El día específico en que más personas se quitan la vida es durante el año nuevo, un momento asociado con celebraciones. Las cifras también aumentan en septiembre, más allá de la primavera, debido a numerosas celebraciones y cumpleaños durante el segundo semestre. La expectativa de disfrutar de estas festividades puede generar presiones significativas. La pregunta sobre cómo pasamos estas celebraciones puede ser odiosa para aquellos que están sufriendo. Al observar las redes sociales y ver las fiestas, surge la presión de conectarse con esa alegría aparente. La expectativa de vivir estas experiencias positivas, como en las celebraciones del dieciocho o en días feriados, puede resultar perjudicial para aquellos que no están sintiendo lo mismo. Así, desde septiembre en adelante, aumentan las tasas de suicidio. En este mes, la gente comienza a sentir que se acaba el año, que no cumplieron metas, que no están en el camino adecuado, que no les fue bien en su rendimiento. La sociedad debe preguntarse en qué medida respeta el hecho de que algunas personas no disfrutan de estas celebraciones y que otros pueden no tener claro qué quieren estudiar.
¿Qué podemos hacer como sociedad para contribuir a la disminución de suicidios?
“Tenemos un podcast llamado Parloteo Suicida, donde abordamos diferentes aspectos relacionados con el suicidio. Hasta ahora, hemos completado dos temporadas, cada una iniciando el 10 de septiembre, el Día Mundial de la Prevención del Suicidio. Estos son episodios cortos que te ayudarán a comprender mejor este tema y a estar más receptivo para identificar a personas en posible riesgo, incluso si no expresan directamente que quieren hacerse daño. En la segunda temporada, abordamos consejos para educadores y apoderados, ofreciendo sugerencias prácticas en un lenguaje cotidiano. Queríamos evitar lo técnico y enfocarnos en tips útiles sobre cómo acercarse y cómo interactuar. Además, la Organización Mundial de la Salud ofrece cursos que son gratuitos, certificados y se imparten de manera sincrónica. Estos se centran en los primeros auxilios psicológicos, proporcionando herramientas importantes para profesionales de la salud y cualquier persona interesada en aprender. Finalmente, tenemos un manual de redes que contiene información sobre recursos y centros de atención, especialmente útiles en situaciones de riesgo donde se necesita proporcionar un número de teléfono de ayuda. Aunque nuestro enfoque principal es la Región de la Araucanía, la mayoría de estos recursos son accesibles en línea, lo que los hace útiles para cualquier persona. En resumen, si deseas ayudar a tu entorno y aprender más, te recomendaría escuchar nuestro podcast y realizar estos cursos. Están diseñados para mejorar la empatía y fomentar la creación de comunidades solidarias. Además, contar con conocimientos sólidos en salud mental puede marcar la diferencia cuando se trata de ayudar a quienes nos rodean.