Suspendieron las clases en los colegios y con esa medida comenzaron las tareas y la educación en casa. Noticia que por una parte generó alivio y por otra parte preocupación en los padres, que a través de los grupos de WhatsApp se preguntaban cómo enfrentar este nuevo desafío educativo en medio de la cuarentena.

Lo cierto es muchos papás reconocen estar sobrepasados por la cantidad de tareas que han tenido que enfrentar a raíz del coronaviris. Desde el teletrabajo y la contención emocional familiar, hasta cumplir con las tareas diarias que mandan de los colegios. Sobre el nuevo sentir social, Daniela Melkonian, sicóloga y directora del Centro de la Felicidad, señala que "como papás de un día para otro nos vimos sometidos a un sinnúmero de roles que no estábamos acostumbrados a llevar a cabo en nuestra vida diaria y esto genera altos niveles de estrés. Sumado a la presión por la cantidad de información que entregan nuestras redes sociales y noticieros. Vernos enfrentados a numerosas tareas, en las que debemos estar presentes para apoyar a nuestros hijos, no es fácil. Además, cada uno de nosotros tenemos contextos, capacidades y herramientas diferentes", explica.

Pasar de un día a otro a tener el colegio en la casa es casi imposible. Por una parte están los padres tratando de conciliar todas sus responsabilidades, y por otra están los niños que creen estar de vacaciones y quieren atención. En este escenario extraño y completamente nuevo, todo cambio drástico en la rutina diaria no deja inocuo a nadie.

"No se puede esperar que la casa sea igual al colegio y que los papás de un día para otro adquiramos las habilidades de un profesor, y menos cuando se trata de enseñarle a nuestros propios hijos. Entendemos que los colegios están agobiados y preocupados por la situación y están tratando de hacer lo mejor que pueden dentro de sus posibilidades. Sin embargo, es fundamental tomar el contexto familiar de cada alumno. Siento que tenemos que poder ajustar nuestras expectativas y entender que tenemos que entregar lo mejor de nosotros, pero no nos podemos hacer cargo de absolutamente todo porque esto puede generar mayores problemas a futuro", aconseja Daniela.

Para los niños esta situación también es nueva y desafiante, pero sin duda lo más difícil ante las numerosas tareas, es lidiar con el estrés de sus padres. Así lo creen María José Portales y Trinidad Schönherr, sicólogas de Impúlsate (@impulsate.talleres), quienes explican que si los padres están regulados emocionalmente, es más fácil que los niños puedan sobrellevar esta situación e incluso sacar provecho de la misma. "Los padres pueden aprovechar de enseñar a sus hijos el autocuidado físico y emocional, apoyándolos en la creación de sistemas y rutinas saludables. En el caso de que los niños estén sobrecargados de actividades académicas, se puede aprovechar de educarlos en el equilibrio, mostrándoles que no es necesario que todo quede perfecto y que en ocasiones es importante 'elegir las batallas'".

Cómo educar sin colapsar

¿Cómo ayudo a mi hijo que está aprendiendo cosas que yo nunca estudié? ¿Cómo hago si tengo un hijo que está aprendiendo a leer y depende ciento por ciento de mí y sus hermanos mayores se sienten abandonados? ¿Cómo imprimo las guías si no tengo impresora? ¿Qué hago para que mis hijos se sienten a hacer las tareas cuando quieren solo jugar? Son algunas de las preguntas más frecuentes en los chat de curso donde los padres buscan contención colectiva para enfrentar la educación en el hogar.

Ante todas estas preguntas, María José Portales y Trinidad Schönherr aconsejan que lo más conveniente para evitar el estrés tanto de los padres como de los niños, es tomar la situación actual con más liviandad, soltando los horarios exigentes de la rutina típica de un año normal. "No nos olvidemos que estamos viviendo circunstancias extraordinarias y que estas deben tomarse como una oportunidad para pensarse como familia y como ser humano", señalan y aconsejan algunas estrategias más para enfrentar este semestre escolar en casa.

• Autocuidado del adulto. Los adultos deben velar por su bienestar emocional y capacidad de regulación, ya que de esto depende en mayor medida, la regulación emocional de nuestros niños. En general, las desregulaciones afectan nuestra capacidad de oxigenación y esto incide en el funcionamiento de nuestras funciones ejecutivas, es decir, la capacidad de planificar, organizar, guiar, revisar, inhibir impulsos y lograr una meta. Por ejemplo, si estoy tratando de enseñarle matemáticas a mi hijo y me pongo ansiosa porque él no quiere o se desconcentra, esta ansiedad provoca que llegue menos oxígeno a mi cerebro y entonces pierdo la paciencia, no soy capaz de planificar y guiar al niño a hacer la tarea o contener mi molestia por su actitud. Por su parte, el niño, además de estar aburrido y molesto porque la mamá no le explica del mismo modo que lo hace el profesor, se siente afectado por esta hostilidad lo que provoca que también se estrese, llegue menos oxígeno a su cerebro y disminuya su capacidad de inhibir impulsos y tire el lápiz lejos. Entonces debemos fomentar los espacios de relajación a través de la respiración y determinar horarios realistas de estudio, con recreos que no se orienten solo al uso de pantallas sino también a actividades manuales, domésticas o físicas.

• Establecer una rutina diaria saludable y flexible, que considere las actividades académicas, como también tiempo de juego y esparcimiento.

• Antes de dormir tener un tiempo de conversación familiar, en donde los niños puedan expresar sus emociones, qué cosas están disfrutando y cuáles los están estresando. Esto con el objetivo de poder continuar con aquello que les hace bien y buscar soluciones para aquellas cosas que deben ser cambiadas o mejoradas.

• Antes de iniciar las actividades del día, revisar la rutina que tendrá, con el objetivo de que el niño pueda tener estructura y saber que además de tareas o trabajos, va a tener tiempo para jugar y distenderse.

• Frente el exceso de trabajo académico apoyar al niño en la elección de cuánta energía destina a cada tarea. Por ejemplo, si en el horario tenemos cinco horas totales destinadas a lo académico, revisar todo lo que tiene que hacer y distribuir el tiempo de trabajo. Preguntarle por ejemplo: ¿a qué trabajo crees tú que tienes que destinarle más tiempo y a cuál menos?

• Usar la tecnología al servicio de las relaciones interpersonales. Que durante el día los niños también puedan conversar y ver a sus cercanos, es decir, abuelos, amigos o primos.