En Chile, distintos estudios han mostrado que cerca del 4% de las mujeres ha experimentado un trastorno de alimentación en alguna etapa de la vida. Trastornos que pueden tener una especie de segunda vida o intensificarse durante épocas como Navidad, fin de año y, sobre todo, con la llegada del verano. Así, la temporada navideña, tradicionalmente asociada con alegría y celebración, puede resultar particularmente desafiante para personas que enfrentan Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).
La psicóloga clínica de Examedi María Paz Maldonado, ha trabajado con adultos y adolescentes con diferentes trastornos de alimentación y pacientes que se preparan o se han sometido a cirugías barbáricas. La especialista confirma que las fiestas suelen ser una temporada de alerta para quienes han vivido un TCA, enfatizando que la Navidad, con su enfoque cultural en los banquetes y la comida en exceso, plantea un desafío significativo. “Las actividades giran en torno a la comida y las personas con TCA tienden a experimentar una ansiedad intensificada, anticipando las celebraciones centradas en la comida. Esta conciencia aumenta el riesgo de recaída”, explica. Diciembre se convierte en un campo de pruebas y batallas para muchas mujeres, ya sea para aquellas personas con TCA diagnosticado, como para ese grupo amplio de mujeres que se mueve en un territorio gris y de relaciones disfuncionales con la comida.
Danae Valderrama es periodista (27) y una de las muchas mujeres que partió su camino en el mundo de los TCA con la normalización de prácticas extremas de dieta desde una edad temprana y que hoy enfrenta cada término de año con una carga adicional. Y aunque vive el TCA que la acompaña hace años con altos y bajos, durante otras temporadas logra mantenerlo a raya gracias al trabajo terapéutico y el tratamiento que recibió.
Algunas de las conductas que podrían indicar el desarrollo de un TCA son preocupaciones excesivas por el peso, dietas restrictivas o ayunos, atracones de comida, rutinas de ejercicio obsesivas, quejas constantes sobre el peso y la apariencia física, etc.
“El tema de las fiestas es algo complejo, al menos para mí. Estar rodeada de mucha comida y sabiendo que en instancias similares la fórmula era privarse extremadamente, es difícil”, comenta. El problema, aclara Danae, es que enfrentar las fiestas de manera restrictiva lejos del “aparente control”, suele llevar al estado completamente opuesto. “Lo malo de esa restricción es que después te generan atracones”, explica Danae. Instancias en las que ella —generalmente de noche— la llevaban al límite de la ansiedad y a comer de forma compulsiva todo aquello de lo que se había privado durante el día. “Y después de eso viene la culpa”, comenta. Y con ella, recuerda que llegaron también a su vida las ideas purgativas de inducir el vómito y nuevamente la restricción alimentaria.
María Paz Maldonado concuerda con que la exposición constante a alimentos tentadores y calóricos durante diciembre puede desencadenar luchas con el autocontrol. Maldonado destaca la presión de comer juntos, sintiéndose examinados y juzgados, lo que amplifica los miedos y el estrés en torno a la comida tanto para quienes tienen un TCA diagnosticado como para quienes no pero sí presentan una relación compleja con el cuerpo y la comida.
Y es que para las mujeres, el periodo de fin de año trae complejidades adicionales relacionadas con la imagen corporal y la salud mental. La psicóloga María Paz Maldonado observa que “las festividades de fin de año chocan con el inicio del verano, reforzando los estándares de belleza y la presión de lucir ‘adecuadas’ y ‘bien’ para los demás”. La yuxtaposición de mesas festivas abundantes con la insistencia social en cuerpos perfectos para el verano crea un entorno especialmente desafiante para las mujeres, pero se trata de una expectativa que cada vez se amplía más hacia todos los rangos etarios y más allá de la identidad de género femenina.
María Paz Maldonado describe varias conductas que podrían indicar el desarrollo de un TCA, especialmente durante las reuniones festivas. Estas incluyen preocupaciones excesivas por el peso, dietas restrictivas o ayunos, atracones de comida, rutinas de ejercicio obsesivas, pérdida de control, rituales de contar calorías, evitar actividades sociales por temor a enfrentar la comida, quejas constantes sobre el peso y la apariencia física, autoexamen frecuente en espejos y el uso de suplementos o laxantes. Reconocer estas conductas es crucial para la intervención temprana de un posible TCA.
Tradiciones y Creencias Problemáticas
María Paz Maldonado destaca que las asociaciones culturales y sociales entre la felicidad y el consumo de alimentos calóricos durante diciembre contribuyen a los desafíos enfrentados por las personas con TCA. La presión de enfrentar su mayor temor, la comida, se intensifica durante este mes. De manera similar, la llegada del verano intensifica la presión social relacionada con la apariencia física. Anuncios que presentan cuerpos impecables durante esta épica generan mayores niveles de ansiedad y distorsión de la imagen corporal para aquellos que ya luchan con un TCA.
Danae reconoce las complejidades de navegar la temporada festiva donde el ciclo de indulgencia, restricción extrema, culpa y comportamientos compensatorios se convierte en un patrón recurrente. Aunque ha progresado en el manejo de la bulimia, el aspecto psicológico sigue siendo un desafío en curso para ella. Recalcando la naturaleza intrincada y multifactorial de los trastornos alimentarios.
Comprender los desafíos matizados enfrentados por personas con TCA durante la temporada festiva es vital. Las percepciones de los especialistas y de quienes han sido diagnosticados con este tipo de problemas dan cuenta de la complejidad de navegar las festividades mientras se gestionan los trastornos alimentarios, subrayando la importancia del apoyo, la conciencia y la intervención temprana. Y esta última es especialmente relevante si se considera que, trastornos de alimentación son los problemas de salud mental con la tasa más alta de mortalidad dentro de los trastornos psiquiátricos y que, además, investigadores chilenos mostraron a través de un estudio publicado en 2011 que sí existe una fuerte relación entre la detección temprana es la base de la recuperación y permite que la relación con la comida, el cuerpo y consigo mismas, sane de forma más rápida.