Paula 824. Año 2000.
En color y en blanco y negro, la fotógrafa aprovechó la rica variedad de luces artificiales que ofrecen los vericuetos de la escena.
Camarines, pasillos, interludios, gestos efímeros configuran un universo cerrado de exigentes y duros oficios. Lo que el ojo tras la cámara atisbó son los momentos semisecretos de esos ritos.