La primera escena de la teleserie Machos de Canal 13 es elocuente. Comienza en verano, con seis de los siete hermanos Mercader jugando voleibol en la playa y su padre, interpretado por Héctor Noguera, gritando: “Demuestren lo que somos los Mercader”. Con Viña del Mar como escenario de fondo, esta ficción -emitida por primera vez en 2003- narraba la historia de ocho hombres de una familia conservadora que tenían que enfrentarse a conflictos o temáticas que rompían con el deber ser y las expectativas impuestas por un padre machista: fracaso matrimonial, impotencia sexual, homosexualidad o infidelidad.
A casi 20 años de su primera emisión, Machos sigue siendo un producto de culto de la televisión chilena. Su éxito, en 2003, fue avasallador. Bajo el slogan “la brutal pasión de siete hermanos”, esta ficción consiguió ser pionera en sintonía, ganándole el puesto a la teleserie líder en ese entonces que era Puertas Adentro de TVN. Los número hablan por sí solos: Machos tuvo un promedio de 38,8 puntos de rating, sin embargo su peak fue de 57 puntos durante el episodio de la dramática muerte de Valentina Fernández, la madre de los hermanos Mercader. A nivel publicitario, también fue un hit, pues según una investigación de la Universidad de Chile ha sido la teleserie que más ganancias le ha reportado a Canal 13 por concepto de placement.
“Me dan ganas de cuestionarme por qué Chile quise ver una teleserie así en ese minuto, por qué pegó tanto. Machos llevaba dos temáticas súper distintas, pero relacionadas: el universo de hombres zorrones y, en paralelo, el cuestionar el machismo o algunas actitudes que en ese tiempo no se hablaban. Es interesante el fenómeno. Con un disfraz de algo zorrón o cool, instalaron temáticas que a la larga iban a ser importantes para la sociedad. En Chile se avanza lento en los temas, entonces las teleseries hacen lo que pueden porque es un formato que está hecho para todo publico y, por lo tanto, tiene que complacer a la mayor cantidad de gente posible para que les vaya bien. Es un desafío poner temas así en un formato de este estilo”, analiza Lula Almeyda (@luladelbarrio), guionista y parte del programa de cine y series, No Sabes Nada Podcast.
Para la periodista y guionista Ángela Díaz, más conocida en redes sociales como @negracesante, es complejo analizar una teleserie luego de tanto tiempo de su producción, pues -dice- esos contenidos, al ser de consumo diario, reflejan un sentir y una mirada del momento. Sin embargo, sostiene que Machos no era una teleserie machista. “Pensar eso solo por el nombre es un error. De partida, el protagonista sí es un machista y misógeno, pero hace un viaje (en la ficción) donde termina perdiendo todo. Parte diciendo yo no tengo hombres, solo tengo machos, pero luego descubre que sus hijos tienen frustraciones por esa forma de crianza. Lo patriarcal del personaje que interpreta Héctor Noguera no es premiado. Es castigado durante toda la historia y eso lo convierte en una teleserie no machista y que te muestra el lado malo de ese modelo”, analiza.
Si bien en Machos se comenzaron a tocar temáticas disruptivas para la época, Silvia Guerrero, realizadora y gestora de la organización Nosotras Audiovisuales, afirma que tampoco se trata de una teleserie realizada bajo el alero del feminismo, partiendo porque su director fue Herval Abreu -acusado por abuso sexual en 2018 por actrices y guionistas-. “Quizás hubo episodios que cuestionaron el modelo, pero no sé si esta teleserie rompió esquemas, y gracias a ella la sociedad dejó de ser machista. No, no tiene ese galardón”, dice y agrega: “Desde nuestro punto de vista, tiene cero perspectiva de género. Eso no solo se ve en cómo se presentan los personajes, sino en el desarrollo que tienen. Por ejemplo, todos los personajes femeninos están al servicio de los masculinos, sin tener una evolución en cuanto a su vida personal. Y eso es terrible porque en la representación se ve como que no tenemos conflictos o intereses propios. Entonces, sí se trataron de poner temas que, en su momento, llamaron la atención, pero no los tocaron de una forma profunda, sino desde los clichés, estereotipos y trancas. Era una visión cerrada”.
Aunque el padre y los siete hermanos Mercader representaban y reproducían estereotipos de la época, en la teleserie se da cuenta de un fenómeno que -en pleno auge del feminismo- recién estamos cuestionando y conversando a nivel social: la masculinidad tóxica y la crianza bajo un modelo estricto y patriarcal. “El personaje del papá, Ángel Mercader, era un súper ejemplo de una persona maligna. Era manipulador, medio narciso, pero en este caso estaba bien representada esa idea del origen de la masculinidad tóxica: ese temor del macho supremo de ser vulnerable. Llevado a un extremo, eso significó perder a hijos por su terquedad y su forma de ver la vida tan autoritaria y desensibilizada. Entonces Machos cuestionó esa crianza, aunque para que exista un remezón mayor es necesaria una disposición que quizás no estaba en la época. Fue un precedente a lo que después íbamos a construir como sociedad”, analiza Lula Almeyda.
Uno de los personajes que mejor representa esas secuelas que es capaz de dejar la masculinidad tóxica es el de Adán Mercader -interpretado por Gonzalo Valenzuela-, que tiene problemas en su vida sexual por un trauma que se generó en su niñez cuando su padre lo llevó a un prostíbulo. “Eso me parece algo muy del machismo recalcitrante y que te muestra la masculinidad tóxica, antes que habláramos así del tema. Eso es un mérito porque no la premia. Los personajes que terminaban bien era porque dejaban este tipo de comportamientos. La teleserie, en ese sentido, mostraba las distintas sensibilidades o vulnerabilidades de estos hombres y cómo esa rigidez del padre los afectaba a ellos desde la crianza”, analiza Ángela Díaz.
Pero ese tema no fue el único que la teleserie puso sobre la mesa. En la ficción, también se habló sobre la diversidad sexual y los prejuicios que existían -por parte de la elite- frente a este tipo de relaciones sexo afectivas. Esa historia fue representada mediante el personaje de Felipe Braun, Ariel Mercader, que volvía a vivir con su familia luego de 10 años en España, enfrentando a su padre y sus prejuicios entorno a la homosexualidad.
Al respecto, en la tesis La Telenovela como Tecnología de Género y la Codificación Visual de la Disidencia Sexual Masculina en Chile de la Universidad de Chile se sostiene que Ariel Mercader rompe con los discursos y representaciones de la homosexualidad en la televisión de la época. Ya no se trataba –dicen– de un personaje cómico, femenino y estereotípico como sus predecesores, sino de una interpretación sobria y que apelaba a lo tradicionalmente atractivo o varonil. “Si bien todo el arco narrativo del personaje está marcado por la revelación de una sexualidad contranormativa clandestina, la codificación visual de aquella identidad provoca una disonancia entre aquello que se está declarando –Ariel ‘sale del clóset’ repetidas veces frente a su familia, y repite una y otra vez ‘esta es mi verdad: soy homosexual’– y el sistema de expectativas y convenciones que el código anterior había instaurado. Ariel es más parecido al resto de los personajes de Machos que a sus predecesores de la diversidad sexual. Esta nueva configuración de signos, o falta de signos, propone una nueva manera de representar, de corporizar, a un hombre gay: Ariel encarna la nueva diferencia sexual que aparece en las pantallas de televisión”.
Sin embargo, esa construcción más neutra podría tener otra lectura. “Eso es parte de una representación dual, del punto de vista en que este personaje tiene que ocultar su homosexualidad y eso hace que su forma de ser y comportamiento tenga que caer en un estereotipo para ser aceptado por sus hermanos y su padre. De alguna forma, Ariel se mostró así para ‘disfrazar’ su homosexualidad. Como trata de ocultar todo esto, lo lleva a no ser de cierta forma”, analiza Silvia Guerrero. Aunque nunca se vio a Ariel con una pareja ni tampoco se grabaron escenas explícitas de sus relaciones, la guionista Ángela Díaz afirma que este personaje fue una apuesta interesante de esta teleserie. “Me gusta este personaje, y valoro que su historia no era una anécdota, sino que hacía mover la trama completa porque generaba un terremoto en todos los hijos con su padre. Con la historia de Ángel, todos sacaban sus propios traumas. Eso funcionaba bien narrativamente, porque botaba al padre como un ídolo a seguir”.
Así, Machos mostró una sensibilidad propia de la época, con algunas señales de cambio, pero aún arraigada a ciertas estructuras del pasado. Un espejo de la sociedad de los 2000, que hoy parece lejano y que nos demuestra que -aunque ha sido lento- hemos cambiado nuestra forma de ver la crianza, las relaciones y las decisiones de vida. Ahora habrá que pasar a un siguiente nivel.