Hace varios años, iba saliendo de la urgencia de la clínica con un diagnóstico de pielonefritis, cuando mi jefe de ese entonces me pidió, por mensaje de texto, que enviara los correos que le debía cuando llegara a mi departamento. No importaba la licencia médica ni el dolor indescriptible, lo importante era que cumpliera con lo que había dicho que cumpliría esa mañana. La inexperiencia y el miedo a quedar cesante hicieron que no lo cuestionara, pese a la rabia y la impotencia que sentí en ese minuto. Me gustaría pensar que actualmente es algo que no aceptaría, pero no estoy tan segura.

La situación post estallido social y en plena crisis por el coronavirus se ve compleja. Ya en febrero, el Instituto Nacional de Estadísticas cifraba la desocupación del trimestre noviembre-enero en 7,4%. Y en marzo se dio a conocer que la pandemia había provocado un alza histórica en el desempleo en Estados Unidos, el cual alcanzó a 10 millones de ciudadanos.

Es por esto que muchas personas que aún mantienen su trabajo intentan hacerlo a como de lugar, dejando pasar situaciones que muchas veces pueden resultar abusivas o, al menos, fuera de lugar. Actividades que no corresponden, horarios que salen de la norma o una sobrecarga de trabajo, son algunas de las situaciones que se viven actualmente, sin que se levante la voz por miedo a perder el empleo.

El problema es que aceptar cada tarea que nos entregan, incluso aquellas que no nos corresponden, podría generar que en el futuro no podamos negarnos y que la carga laboral aumente injustificadamente. Pero negarnos, especialmente en situaciones como la actual, donde todo parece ser una contingencia, suena a no tener la camiseta de la empresa puesta o a no jugársela el todo por el todo.

"Si no está dentro de las funciones descritas en el contrato de trabajo, no pueden obligarte a hacerlo", dice la abogada María del Pilar Aranda, quien agrega que en la práctica esto es más flexible y va a depender de la relación laboral que exista. "Lamentablemente, en algunas ocasiones el empleado se siente obligado a realizar actividades que contractualmente no le corresponden, por miedo a represalias", agrega.

Según la abogada, a veces el empleado actúa con flexibilidad porque el empleador también lo hace, y mientras haya mutuo acuerdo no hay problema.

Cuándo decir que no

Según un artículo publicado en Forbes, titulado Cuándo decir que no en el trabajo, es importante mantenerse firme en la negación de un encargo en cinco ocasiones: cuando interfiere en tu capacidad por cumplir con tus obligaciones, cuando no es prioridad en comparación con tus otras responsabilidades, cuando no estás de acuerdo con la tarea asignada, cuando no sirve para cumplir un objetivo importante en tu trabajo, y cuando va en contra de tus valores o está más allá de tus capacidades.

Según explican, en la medida que te niegues a realizar una actividad asignada por alguno de estos motivos, no solo estás protegiendo tus intereses, sino que también los de tu empresa, pues en muchas oportunidades te pueden estar dando labores para las cuales no eres la persona indicada, por lo que aceptándolas podrías hacer un daño más que un favor.

Por otro lado, Harvard Business Review publica, en su artículo Cómo negarse a tener más trabajo, que no deberíamos ser tan tajantes con nuestra respuesta, aunque de buenas a primeras nos nazca una negativa. Recomiendan revisar bien la solicitud y analizarla, para concluir si realmente no te corresponde ni no suma a tu trabajo.

Una respuesta negativa que no venga acompañada de un análisis hará que tus jefes y compañeros sientan que no quieres participar ni cooperar, aún sin entender bien la solicitud que se te hizo. Si finalmente decides no tomar la extra carga, recomiendan ser directo y no irse por las ramas. Un "no puedo porque no me alcanza el tiempo" es más profesional y asertivo que inventar excusas y bajar el tono, por miedo a quedar mal.