Recuerdo vívidamente cuando hace algunos años desperté con la convicción de que una amistad ya no tenía sentido en mi vida. Y aunque recuerdo también haber decidido no ser más su amiga, en ese momento no tuve las herramientas para enfrentarlo y decir “esta relación ya no va más”. Opté, en cambio, por tomar distancia y dejar que el tiempo hiciera su trabajo. Años después, cuando ya ni siquiera recuerdo los motivos de mi distanciamiento, sí tengo claro cuánto me costó cerrar sin cerrar realmente el vínculo.
Dar fin a una amistad puede ser tan complicado y doloroso como terminar una relación amorosa. Sin embargo, el fin de una amistad es un tema del que poco se habla y no se discute, a pesar de que sus impactos emocionales pueden ser muy profundos, sobre todo en relaciones de amistad en las que hay mucha intimidad y cotidianidad.
Pero, ¿cuáles son los motivos para que una relación de amistad pueda empezar a desmoronarse? Infinitos: cambio de intereses, valores opuestos, formas de comportarse que son distintos a los propios. Personas con las que la relación se vuelve agotadora porque sólo habla de sí misma o cuando la relación implica más conflicto que apoyo. Todo esto y más pueden dar cuenta de que esa amistad ya no está funcionando para ti.
Aunque hay una suerte de romantización de los vínculos de amistad que prácticamente se daría por default, también es posible que una relación de amistad pueda tener tensiones. Aún así, es importante recordar que una amistad debe ser una fuente de bienestar. La amistad es un vínculo que damos por sentado y muchas veces lo dejamos estar sin detenernos a pensar si queremos seguir ahí. Otras veces nos quedamos sólo por costumbre o en honor a los años de historia.
En la medida que he ido envejeciendo, más valor le he dado a la amistad y he concientizado la siguiente pregunta: ¿esta relación afecta mi bienestar emocional? Si la respuesta es sí, cosa que me ha pasado, reflexiono sobre las razones para terminarla.
¿Esto que me pasa es temporal? ¿Nuestras diferencias podrían superarse con una buena comunicación? ¿En esta relación siento que no puedo ser yo misma? ¿Soy yo la que está remando para que esta relación funcione, mientras la otra persona es quien recibe los beneficios de un vínculo seguro? Preguntarnos esto, por muy duro que sea, puede ayudarnos a tomar cartas en el asunto, y confirmar si necesitamos cortar los lazos de manera definitiva o si simplemente se necesita un ajuste en la relación.
Si sentimos que para nosotros es poner fin a la amistad, la comunicación es muy importante. Aunque sé que es difícil, en honor a los años intentar conversar en persona, al menos por teléfono, permite que ambos expresen sus sentimientos con mayor claridad. Exponer nuestros sentimientos de manera honesta y con respeto en lugar de hacer acusaciones hirientes puede ayudar mucho a un cierre amoroso.
Como tenemos poca experiencia respecto de ponerle fin a una relación de amistad, es importante saber que al hacerlo es posible que nos sintamos tristes, nostálgicos, culpables o incluso aliviados. Debemos permitirnos sentir y darnos tiempo para procesar esas emociones. Ponerle fin a una amistad es una decisión que a veces es necesaria para priorizar nuestro bienestar, pero no deja de ser doloroso.
Si pudimos hablar, creo que es importante darse el espacio para procesar este nuevo estatus. Una amistad, aunque termine de forma pacífica, puede requerir un tiempo de distanciamiento para que ambos puedan procesar la experiencia. Esto también ayuda a que los recuerdos positivos de la relación no se vean empañados por un final poco claro o conflictivo.
Las amistades que terminan no tienen por qué teñirse de resentimiento. Resulta beneficioso intentar recordar los buenos momentos y los aprendizajes que esa persona trajo a nuestras vidas. Agradecer puede ayudar a cerrar este vínculo de manera sana y entender el propósito de su presencia.
Con el tiempo, me doy cuenta que terminar una amistad es, en muchos sentidos, también un acto de valentía. Nos confronta con el valor de nuestros propios límites y con la importancia de cuidar nuestro bienestar. Aunque sea un proceso doloroso, poner fin a una relación que ya no nos beneficia nos permite abrirnos a nuevos vínculos más alineados con quienes somos y queremos ser. Como en todas las áreas de la vida, en las amistades también vale la pena recordar que a veces soltar es la mejor forma de cuidarse.
* Dominique es Psicoterapeuta -sistémica, centrada en narrativas- y magíster en ontoepistemología de la praxis clínica. Se desempeña como docente universitaria y supervisora de estudiantes en práctica. Atiende a adultos, parejas y familias. Instagram: @psicologianarrativa.