Accesorio indumentario de tamaño, forma y dimensiones variables que reviste total o parcialmente la cabeza. A diferencia del sombrero, estructurado sobre la base de una corona y un ala, considera como parte del conjunto la disposición del cabello y los elementos utilizados para acomodarlo. En su elaboración intervienen materiales y adornos muy disímiles: pañuelos, velos, cintas, encajes, flores, bisutería, plumas.
ORIGEN
La aparición de los primeros tocados coincide con la invención de la vestimenta. Desde la Antigüedad las distintas culturas tienen especial cuidado en cubrir la cabeza en búsqueda de protección y estatus. Alrededor del 1500 a. C., en Creta, los hombres llevan imponentes tocados de plumas. Las mujeres emplean diademas y cintas asociadas a una cabellera larga y ensortijada donde enredan cuentas de perlas. Durante la Edad Media, las coronas de flores frescas constituyen el ornamento predilecto de las elegantes. Emergen asimismo las redecillas y el barboquejo. En los albores del Renacimiento el accesorio se diversifica dando lugar a inusuales disposiciones. Destacan el tocado cojín, una especie de almohadilla en forma de rosca, y el tocado de cuernos, un armazón de alambre que sostiene un delicado velo blanco.
TENDENCIA
Los tocados devienen tendencia hacia 1775, vinculados al auge de los primeros peluqueros y vendedoras de moda. En ese contexto alcanzan dimensiones inéditas. Sobre un cojinete de crin colocado en la cabeza, el pelo se distribuye y fija mediante horquillas y pomadas. Una serie de postizos -tirabuzones, trenzas- enmarcan el rostro. Además de cintas, plumas, hojas, ramas y adornos provenientes de la lencería, el tocado integra objetos de carácter temático y/o valor sentimental situados en el vértice: canastos de frutas o flores, un barco con sus velas desplegadas, entre otros.