El último sueño de Nicanor
Dos semanas antes de que falleciera el antipoeta, Paula se reunió con su nieto, Cristóbal Ugarte Parra (25), Tololo, en la casa de La Reina. En este, su relato, da cuenta de la rutina de Nicanor en sus últimos días. Lo que aquí publicamos es un adelanto de las páginas que revista Paula le dedicará a Nicanor en su próxima edición.
Paula.cl
Después de los 100
"Mi abuelo empezó a guardarse más en su casa y decidió dejar de manejar. En vez de darse vueltas en el escarabajo y detenerse en la calle a dar charlas y a hacer vida social, como solía, echaba a andar el auto, estacionado, y se paraba al lado de él, mientras tomaba el sol y llegaba gente a hablarle. Después del Premio Cervantes (2012) se volvió a 'poner de moda': el fanatismo creció exponencialmente, se validó internacionalmente y su casa se transformó en un museo, con él vivo adentro, al que llegaban alumnos de colegios y universidades, y hasta premios Nobel. También acudieron multitudes que ya no lo buscaban para conversar o discutir pensamientos intelectuales, sino para sacarle fotos, no sabiendo, prácticamente, nada de él. Se hartó de las multitudes y, desde entonces, dejó de contestar el teléfono y restringió las visitas".
El elixir
"En términos físicos, mi abuelo está sano. Está sordo, le cuesta hablar rápido y tiene la voz más quebrada y el pulso más inestable, a la hora de escribir. Pero no tiene dolores ni enfermedades, no se resfría y no toma remedios, salvo por el ácido ascórbico (vitamina C en altas dosis), hábito que aprendió del bioquímico y premio Nobel de Química (1954) y de la Paz (1962), Linus Pauling, hace 30 años. Desde entonces lo toma todos los días, sagradamente. Dice que eso lo mantiene vivo, que lo hace levantar cabeza. Una vez lo contó en una entrevista y la gente le empezó a copiar. En un momento dejaron de venderlo en Chile, así que ahora se lo pedimos a Estados Unidos. El café con leche, también, dice, es santo remedio. Y, si no puede dormir, su último cartucho es un vaso de whisky, que tiene en su velador. Todos esos son reguladores de los estados de ánimo, del 'bajón'. Él cree mucho en el 'efecto placebo'".
Mariposa resplandeciente
"En el último año he advertido un cambio de estado mental en él. Él habla de las cuatro edades del Código de Manú. Primero el neófito, segundo el galán y tercero el anacoreta, que alude al padre de familia que llega a cierta edad en la que se retira del mundo, del ego, de los bienes y de la propia familia. En algún momento, cuando se vino a vivir a Las Cruces, él se autoproclamó, prácticamente, como un anacoreta. Hoy día lo veo en la cuarta edad, la de la Mariposa resplandeciente, que es un estado superior al de todos los demás, de contemplación y consciencia absoluta. Dejó de hacerse cargo de ser el centro de atención, ya no está realmente ahí todo el tiempo y dice lo justo y necesario, aun cuando entiende todo y está lúcido. Está en la misma sintonía, pero en un estado diferente, que se rige por este no-obrar del sabio que plantea el Tao te King. Este es el estado culmine de su obra".
Los manuscritos
"'Hay que darles una pata' en lo' hocico, pero con espuelas de bronce. Hay que recuperar esos manuscritos por anga o por manga', son algunas de las frases que dice cuando se refiere a la recuperación de los manuscritos. Este es el tema que lo conecta, porque es el tema que tiene pendiente para morirse. Le hemos comprado y mostrado todos los diarios, desde que iniciamos este proceso. Él ha visto todo, está al tanto de la querella y eso lo tiene contento, porque es un tema que le preocupaba hace ya varios años. En uno de los últimos cuadernos que hemos recuperado se lee: "INVENTARIO. Ganas de volver ahora mismo. Toneladas de polvo en la biblioteca. Sacudir con un señor plumero a puertas y ventanas abiertas. Libro por libro, alguien que no sea asmático. Ojo con la biblioteca de La Reina".
Un sueño
"Hay un sueño que ha tenido en reiteradas ocasiones de su vida y que, últimamente, ha soñado con frecuencia. Cuenta que él va subiendo, con sus propios pies, por una escalera en forma de caracol, hecha de madera. A medida que sube, el estado de la madera se deteriora cada vez más y los peldaños se empiezan a podrir. De repente escucha una voz de una mujer que le habla, que le dice: '¡Tito!, ¡Tito!, ¡Tito!', como le llamaban sus hermanos cuando era niño. La voz es de la Violeta, pero él sigue subiendo porque no ve a nadie. '¡Tito!, no seas imbécil… ¡Tito!, ¿por qué no te matas?', le dice. Ahí, él dice que logra verla en el sueño y, de repente, desaparece y el despierta. Cada vez que lo sueña lo cuenta, pero nunca se ha atrevido a darle interpretaciones".
*Lee más sobre Nicanor Parra en la próxima edición de revista Paula.
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