Vivir el duelo después de terminar una relación amorosa y conectarse con el dolor, la soledad y la pérdida no es fácil, menos después de haber perdido a tu principal fuente de apoyo emocional. Si bien muchas personas se enfrentan a este proceso de manera individual, también hay quienes necesitan sostenerse emocionalmente en otros. Y por eso, buscan precipitadamente luego del quiebre, una nueva pareja que pueda ser su refugio.
Sostenerse emocionalmente en otros está bien
Si bien un clavo no saca a otro clavo, esta nueva pareja sí puede ayudar a contener emocionalmente a quien terminó recién su relación. Y, eso, dice Pía Urrutia, psicóloga y activista feminista en CIDEM (Centro Interdisciplinario de las Mujeres), es natural. “Las personas tenemos derecho a lidiar con la pena y el dolor acompañadas, no podemos atravesar todo individualmente, podemos apoyarnos en un otro. Ser sostén emocional de alguien en algún momento no me parece que es algo malo. Sin embargo, hoy veo mucho la patologización de la dependencia emocional, sobre todo en redes sociales. Muchas veces esperamos hacer procesos pulcros y lineales con esta idea de que tengo que estar “lista” para poder retomar mi vida amorosa, pero no siempre es así”, dice Urrutia (@lapsicologafeminista).
Poco después de terminar una larga relación, donde se hablaba de matrimonio, hijos y proyectos en conjunto, Francisca (27), en medio de la pena y el dolor, se embarcó en una nueva relación con un “hombre perfecto”, que la admiraba y estaba emocionalmente disponible para atender sus necesidades. “Esa nueva pareja fue mi contención emocional. Me apoyó muchísimo, él sabía que lloraba por mi expareja y aun así me abrazaba y me daba el espacio que necesitaba para sanar. Entendía cómo me sentía porque él había vivido algo similar”, dice.
Sin embargo, a pesar de haber tenido esa relación preciosa que Francisca tanto había querido para sí misma, no se sentía plena y decidieron terminar. “Él sabía que yo tenía que sanar y que estando juntos, no lo iba a lograr. Pensé, o me hicieron creer, que él iba a ser siempre el lugar donde me escondería y que tenía que enfrentar sola el volver a estar sola. Me repitieron tanto que no debo depender de nadie, que me lo terminé creyendo”, cuenta.
Para el neurólogo, psiquiatra, psicoanalista y autor de El amor que nos cura, Boris Cyrulnik, el amor de pareja tiene un poder transformador que puede ayudar a sanar heridas profundas causadas por experiencias traumáticas pasadas. Y es que ese amor da un sentido de pertenencia y conexión emocional que contrarresta los efectos negativos del trauma, como la sensación de alienación o desconexión, el daño en la autoimagen y la autoconfianza.
Para sanar, es importante tener un espacio de reflexión para poder resignificar lo ocurrido, dice Urrutia. Muchas veces se piensa el “darnos un espacio” como una práctica solitaria, pero no tiene por qué ser así. “El darse espacio es poder conectarme y para poder hacerlo, no necesariamente tengo que hacerlo sola. La compañía no es algo malo, al contrario, puede llegar a ser positiva. A veces uno puede conectarse sabiendo que está siendo sostenida por un otro y mientras seamos honestas respecto a nuestra situación, está bien”, asegura la psicóloga.
Pasar por un duelo estando en una nueva relación de pareja no es impedimento para reflexionar sobre la ruptura que se vivió, aprender de ella ni crecer emocionalmente, dice Piedad Concha, terapeuta sexual y de parejas (@ps.piedadconcha). “Encontrarse con alguien que está emocionalmente disponible, que te escucha, valida y acude cuando lo necesitas, es un acto de reparación enorme porque te lleva a confiar y a ser vulnerable en un espacio seguro, sobre todo habiendo recién terminado, con el dolor y el temor al rechazo y el abandono, que son muy comunes luego de un quiebre”, dice.
“La transparencia con respecto al proceso que estoy viviendo es clave para ser responsable afectivamente con el otro que no acaba de terminar una relación y que tiene todo el derecho a elegir si quiere quedarse o no”, agrega Urrutia.
Hay otros clavos
Justamente, tras terminar, es normal sentir inseguridad y soledad. Que nunca volveremos a estar en una relación así de buena, que no volveremos a tener el mismo sexo o que nadie nos entenderá de la misma forma, son pensamientos que se cuelan como susurros en nuestro inconsciente. Escondido en otro mito más del amor romántico, crecimos con la idea de que hay solo un “amor de la vida”, explica Urrutia.
“Para muchas mujeres la experiencia de estar con otra persona puede ayudarlas a darse cuenta de que ese no era el único clavo, porque hay otros clavos. Rompe con el mito del único amor porque te permite visualizar que hay otras posibilidades, que hay otros caminos. Puedo seguir disfrutando y no quedo limitada una relación”, dice la psicóloga y activista feminista.
Una semana después de que su larga relación de pololeo terminara abruptamente, Ana (24), seguía destrozada. Pero necesitaba el apoyo emocional y el cariño que ya no tenía, así que se acercó a un antiguo amor. “Me hizo salir del hoyo porque tenía otra cosa en la que concentrarme. Fue olvidar a mi ex. Fueron semanas de evadir. Me ayudó a distraerme mucho. Para mí era muy rico tener a esta persona que me sacaba de lugar y que era muy interesante. Me sirvió mucho para mi autoestima y para darme cuenta de que la vida sigue porque no se acaba el mundo cuando se acaba una relación y que hay muchas personas en el mundo que son muy bacanes”, dice.
Dejar de evadir para sanar
Así como lo hizo Ana, muchos además de buscar acompañamiento, quieren evadir sus emociones con esta nueva relación, algo que podría terminar siendo perjudicial. “Usar una nueva relación como una mera distracción puede dificultar que las personas enfrenten adecuadamente los sentimientos de dolor y pérdida que acompañan a una ruptura. Este mecanismo impide sanar porque no te deja hacerte cargo y conectarte con lo que emocionalmente te pasa”, explica la terapeuta Piedad Concha.
Y es que al desconectarse emocionalmente con lo que pasó y no hacerse cargo de ello, corremos el riesgo de llevar patrones no resueltos o problemas emocionales no abordados a la nueva relación, asegura Concha. “Esto puede crear un ciclo repetitivo de relaciones insatisfactorias o inestables. Las relaciones están influenciadas por las experiencias pasadas y las heridas emocionales no resueltas. Si una persona entra en una nueva relación sin abordar estas heridas emocionales, es probable que repita patrones dañinos que afectan negativamente la nueva relación, poniendo en riesgo el bienestar emocional de su pareja también”, dice.
Para sanar y trabajar aquellos patrones que identificamos como molestos y repetitivos, hacer terapia psicológica puede ayudar mucho. “Por lo general las personas identificamos que se nos repiten emociones. Esas son alertas de que hay algo que vuelve una y otra vez y pensarlo como un patrón ayuda a saber que eso no es un destino. Muchas veces tenemos esta idea muy rígida de que estamos destinadas a elegir parejas con tales características o a fallar en las relaciones, cuando no es así. Jung decía que eso que no se integra se transforman destino, por eso es tan importante poder conversarlo con las redes de apoyo más profundamente que un ‘amiga, date cuenta’”, concluye Urrutia.