Paula.cl
Santiago Sahli se instaló a vivir en Puerto Varas hace 7 meses junto a su pareja. Llevaba 10 años queriendo escapar de la ciudad. "Puerto Varas es una muy buena mezcla para quien quiere vivir en el campo, pero sin tanta desconexión, porque estás a 5 minutos del pueblo, que tiene movimiento y es muy entretenido gastronómicamente, con emprendimientos nuevos como panaderías, restoranes o como el de una niña que vende yogurt griego en su casa a partir de la receta de su abuela. Increíble", cuenta. Y fue precisamente la postal sureña lo que lo motivó y permitió en 5 meses llevar a imprenta un colorido libro con 28 recetas que fueron pensadas para carretear. Esta idea le rondaba por la cabeza hace 3 años cuando debido a su exitoso blog Sansabor.cl -que acumula cientos de recetas con nombres como Otras papas mayos, Tortilla esponjosa o Postre dieciochero- se convirtió en un experimentado y consultado food blogger. Eso, más sus estudios de diseñador y fotografía, le permitieron dar vida a este libro que recopila recetas rápidas y fáciles, pero siempre ingeniosas, entre ellas, conservar almendras aliñadas con cardamomo, comino y sal de mar, para estar siempre listos por si llega un invitado de sorpresa, o un camembert reposado 5 días y luego preparado con aceite de oliva, pimienta y tomillo.
¿Cómo surge la idea de crear este libro?
Un día se me ocurrió la idea de un libro/revista que se enfocara en temas más específicos. Esta idea se la planteé a Gerónimo Pérez, que es el director de Otros Pérez, que es muy amigo mío. A él le encantó y me dijo al tiro ¿por dónde partimos? Le respondí con desayunos. Me dijo no, parte por algo más de picoteo, aperitivos, la gente se complica con eso, necesita ideas. Ahí me puse a mapear todo lo que preparaba cuando invitaba a la casa y empecé a distinguir distintas áreas o temas como, por ejemplo, tener picoteo preparado para cuando llega un invitado sorpresa o cuando la idea es solo juntarse a tomar. Algo bueno de las recetas del libro es que todas se pueden hacer en distintas instancias.
¿Cuáles son tus preparaciones favoritas para recibir a tus amigos?
Yo soy bien bueno para invitar a almorzar y a comer, pero me gusta más convidar a almorzar porque me encanta la sobremesa, estar hasta la noche. Y además, me gusta el invierno, por lo que me fascinan los cocimientos, legumbres y cazuelas, pero si hago estas últimas, intento que sean distintas a las típicas.
¿Y de aperitivo?
Yo en verdad no soy muy bueno para el aperitivo porque en mi casa nunca se comió aperitivo. Mi papá –Juan Carlos Sahli– es muy cocinero y le carga que se llenen antes de comer. Pero a la familia de mi pareja les gusta, por lo que he tenido que aprender a preparar cosas para ese momento. Así que si pienso en un aperitivo, pienso en almendras, una mozzarella, un salmoncito, ahora que vivimos en el sur, tenemos buen acceso a unas truchas ahumadas. Y me encanta tomar michelada o bloody mary, esos tragos que despiertan, que abren el apetito. Para almorzar, siempre vino.
¿Qué diferencia tu libro de otros?
Primero, la propuesta del proyecto a largo plazo, una especie de revista, una publicación que se espera dentro de una colección. Hoy es carrete, vendrán otros que apuntan a otros momentos de la vida en torno a la comida. Además, es un libro barato en producción, lo que permite que su venta no sea cara, eso me importaba mucho, quería que costara menos de 15 lucas y lo logramos, cuesta 12 mil. También las recetas son con ingredientes accesibles, nada que no encuentres en el supermercado ni tan sofisticado.
¿Un libro para gozadores?
Sí, de todas maneras. La gente gozadora va a comulgar con este libro no solo por las recetas, sino por la descripción que se da del ambiente que hay detrás al momento de cocinar y comer. Eso es bien particular. Traté de transmitir lo que yo siento al estar en un carrete o almuerzo o comida, o hasta cuando cocino. Me han dicho que el libro es entretenido de leer y no solo de mirar sus fotos, eso lo asemeja a una revista. Me gusta esa idea.
¿Para carretear qué es más importante, la comida o el trago?
Carretear con la guata vacía es terrible y carretear sin copete es difícil también, porque la sociabilización no es fácil, por lo menos para mí. Es como el huevo o la gallina. También está el carretear sin alcohol y está bien también, uno le teme demasiado. Yo una vez dejé de tomar como 6 meses y no fue tan terrible, se puede. Pero la guata vacía es fatal porque viene el bajón desenfrenado y eres capaz de comerte un huevo crudo cuando llegas a tu casa.
*El libro se puede comprar en www.sansabor.cl.