"Desde que tengo memoria vivo con mi hermana Ana. Cuando éramos niñas compartíamos la casa con nuestros papás, mis 14 tíos y mi abuelito. Luego, cuando ella se casó, vivíamos en su casa con su marido y sus 10 hijos. Ahora solo quedamos las dos.
Casi siempre viene alguien a almorzar, pero para la once ya estamos solas. Mi hermana tiene Alzheimer y a veces su cabecita se pierde. Por eso en las tardes nos quedamos en la pieza. Hay momentos en los que me reconoce e incluso me sonríe, pero ya no es bulliciosa como antes.
Cuando éramos niñas y las más chicas de la casa, tomábamos once a las 16:30, después de haber dado unas vueltas en bicicleta por el Parque Forestal. Entrábamos y corríamos a sentarnos en la mesa de los niños, porque la de los grandes solo alcanzaba para los adultos, que eran 17. Mis hermanos y yo sólo podíamos aparecer por ahí cuando todos hubiesen terminado de comer. Recuerdo que siempre había alguna cosita dulce, una mermelada, unas galletitas, algún bizcochuelo que servía para acompañar el té, el café o el chocolate.
Hoy día mis tiempos son distintos. Me levanto, salgo un ratito al sol, camino por el jardín y ligerito me entro y me pongo a almorzar. De ahí me voy donde mi hermana y paso toda la tarde acompañándola. A las 20:00, justo antes de acostarme, tomo once en bandeja: un pancito con queso o quesillo, algún dulce y un café con leche condensada. Ya no hay nada que hacer a esa hora, así que oigo las noticias y me duermo".
Inés Melo tiene 100 años y vive en La Reina.