Paula 1237. Sábado 21 de octubre de 2017. Especial Cocina 5.0.
Gracias al sol que pega fuerte en el Valle de Lasana, A 45 km de Calama, las zanahorias que tradicionalmente han cultivado los campesinos atacameños son grandes, dulces y repletas de betacaroteno y vitamina A. Pero por esas cosas de la oferta y la demanda, a veces las cosechas no se venden bien. Cansadas de ver cómo sus jugosas zanahorias se perdían, a una agrupación de mujeres de este valle se le ocurrió una idea para aprovechar este recurso que ellas valoran y consumen desde tiempos ancestrales no solo cruda, como verdura, sino que también seca, en infusión. Se trata de una tradición atacameña muy sencilla: primero la rallan, luego la secan a la sombra, la tuestan y la guardan deshidratada para consumirla como si fuera té de hoja. "Lo tomamos a cualquier hora del día, pero principalmente en la once, con pancito o sopaipillas. Es un té muy rico y saludable; es diurético, bueno para la piel y el corazón", asegura Eufemia Pérez, secretaria de la asociación Ckapar Likckau –o raíces de mujer–, que ya lo comercializa con resolución sanitaria gracias al apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria y de la Minera El Abra.
Así, lograron instalar una planta con un horno que diseca y tuesta la zanahoria. Ya están presentes en algunos hoteles de Calama y cada vez que participan en ferias en Santiago, como la Expo Mundo Rural, se quedan sin mercadería porque lo venden todo. Tienen té en bolsitas ($ 5.000, 20 unidades) y a granel ($ 2.500, 26 g). Encargos al cel 98763 5935.
Esta infusión no tiene teína y, gracias a su sabor caramelizado y el dulzor natural de la zanahoria, no necesita azúcar. También queda muy rica si se prepara helado.