Una madre que eligió el estudio en casa mucho antes de la pandemia: “Sentíamos que estábamos formando a pequeños trabajadores”
Cuando hablamos de educación, sabemos que es un concepto que conlleva muchas aristas. Por un lado, el adquirir conocimientos teóricos en una sala de clases, pero también la formación ética y valórica que como padres, profesores y adultos significativos inculcamos en los más pequeños. Desde marzo del año pasado, el modelo de educación tradicional en los colegios se ha visto mermado por la pandemia, dando paso al homeschooling o estudio en casa. Pero esta ‘nueva realidad’ no es inédita para muchas familias, que previo a la pandemia, estaban en la búsqueda de una educación no convencional para sus hijas e hijos. Sin ir más lejos y de acuerdo a fuentes de la Seremi de Educación de O’Higgins, el año 2019, solo en esa región se inscribieron 1.800 niños y niñas en el Programa de Validación de estudios para menores de edad, lo que en palabras simples se trata de un proceso de rendición de exámenes libres que evalúa los contenidos básicos de cada nivel y que se calendarizan dos o tres veces cada año. Esos contenidos se desarrollan en casa, o algunos prefieren inscribir a sus hijas e hijos en una Escuela Libre especializada en este proceso, siendo una alternativa real de continuidad de estudios para niñas y niños que por distintos motivos han dejado de ser matriculados en un colegio convencional.
Una de ellas es la periodista Pamela Cayumil. Cuenta que en su época de estudiante, era de las que llegaba en diez minutos caminando a la escuela todas la mañanas, almorzaba en casa con sus hermanos y tenía la tarde libre para jugar y hacer una que otra tarea. “Con los años y revisando la realidad que le tocó vivir a mis hijos con Jornada Escolar completa –uno de los ejes de la reforma educativa que se instaló en Chile en el año 1997, con la que se buscaba aumentar los tiempos pedagógicos con el fin de mejorar la calidad de los aprendizajes–, me empecé a dar cuenta de que los avances en esta materia, es decir el objetivo de mejorar la calidad de la educación, al menos en mi visión, resultan ser insuficientes o poco significativos a la hora de preguntar a los mismos niños por ejemplo, ¿qué aprendieron hoy? ¿Cómo les fue en el día? o ¿Cómo se sintieron?”, dice. Y agrega que otro dato que le preocupa, son las cifras de bullying en el contexto escolar que, a comienzos del 2019, revelaron un aumento de un 38% de denuncias de maltrato físico y psicológico.
“Cuando decidimos no matricular a nuestros hijos, hubo un antes y un después. Fue una decisión que tuvo que ver con un cambio de nuestro sistema familiar, porque nos dimos cuenta del costo y el impacto que significaba en la calidad de vida, el hecho de estar nueve o diez horas del día fuera de casa por el trabajo, los niños llevando su almuerzo en termos, sentíamos que estábamos formando a pequeños trabajadores, con tan solo 5 y 9 años”, cuenta. Reconoce también que el programa de Validación de Estudios para menores de edad, les permitió reconectarse al cien por ciento con sus hijos, respetar sus tiempos, identificar sus gustos y afinidades.
“Es un trabajo muy a conciencia de cada mamá y papá que toma la decisión. Por cierto que esta modalidad no funciona por igual para el universo de familias y sus estilos de vida, ni tampoco lo vemos como algo radical. Quizás en algún momento volveremos a matricular a nuestros hijos en un nuevo colegio, pero me gusta la idea de que, aunque sea obligados por una pandemia, muchas madres y padres hayan podido probar este sistema; que les estén enseñando a sus hijos a leer y escribir, es una oportunidad que en estos tiempos es tan linda de resignificar, recordando también la forma en que antiguamente nuestros ancestros enseñaban a las futuras generaciones sus tradiciones y costumbres, a través de la palabra y la comunicación sincera y asertiva. Cada enseñanza es una experiencia y una oportunidad para conocerlos, y estar conscientes en todo momento de lo que como padres estamos efectivamente entregando a nuestras niñas y niños”, dice.
En este tiempo excepcional de confinamiento, más allá de todos los problemas que ha acarreado la emergencia sanitaria, Pamela ha podido evidenciar que sí es posible continuar los estudios en casa y que la formación integral de las niñas y niños especialmente en ciclo básico, no está del todo concentrado en el tema académico. “Nosotros ya lo veníamos practicando, pero he visto que éste ha sido un periodo muy provechoso, por ejemplo, para cultivar otros hábitos en los niños como cuidar de sí mismos y de su espacio, haciendo sus camas, ordenar sus cosas, hacer una huerta, cocinar algo rico y tantas otras actividades igual de importantes que se pueden hacen dentro del núcleo familiar. Cada papá y mamá sabe qué es lo mejor para su hija o hijo, y pienso que la experiencia que nos trajo la pandemia, es una oportunidad para un replanteamiento real de parte de las autoridades del área de educación, mandatadas para tomar decisiones en beneficio y mejoras en dicha materia; para ser parte de la solución frente a esta nueva realidad post-pandemia que enfrentaremos como sociedad, y que sea visto como una oportunidad para mejorar el Sistema Escolar que tiene grandes retos respecto a la actitud frente al aprendizaje y sus procesos”, concluye.
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