Unir dos familias

Unir dos familias



“Soy hija de los noventa, mi infancia y adolescencia los pasé mirando series gringas en la TV. En esa época había una que se llamaba Paso a Paso. Se trataba de un papá viudo y una madre soltera que juntan a los hijos y arman una nueva familia. Era como ‘mi anillo al dedo’, porque yo tenía un papá viudo que se había unido a una madre soltera. Me encantaba verla, porque era como la versión ideal de lo que yo vivía diariamente.

Hoy, siendo adulta, vuelvo a repetir esa historia familiar; soy madre soltera emparejada con un padre soltero, y vivimos todos juntos con nuestros hijos en una casa. Él viene de una familia donde sus padres nunca se divorciaron, estuvieron juntos hasta el final, entonces todo esto es nuevo para él. Para mí en cambio no es nuevo, pero sí diferente; tuve una mala madrastra en mi infancia, entonces mi labor en esta oportunidad es hacer las cosas mejor, ‘paso a paso‘.

Nuestra historia partió con un amor muy intenso. Él venía casi todos los días a dormir a nuestra casa, a veces con su hija, y ‘jugábamos’ a ser una familia, era entretenido. Tanto, que con el paso del tiempo, los días separados nos comenzaron a parecer tristes, así que nos propusimos vivir juntos. En los meses de espera adaptamos la casa para su llegada y la de su hija; armamos una pieza extra para que cupiéramos todos. Cuando llegó con sus cosas fue muy lindo, mis hijos los recibieron entusiasmados y comimos algo rico juntos para festejar.

Sin embargo, no pasaron ni tres semanas y comenzó el caos. Entramos en una crisis profunda. Y es que es súper difícil unir dos familias. Está la expectativa de que todo va a salir bien y de que el amor superará todo, pero después ves que tienes que lidiar con hijos o hijas que no fueron criados por ti, que tienes un rol en esa vida, pero al mismo tiempo hay límites que no puedes pasar. Siempre estás un poco de espectador en una relación en la que te encantaría hacer y decir cosas diferentes, pero no puedes porque finalmente el padre o madre es otro.

Antes de conocer a mi pareja actual yo me había jurado que ningún hombre volvería a vivir en mi casa, que mis relaciones serían puertas afuera, pero me enamoré y quise intentarlo otra vez. Y, aunque en un comienzo fue difícil, ha valido absolutamente la pena. Y es que todos venimos con heridas de relaciones pasadas, que siguen estando presentes cuando se unen dos familias. Por eso es importante poner todo sobre la mesa y desde ahí partir una historia juntos. En nuestro caso, ambos venimos con el sueño de una familia que fracasó, y con mucha frustración. Pero decidimos acompañarnos: somos como dos perros callejeros con las mismas heridas que deciden cuidarse amorosamente.

Apostar por esta nueva relación, en la que nos aceptamos a nosotros y nuestros hijos, ha sido un trabajo. Después de dos meses de crisis optamos por iniciar cada uno su propio proceso terapéutico, él con una psicóloga y yo con un psicólogo; el hecho de que fueran del sexo opuesto ayudó a que tuviéramos una perspectiva distinta. También bajamos las expectativas. Nos pusimos como meta ir día a día, no seguir haciendo una proyección idealizada de la relación, porque también existe la posibilidad de que no resulte vivir todos juntos y hay que abrirse a esa realidad. Así todo ha funcionado mejor. A veces nos sentimos como pisando huevos, con la sensación de que se pueden quebrar, pero siempre logramos conversar y seguimos. La clave estuvo en aceptar que, aunque coincidimos en muchas cosas, hay otras en las que somos muy diferentes y tenemos que aprender a respetarnos. Hemos puesto ciertos límites, por ejemplo, con respecto a las formas de criar del otro, en lo que nos podemos o no meter, pues creemos que el vínculo familiar se irá dando con el tiempo, sin forzar”.

Sofía Alonso es psicóloga, y tiene 39 años.

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