Vestidos bordados

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Es cliché, lo sé. Pero desde que soy mamá mi forma de ver las cosas cambió totalmente. Ya casi no me compro nada para mí, porque todo es para mis hijas, de tres y un año. Mis favoritos son los vestidos y blusas bordadas. Sé que los niños crecen rápido y por lo mismo son muy pocos los usos que se les dan a este tipo de prendas a esa edad, pero quiero dejarles prendas heredables, que ojalá usen también mis nietas. Al mirar mis fotos de chica, mi mamá siempre me ponía delantales blancos y vestidos con nido de abeja, que en mi adolescencia me parecían horribles, pero ahora, al ser un poco más vieja, valoro mucho. Esta técnica, conocida también como punto smock, les dio vida a todos los vestidos que usamos alguna vez, pero que con la llegada del retail son cada vez más difíciles de conseguir. Y no solo porque pocas personas los hacen, sino también porque un vestido así pasa por cuatro procesos distintos y por hasta cuatro manos, que suelen ser señoras que cosen y bordan en sus casas. Es un hecho que la ropa es la nueva basura, por lo que mi grano de arena es comprar prendas artesanales que no pasen de moda y aportar para que, ojalá, estas técnicas tradicionales no desaparezcan.

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