Dentro de las distintas modas que buscan alojarse bajo el paraguas de lo saludable, dos que se han mantenido en el tiempo son el vinagre de manzanas y el jugo de limón en ayunas. Son tantos sus adeptos que parecieran ser brebajes casi milagrosos, perfectos para aliviar desde la salud intestinal hasta para bajar de peso (claim que, de partida, es tóxico en sí mismo).

Googleando los beneficios de tomar vinagre de manzana en ayuno me encuentro con una cantidad de maravillas que me hace sospechar de que solo cueste cerca de cinco mil pesos en los supermercados: Facilitaría una buena digestión, además de promover el equilibrio del sistema linfático, reducir la presión arterial, el colesterol, los triglicéridos y equilibrar la alcalinidad del organismo.

El jugo de limón no se queda atrás, y según se dice en numerosos sitios web, es capaz de potenciar el sistema inmunológico, es antiviral y antibacterial.

Pero veamos qué pasa realmente cuando consumimos estos líquidos ¿Cumplen con tanta maravilla prometida?

Sobre el vinagre de manzana, la nutricionista de Clínica Santa María, Daniela Costa, explica que se le reconocen algunos beneficios para la salud, pero advierte que en cantidades abundantes podría provocar reacciones adversas. “Según estudios publicados, el ácido acético contenido en el vinagre de manzana contribuye al metabolismo de los lípidos, pero no quiere decir que queme grasas ni que por consumirlo se baje de peso”, dice la especialista.

Lo que sí tiene el vinagre de manzana es abundancia de vitaminas A y B, además de minerales como el magnesio, sodio y fósforo. “Se dice que podría estar involucrado en mejorar las molestias de la artritis, inflamaciones y dolores musculares, pero no hay suficientes estudios que lo demuestren”, agrega.

Sobre los efectos adversos anteriormente mencionados, identifica malestar y problemas digestivos. “Si bien algunas personas refieren sentir menos apetito, también se produce una sensación desagradable de náuseas, riesgo de bajo potasio y problemas dentales por erosión del esmalte”.

“Las creencias en torno a este producto van ligadas a la poca información que hay, los malos hábitos de las personas y la búsqueda de cambios muy rápidos en torno al peso, en vez de pensar en mejorar la relación con la comida y adoptar buenos hábitos capaces de mantenerse en el tiempo”, concluye.

Por su parte, el limón es una fruta cuyo consumo conlleva una serie de beneficios, principalmente al ser una buena fuente de vitamina C, pero bajo ningún concepto sirve para bajar de peso. “Su único aporte, en este sentido, es que podría ayudar a mejorar el estreñimiento gracias a la fibra que contiene”, dice la nutricionista.

“Se habla de su poder antioxidante, pero este aporte está dado por la cáscara de la fruta”, explica Daniela Costa y añade: “Se podría incentivar el beber agua de limón de la mañana, pero bajo indicación y supervisión de un profesional, con el fin de aumentar el consumo de agua diario. Muchas veces la deshidratación se confunde con el apetito, pero ojo, porque en exceso puede provocar acidez estomacal”.