Soy una mujer heterosexual de 28 años y hasta el día de hoy nunca he tenido relaciones sexuales. No es por motivos religiosos. Tampoco porque esté esperando llegar virgen al matrimonio o porque tenga una visión muy romántica o idealizada de cómo tiene que ser mi primera vez. Por más increíble que suene, aún no he tenido sexo porque no he querido. Esta es una decisión personal que tomado de manera meditada.
Soy profesional, independiente y me han dicho que también soy bonita. Es decir, supuestamente tengo características que me convierten en una persona atractiva para el género opuesto, al menos de acuerdo a los parámetros que impone esta sociedad. He tenido pinches y he salido con hombres. Oportunidades para perder la virginidad no me han faltado, pero he sido yo la que no ha querido. Hasta el momento, no he sentido una atracción con nadie que me lleve a dar ese siguiente paso.
Si me preguntan los motivos, creo que es porque soy tímida y me cuesta el contacto físico. Por eso he ido definiendo algunos estándares; para mí es muy importante lograr una conexión emocional e intelectual con las personas a la hora de entablar una relación, pero hasta el momento no he sentido ese vínculo más profundo con los hombres que he conocido. Para mí la sexualidad no es algo netamente físico y creo que por eso no he ido más allá con ellos. Y como no he estado segura, he preferido mejor no hacerlo.
Aunque muchos no lo vean, esto no quiere decir que no he explorado mi sexualidad. Lo hago y lo disfruto a través de la masturbación, a mis tiempos y siempre sintiéndome muy cómoda. Sin presiones de nadie. Esto les sorprende a algunas personas, pero a mí me llama más la atención que quienes tienen o ya han tenido sexo todavía no se conozcan a sí mismos. Que no se den ese espacio. Y que, incluso, hablarlo sea un tema tabú.
Siento que mi decisión, que es personal, no debería ser cuestionada. De la misma manera que uno no tiene por qué opinar, por ejemplo, sobre si está o no de acuerdo con la orientación sexual de otro. Yo no me levanto todos los días pensando que soy virgen. No es algo que me quite el sueño, ni que me complique, ni menos que me avergüence porque sí he sentido placer sexual sin necesitar de un hombre. Y por eso no ando desesperada buscando a alguien que me desvirgue.
Pese a que siempre hablo de este tema con mucha honestidad, en varias oportunidades me he sentido juzgada, sobre todo por hombres. Ellos se muestran súper sorprendidos porque me consideran una persona "bonita". Por mi lado, me parece bastante insólito que eso sea lo único que vean en una mujer para sentirse atraídos. Generalmente se ríen o me cuestionan, o empiezan interrogarme, como si yo fuera de otro planeta. Con las mujeres ha sido distinto. Son mucho más abiertas a escuchar y entender. Todo esto ha provocado que prefiera no tocar este tema con la espontaneidad que solía abordarlo. Antes yo era de las que me reía diciendo: "¡Sí, soy la vírgen!", pero ahora solo lo hablo cuando me lo preguntan o con mi círculo más íntimo.
Mi experiencia me ha hecho reflexionar sobre cómo el machismo marca nuestra sexualidad. Está instituido culturalmente de que los hombres tienen que dejar de ser vírgenes muy jóvenes, ojalá antes de salir del colegio, porque eso los valida socialmente. Y paradójicamente, a las mujeres que inician su vida sexual temprano las estigmatizan de "putas". A nosotras siempre nos están encasillando. A mí varias veces me han tildado de santurrona, como si este fuera el único tema que me definiera.
A veces veo difícil tener relaciones sexuales con un hombre en el corto plazo al buscar tener con él una conexión más profunda, que vaya más allá de lo físico. En general veo que los que están solteros no están en la misma sintonía. No están dispuestos a esperar, y creo que eso explica en parte porque no estoy pololeando. Para mí sería importante quererlo y que él me quisiera. Como en mi caso no siento la necesidad de satisfacer un impulso animal, sino manifestar a través de este acto lo que uno siente por el otro, creo que seguiré siendo virgen hasta que encuentre a esa persona que me entienda. Ya han pasado 28 años y no tengo ningún apuro. No es algo que me quite el sueño, Hasta el momento, mi satisfacción sexual la tengo resuelta.
Alejandra Montecinos es odontóloga y vive en Santiago.