Virus del Papiloma Humano: ¿Puedo postergar el PAP durante la pandemia?

Papiloma Paula



El Virus del Papiloma Humano (VPH) es la infección por transmisión sexual (ITS) más frecuente –se calcula que está presente en cerca de un 80% de la población mundial y que todos lo tendremos alguna vez en la vida–, por tanto es normal que existan dudas respecto de su contagio y prevención, especialmente durante la pandemia. Así lo confirma la ginecóloga y delegada para Chile de la Red Iberoamericana de Salud Sexual y Reproductiva, Andrea von Hoveling, quien dice que la disminución en el acceso a prestaciones de prevención, detección y tratamiento de las ITS podría transformarse en otra pandemia.

Lo primero que hay que aclarar –explica Andrea– es que aunque se trate de un virus ampliamente distribuido en el ser humano, tiene muchos serotipos y no todos generan las mismas enfermedades en el ser humano. “Del 80% de la población mundial que alguna vez va a tener el virus, la mayoría va a hacer infecciones transitorias, eso significa que desaparecen solas en un plazo de tiempo que habitualmente es de dos años”, agrega Dania Acuña, ginecóloga del Hospital Sótero del Río y Clínica Cordillera, con formación en Oncología Ginecológica. Esto se explica porque existen dos tipos de virus: los benignos o de bajo riesgo, y los malignos o de alto riesgo. Los primeros, si es que llegan a manifestarse, es a través de verrugas alrededor de los genitales y del ano. Por ejemplo, los tipos 6 y 11 de VPH causan el 90% de todas las verrugas genitales y también papilomatosis respiratoria recurrente, una enfermedad menos común en la que tumores benignos crecen en las vías respiratorias que van desde la nariz y la boca hacia los pulmones.

Algo distinto ocurre con los virus de alto riesgo los que sí son cancerígenos. Se han identificado cerca de una docena de tipos de VPH de alto riesgo. Dos de estos, los tipos 16 y 18 son responsables de la mayoría de los cánceres causados por VPH, que en su mayoría son cervicouterinos, pero que en menor proporción pueden ser cáncer vaginal y vulvar, de pene, de ano y oreofaringio, por sexo oral. “Solo el 10% de las personas que se infectan producen un cáncer y esto tiene más que ver con la persistencia del virus en el cuerpo que con el contagio mismo. Con esto lo que quiero decir es que no es que adquieras el virus y al otro día desarrolles un cáncer, por lo general es un proceso lento, de años”, explica Dania, quien además cuenta que el 70% de las mujeres que llegan a su consulta con un tumor grande en el cuello del útero no se habían hecho sus últimos 2 o 3 Papanicolaou.

El Papanicolaou o PAP es un examen en el cual se detectan células anormales del cuello uterino. Es parte del control ginecológico y permite detectar a tiempo lesiones que pueden producir cáncer. No es necesario tener algún síntoma porque se trata de un examen preventivo.

“La recomendación es que las mujeres entre los 21 y 65 años lo hagan cada tres años y si alguna vez ha salido alterado, una vez al año”, dice la doctora Acuña. Y aclara que en Chile hay confusión respecto de la periodicidad del examen, porque no existe un único sistema de salud. “En el sistema público –que abarca cerca de un 58% de la población– hay un registro, te metes a una ficha y sabes cuándo la mujer se hizo el último PAP y si no se lo ha hecho en tres años, la llaman para recordar. Sin embargo en el sistema de salud privado no hay un registro, y las pacientes suelen cambiar de médico o de clínica, por tanto la idea de pedirlo una vez al año permite tener un control más estricto. Pero en la práctica una mujer ordenada con su ficha médica se puede hacer el PAP cada 3 años”, agrega.

En ese sentido, la doctora Acuña explica que en medio de la pandemia la toma de ese examen no es una urgencia. “Si la paciente se hizo el PAP hace menos de tres años y le corresponde ahora, no hay problema con que espere unos meses más, hasta que baje el peak de contagios por Covid-19. Esto siempre y cuando se trate de una paciente sana que ha sido responsable con sus controles”, dice. “El VPH es asintomático. Solo cuando se ha introducido en el cuello del útero, profundizado hasta generar lesiones de cáncer o precáncer, recién ahí hay síntomas como sangrado durante la actividad sexual, entre reglas o después de la menopausia o flujos anormales. Pero cuando eso pasa, significa que llegamos tarde. Y obviamente en esos casos hay que consultar aunque estemos en la pandemia”, agrega.

Mejor prevenir que curar

La doctora Andrea von Hoveling explica que actualmente los enfoques de prevención de enfermedades relacionadas con el VPH se centran en dos puntos: “Uno es la vacuna que actualmente es parte del Programa Nacional de Inmunizaciones –desde el 2014 en mujeres y 2019 en hombres–, y que previene los virus asociados a cánceres genitales y orofaríngeos; y el otro es la prevención desde el punto de vista de los métodos de barrera durante la actividad sexual: en caso de coito condón ya sea femenino o masculino y también usar barreras de látex en caso de sexo oral”.

Y es que –aclara Andrea– en las infecciones de transmisión sexual siempre lo primero es prevenir. “En ese sentido la detección y tratamiento precoz es parte de la prevención, ya que corta el contagio y también previene consecuencias. Es muy distinto detectar, por ejemplo, una clamidia cuando no ha hecho ningún daño y se puede tratar con un antibiótico, que detectarla cuando ya causó infertilidad”, explica. Y agrega que la mayoría de las ITS son de progresión lenta, por tanto postergar semanas o meses el control no importa, pero las mujeres que por postergarlo lo olvidan o se demoran años, en esos casos sí es grave.

Dania concuerda y dice que lo importante es evitar el abandono total de los controles, por eso, más allá del caso puntual del PAP, recomienda una visita anual con una ginecóloga o ginecólogo. “Especialmente en el sistema de salud privado, las mujeres después del pediatra quedan medias abandonadas, no tienen un médico de cabecera a menos que tengan alguna enfermedad específica. Por eso creo que nuestro rol es ver la salud general de la mujer y estar atentos a todas las señales. Porque no puede ser que una mujer después de los 60 años aparezca en mi consulta con un sangrado y cuando le pregunté por el último PAP me diga que se lo hizo hace 30 años. Y eso, sigue pasando”.

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