Vivir con ansiedad: ¿Hay que aceptarla como parte de la vida?
Es un estado entre la inquietud y el miedo. Nos corta el aire, el corazón se acelera, nos sudan las manos, sentimos una pérdida de control. La ansiedad es una emoción común, una respuesta natural del cuerpo que nos prepara y protege ante situaciones de estrés y peligro; nos anticipa a aquellas situaciones para poder defendernos. Pero, ¿qué pasa cuando la ansiedad se convierte en una forma de estar en el mundo? ¿Cuándo por todo en la vida cotidiana, situaciones reales o imaginadas, o sin razón aparente, pasamos a vivir en un estado constante de alerta?
En 2017 la OMS, en su informe Depresión y otros desórdenes mentales comunes, señaló que más de un millón de personas mayores de 15 años en Chile sufren de trastorno de ansiedad, lo que corresponde al 6,5% de la población. Cifras alarmantes que solo van en aumento; tras la pandemia, la misma OMS registró a nivel global un aumento del 25,6% de casos de trastornos de ansiedad en el mundo, siendo los jóvenes de entre 20 y 24 años los más afectados por este incremento. Para las mujeres parece ser más común todavía (o al menos consultamos más por ello). A nivel mundial, las estadísticas señalan que el trastorno de ansiedad es mayor en mujeres (4,6%) que en hombres (2,6%). En Chile, según Mhaite.com, plataforma online que orienta a las personas respecto al cuidado de su salud mental, la ansiedad sería la condición más preponderante entre las mujeres de 18 a 39 años, abarcando un 41% de las pacientes. En tanto, la prevalencia de este tipo de cuadro aumenta para mujeres entre 40 y 60 años, detectándose un 50% de mujeres con síntomas de ansiedad. Ya parece ser un trastorno psicológico normalizado en la sociedad moderna, algo tan común que para muchos no es fácil concientizar qué tan normal es. Esa delgada línea va corriéndose con los tiempos que nos tocan vivir, y nos deja en el riesgo de llegar a normalizarla demasiado. ¿Será que nos resignamos vivir con ansiedad? ¿Es posible aceptarla como parte de la vida de hoy?
A la psicóloga Catalina Celsi, especialista en psicoterapia psicoanalítica, le parece fundamental establecer la diferencia entre una ansiedad normal y una patológica, que supera la capacidad de una persona para regular lo que le está sucediendo. “Esta última se presenta como un temor difuso y excesivo, junto a una expectativa negativa sobre lo que ocurrirá en el futuro. Suele provocar síntomas molestos que afectan a nivel físico, psicológico y conductual. Cuando sentimos ansiedad, pasamos a estados hiperactivos y vigilantes, experimentando cambios físicos desagradables. Dentro de los síntomas suelen estar la respiración agitada, el insomnio, calambres, mareos, sensación de calor y/o frío, flojera de piernas, palpitaciones, temblor, sensación de ahogo y opresión en el pecho. Incluso se pueden llegar a padecer crisis de pánico, las cuales se caracterizan por una sensación de absoluta pérdida de control y desborde. La rumiación de pensamientos repetitivos puede ser un síntoma de ansiedad también, el cual no permite el descanso y afecta la concentración, generando un alto nivel de cansancio en las personas. Debemos preocuparnos cuando la ansiedad es sostenida en el tiempo e interfiere en nuestro funcionamiento cotidiano. En estos casos el cuerpo nos envía información que debemos escuchar”.
La influencer y conductora del podcast Soy hija única, Bea Córdova, quien vive con un trastorno de ansiedad desde 2013, después de años intentando erradicarla tuvo que aprender a lidiar con ella desde lo cotidiano; hoy incluso la llama su “inquilina”. Su experiencia la llevó a escribir al respecto un libro recién publicado llamado “Mi amiga ansiedad”. Revisado por la psicóloga Elsa Vargas, entrega consejos que pueden ayudar a gestionar a esta molesta “vecina”. “Me gusta comparar a la ansiedad con una gran bola de luces de navidad enredadas, cuando les pones atención y trabajo vas desenredándolas de a poco, algunas salen fácil y al hilo, mientras que otras hay que ir una a una con mucho cuidado para poder liberarlas. Para este arduo trabajo se pueden usar distintas técnicas como la meditación o algunos ejercicios de respiración, pero siempre acompañado de la terapia guiada por un profesional, sin esa ayuda vivir con ansiedad se puede volver un gran tormento. Hay días muy fáciles y otros que se sienten imposibles. He aprendido que la ansiedad no es algo que pueda eliminar para siempre, sino que es más una compañera que ha estado conmigo toda la vida y por ende es importante trabajar con mucha dedicación en el autoconocimiento.”
Catalina señala que, como todo fenómeno psíquico y emocional, la ansiedad afecta de distintos modos a cada uno. “Es necesario comprender de manera individual el nivel de afectación de dicha ansiedad y dar un entendimiento personalizado a lo que está ocurriendo. Debemos comprender que cada persona es un mundo único, por lo tanto la ansiedad afecta de maneras diferentes. Los contenidos específicos de la propia historia y de la propia vida juegan un papel fundamental en su aparición. Por lo tanto, no basta con saber qué es la ansiedad. Debemos detenernos, darnos espacio y tiempo para profundizar en lo que nos ocurre. Vale la pena esforzarnos en armar un puzzle más completo de nosotros mismos y de lo que nuestra ansiedad nos está queriendo decir, ya que finalmente es un indicador de que algo no anda bien. Es una alerta que no debemos obviar.
¿Estamos normalizando demasiado la ansiedad?
“Hoy en día hay más conciencia de que la ansiedad es un problema real y existente, sin embargo, muchas personas lo asumen como algo con lo que deben convivir. Lo complejo de este asunto es que tarde o temprano termina afectando la calidad de vida personal y repercutiendo en las relaciones laborales e íntimas. Si bien es posible que una persona logre vivir con altos montos de ansiedad, no enfrentar el asunto es una exposición constante a la dificultad, algo así como ir siempre por el camino más difícil, empinado y pedregoso. Debemos darle la importancia que tiene y preocuparnos de comprender qué ajustes se pueden realizar para tener una mejor calidad de vida. Recobrar la sensación de agencia nos alivia y para ello es fundamental conocernos e identificar sus fuentes”.
¿Cómo se puede lidear con ella a diario?
Lo primero que aconsejo es consultar con un especialista que pueda realizar un diagnóstico más preciso, ya que es necesario distinguir si es una condición estructural de la persona o un estado. La buena noticia es que hay muchas maneras de lidiar con estos problemas. Incluso a veces actividades sencillas que nos entreguen distracción pueden ser de utilidad. Incorporar deporte, andar en bicicleta, tener una rutina de movimiento, suelen ser buenos ansiolíticos. También ayudan las actividades artísticas y musicales; manualidades, tejido, arte, cerámica, pintura nos facilitan recobrar estados de calma. Para manejar los síntomas recomiendo las técnicas de mindfulness y respiración, ya que son prácticas que permiten contemplar los pensamientos y las sensaciones. Aprendemos a observar antes de reaccionar automáticamente, rompiendo el patrón disfuncional de solo sentir y actuar. En caso de que los síntomas sean de larga data y alta intensidad, recomiendo realizar una terapia que pueda ayudar a la persona a entender cuáles son las fuentes de su ansiedad. Descubrir el origen es central para los cambios más profundos y requiere de un proceso reflexivo. En el transcurso de una terapia existe la posibilidad de comprender de dónde proviene este temor excesivo e incorporar otras perspectivas que ayuden a modificar patrones. Es una oportunidad para ampliar la mirada con el fin de alcanzar estados de mayor alivio, seguridad y aceptación”.
“Me gustaría decirte que ya tengo todo resuelto, que no he vuelto a lidear con palpitaciones repentinas o que cuando quiero ir a un lugar que queda un poco lejos no me lleno de dudas, pero aún estoy en ese punto y sinceramente no sé si algún día lo alcance”, concluye Bea en su libro. " Pero al fin logré dejar de verla como una villana que quiere todo el tiempo sabotear mis planes y mis ganas de vivir, hoy la observo como una amiga que tiene las mejores intenciones para protegerme del peligro, pero que no sabe cómo hacerlo”.
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