“Es muy difícil querer cuando hemos vivido violencia por parte de personas que dijeron que nos querían”, dice la psicóloga mexicana Maynné Cortés, en una publicación en su cuenta @laboratorio_afectivo. En ella plantea que es importante entender que se trata de un proceso de adaptación, ya que la violencia desequilibra por completo nuestra relación con nosotras mismas y las demás personas, por lo que se hace necesario atravesar por un periodo complicado para poder reestablecer la seguridad y confianza.

“Cuando esto ocurre, lo que toca es ir desaprendiendo todos los mecanismos de defensa que nos protegieron de la violencia y que ahora –en una nueva relación– solo nos impiden conectar desde un lugar seguro, porque estamos constantemente ansiosas y con miedo, incluso si pareciera que ya no tenemos razones para sentirnos así”, explica. Y es que éste, también suele ser un proceso cargado de mucha culpa. “Nos lleva a pensar que si, ni estando en lugares o con personas que nos hacen bien podemos estar en calma, entonces tal vez el problema seamos nosotras”, agrega.

Esto también puede generar mucha verguenza, que es lo que sintió Florencia (46) al intentar comenzar un nuevo vínculo amoroso. “Me separé hace tres años de una relación en la que si bien no había violencia explícita, me refiero a golpes o gritos, sí había una violencia silenciosa; él me ignoraba y me ninguneaba, lentamente y con el paso de los años me hizo sentir que no valía nada. También me controlaba mucho, y yo por mucho tiempo aguanté y normalicé esta violencia, hasta que en algún punto, lo que quedaba de mi autoestima dijo basta”, confiesa. Aunque le tomó años entender que lo que ella estaba viviendo no es normal, que no debe ser parte de una relación de pareja, el camino de salida fue aún más lento. “Desde que me separé estuve al menos un año paralizada. Un año en el que básicamente me dediqué a estar fuerte, para mí y para mis hijos, porque sentía que en cualquier momento, con un mínimo soplo, mi torre de naipes se derrumbaría”.

En ese tiempo no pensó en volver a emparejarse, “no tenía cabeza ni fuerza para eso”, dice. Pero además sentía miedo. “Conocí a un hombre por casualidad, sin ninguna intención. La vida lo puso en mi camino para enseñarme que el amor podía ser distinto. Pasé momentos muy gratos con él y diría que fue quién me quitó la sensación de incertidumbre y hostilidad en la que me encontraba. Pero aún así, no logré sentirme plena. Aunque él jamás me dio un motivo para desconfiar, yo sin darme cuanta, activé mecanismos de defensa que no me permitieron entregarme por completo. Leía las señales con recelo y aunque la cautela siempre ha sido una de mis características, esta vez me paralizó. No me atreví a avanzar en la relación, y eso mismo me hizo sentir culpa, me sentía tonta, porque todo el mundo me decía que había tenido la suerte de encontrar un buen hombre, pero yo no lograba más que revisar constantemente mi pasado. Así que decidí seguir mi camino sola, hasta sanar”.

Una decisión que Maynné Cortés apoya porque dice recuperarse de una relación violenta no es nada fácil. “Nuestras redes de apoyo son claves para transitar esta etapa, ya que sanar es un trabajo de todos los días en el que a veces podemos sentir que avanzamos mucho, otras que no vamos tan bien, e incluso puede pasar que sintamos que nos quedamos estancadas. Pero es importante entender que no hay prisa, que lo importante es sentirse bien y generar las herramientas necesarias para no volver a estar en relaciones que nos lastimen”, explica y concluye: “Constuir o buscar espacios en los que las personas se sientan acompañadas en el proceso de sanar es necsario para que de esa manera las personas que han pasado por una situación de violencia, puedan comprender que es normal sentirse perdidas o angustiadas, pero que esa sensación no es eterna y que con apoyo se pueden construir herramientas para salir de ahí”.