“¿Y si las madres nos fuéramos a huelga por el no pago de pensión de alimentos y no alimentáramos a nuestros hijos? Sería irrisorio, difícilmente está en nuestra idea de madre. Pero sí es algo permitido, tolerado y naturalizado respecto de un padre.
Primeros días de octubre y comienzan a llegar correos de cobranza del colegio dando aviso que hay deuda y, sin saldar la deuda, no puedo matricular a los niños para el próximo año. ¿Qué voy a hacer? es una de las preguntas que más escuchamos en estos días. La angustia se repite mucho en las madres, ya sea porque son quienes pagan el colegio o porque es un pago directo por concepto de alimentos y el padre no ha cumplido con su obligación. Porque si ya es difícil la carga económica donde hay dos, cuando se está sola, la cuestión se pone cuesta arriba. Al final del día si existe una deuda, nadie da tregua ni admite como justificación que existe deuda de parte del padre.
Pero este problema no es solo la matrícula en octubre, es también la compra de útiles escolares, el almuerzo, el furgón escolar, la cuota del centro de padres, la mensualidad que ahora está indexada en muchos colegios particulares a UF. y así, suma y sigue. ¿Cuántas historias hemos escuchado de niños y niñas que llegan el primer día de clases y no los dejan entrar por deuda en la colegiatura?
Las madres -solas- viven sometidas a una carga económica y mental que les hace difícil la existencia cotidiana, sobre todo cuando no hay un “otro” corresponsable que les permita compartirla. Una carga que finalmente las va cansando y lentamente agotando, y que va en directa relación con su salud mental y disponibilidad para nuestros propios hijos.
En nuestro país existe un 84% de deudores de alimentos -esta cifra es solo respecto a las causas judicializadas- lo que implica que solo un 16% de los padres en Chile se hacen cargo de sus responsabilidades, de acuerdo con lo declarado en una sentencia o acuerdo entre las partes. Y cuando hablamos de responsabilidad, hablamos de cumplir de forma oportuna y completa, porque así como el colegio nos cobra dentro de los primeros 5 días de cada mes, de la misma forma debiesen cumplir quienes se obligan al pago de alimentos. Lamentablemente, esto escasas veces ocurre, y la realidad es el peregrinaje ante los tribunales de justicia, con eternas liquidaciones que pocas veces quedan firmes y con apremios que poco o nada incentivan a pagar al deudor. Así, el sistema promueve que la carga siga solo en nuestros hombros, haciéndola cada vez más pesada.
Muchas nos cuestionamos constantemente: “¿Realmente importa que duerma mal un par de noches en la cárcel o le quiten la licencia de conducir?” Las madres estamos preocupadas día y noche de que a nuestros hijos e hijas no les falte nada, de cuidarlos cuando están enfermos y de que cumplan con sus obligaciones. Los apremios existentes -incluso en el caso de hacerse efectivos- no calman la necesidad de justicia que viven miles de mujeres, porque cuando existe un hijo(a), no hay excusa que valga.
¿Se imaginan si las madres nos fuéramos a huelga, y dijéramos “vamos a darle comida solo la mitad del mes a nuestros hijos o hijas, porque es lo que a mí me corresponde? o “voy a pagar la mitad del colegio y que el papá vea cómo se las arregla porque es su parte. Que él vea si lo dejan asistir a clases” o si simplemente dijéramos “este mes no voy a poder pagar la comida porque no me alcanza”. Sería irrisorio. Difícilmente está en nuestro imaginario colectivo de lo que podría hacer una madre, pero si es algo permitido, tolerado y naturalizado respecto de un padre.
Las madres -y hablamos de la mayoría- saca a sus hijos adelante, muchas veces solas, sin cuestionar lo injusto del sistema. Porque las necesidades de nuestros hijos e hijas no esperan y porque cuestionar requiere tiempo. Y cuando hay que sobrevivir, poco tiempo nos queda para esas cosas. Se trata de secarse las lágrimas de la frustración, tomar aire profundo, y seguir luchando y luchando con nuestros hijos e hijas de la mano. La consigna es que hay que seguir, por ellos, ellas y por nosotras.
Este mes de noviembre empieza a regir la nueva Ley que crea el Registro Nacional de Deudores de Alimentos y con esto, automatizar el sistema cuando existe deuda para en parte, generar mecanismos para ir saldando lo que se debe, por ejemplo con la retención de montos cuando el deudor pida créditos en el banco, venda un bien raíz o un auto; la imposibilidad de postular a beneficios económicos por parte del Estado, como también mecanismos como impedir la renovación de la licencia de conducir o pasaporte. Sabemos que esto no será una solución y quizás sea poco en incentivo a pagar lo que corresponde, porque el tema de las pensiones de alimentos es una cuestión moral, de responsabilidad, y eso es lo que genera más rabia y frustración, porque cuando no se cumple ni con los propios hijos e hijas, ni la mejor Ley del mundo podrá venir a modificar esa forma de actuar.
Estas leyes son una forma de reconocer una deuda histórica con las mujeres/madres y sus hijos e hijas de nuestro país, un símbolo al esfuerzo que hay en la crianza, y que tantas tenemos que llevarla solas”.
Javiera y Alexandra son abogadas.