En plena época de planificaciones escolares, y a pocas semanas de iniciar un nuevo ciclo académico; seguramente más de algún establecimiento debe estar abordando cómo mejorar la asistencia a clases de niños y niñas. Un asunto que en 2022 se tomó la agenda de educación y que ha sido tema obligado para los especialistas y las comunidades educativas, sobre todo a la luz de las cifras que aparecieron después de la pandemia en esta materia. Según el Monitoreo de Escuelas en Pandemia, realizado por la Escuela de Gobierno UC, el Instituto de Sociología UC y el CIAE de la Universidad de Chile, la asistencia de la educación parvularia y escolar estuvo por debajo del 80% en el primer semestre 2022.
Es más, cifras del Ministerio de Educación hablan de un 64% de inasistencia grave en los segmentos de prekínder y kínder, transformándose ambos en los cursos con las tasas más altas en este indicador. Para fomentar la asistencia y mitigar este problema, desde el Gobierno han implementado algunas medidas, como por ejemplo, la elaboración de reportes de seguimiento a estudiantes con trayectorias educativas interrumpidas o irregulares. Hasta la fecha, -de acuerdo a información del Mineduc- se han realizado cerca de 50 mil de estos informes, que fueron enviados a más de 11 mil establecimientos del país.
Sin embargo, Yanira Alée, trabajadora social, magíster en Ciencias de la Familia y jefa del Programa de Asistencia de la Fundación Educacional Oportunidad; cuenta que este problema no es nuevo. Y es que desde antes de la crisis sanitaria, nuestro país presenta altos índices de ausentismo, especialmente en la educación inicial. Por ejemplo, en 2019, la Dirección de Educación General del Mineduc sostenía que 1 de cada 3 estudiantes faltaba a clases más de 20 días al año. Es decir, era un ausente crónico. “Primero, hay una cultura familiar y de comunidad que no valora la importancia de ir a jardines y colegios de manera temprana. La gente tiende a tomar el juego como algo peyorativo y no como una metodología que promueve el aprendizaje en la educación parvularia. Ahora, con la pandemia, surgió el temor a los contagios, sobre todo considerando que en 2022 tuvimos un invierno difícil en cuanto a enfermedades respiratorias. Eso también fue un factor para que niños y niñas faltaran a sus establecimientos”, explica Alée.
Como consecuencia, cientos de estudiantes hoy se están quedando sin tener los aprendizajes necesarios, generando así efectos irreversibles en el tiempo. “Si tenemos una base carente, no vamos a llegar a buenos resultados cuando termine el ciclo educativo. Las repercusiones son tremendas en habilidades y conocimientos cognitivos, además de desarrollo socioemocional e integral”, dice la especialista. En esa línea, en el estudio ¿Qué sucede con los días que faltan?, realizado en 2019, se sostiene que el ausentismo crónico en prekínder y kínder está asociado a un peor rendimiento SIMCE en segundo y cuarto básico.
Una estrategia para atacar el ausentismo
Para poder abordar este problema, la Fundación Educacional Oportunidad -una entidad que nace en 2006 y que busca promover el desarrollo y aprendizaje de niños y niñas desde la primera infancia- desarrolló una estrategia que, aseguran, les ha dado resultados con los más de 300 establecimientos que la han aplicado.
Se trata del Comité de Asistencia, creado hace más de 10 años y que en 2022 se presentó en Holanda en el International Network for School Attendance (INSA). “Esta idea la trajimos desde Estados Unidos, y de a poco la empezamos a ajustar a la realidad local”, afirma Alée y explica: “El Comité se conforma por el director, los educadores, los apoderados, y un equipo multidisciplinario; que se reúne para hacer 3 pasos importantes en este tema: identificar a niños y niñas con riesgo de ausentismo crónico o ausentismo recurrente, entender las causas de por qué están faltando a las clases y luego proponer una intervención personalizada para revertir esta situación. En el fondo, se diseña una solución a medida, porque la intervención se asocia a la causa que está generando el ausentismo”, indica.
Según un estudio realizado por asesores externos, dice Alée, el Comité de Asistencia fue capaz de revertir el ausentismo de un 54% a un 35% en los establecimientos aplicados. “Me acuerdo del caso de un estudiante que faltaba a kínder porque se le inundaba un tramo del camino de su casa hacia el colegio. Aunque las educadoras le mandaban material y lo mantenían monitoreado, mientras ese problema de movilidad no se solucionara, el niño no iba a poder asistir a sus clases. Entonces, de ahí la importancia de hacer intervenciones acorde a las causas que se detectan. Después la escuela hizo un contacto con la Municipalidad y lograron mitigar el problema. El acto seguido fue que el alumno volvió al aula. Es decir, esto se trata de un abordaje integral del problema”, sostiene.
En paralelo, como Fundación, han trabajado en campañas motivacionales para dar cuenta de la importancia de asistir a clases, además de la generación de nuevos indicadores para medir la asistencia y la aplicación de intervenciones grupales a niños y niñas en colegios para concientizar sobre el tema.
¿Qué proyecciones tienen en la Fundación en torno a la asistencia de cara al nuevo año escolar?
Creemos que es trascendental que todas las organizaciones, tanto civiles, como gubernamentales, nos unamos en pro de una campaña donde impulsemos el mensaje de la importancia de la asistencia de niños y niñas a los colegios. Hay que hacer entender que la educación inicial es un cimiento clave para los ciudadanos del mañana. En términos concretos, el tener una metodología para hacer un seguimiento exhaustivo es clave para poder prevenir e intervenir a tiempo.