Sandra Burgos siempre soñó con manejar algo grande.
Su padre fue banquero de toda la vida. Lo vio usando terno y corbata durante muchos años, aunque también tiene recuerdos de haber estado en su auto, escuchando a Roberto Carlos, y que él le dijera algo así: “Me encantaría manejar buses de transporte interurbano, largas distancias o camiones”. Cuando salió del banco, eso fue lo que hizo: Sacó su licencia profesional y trabajó en transporte público para la empresa Alsacia cuando recién empezó el Transantiago.
“Verlo llegar con la cara de felicidad todos los días me motivó a decir ‘¡qué bonito que mi papá esté cumpliendo ese sueño!”, recuerda Sandra. Pero durante mucho tiempo, esa posibilidad, para ella, era solo eso, un sueño. “Yo pensaba hacerlo quizás cuando mis hijos ya estuviesen grandes o cuando yo terminara mi labor de formadora”, cuenta.
Pasaron los años. Sus tres hijos son universitarios y están a punto de terminar la carrera. Ella, por su parte, renunció a su trabajo en el área de ventas en marzo pasado. Tenía 43 años y ganas de seguir trabajando. Quizás incluso aprovechar la instancia para cambiar de rubro.
En su búsqueda en la comuna donde vive, Maipú, terminó encontrando un aviso. Decía que habría capacitaciones para mujeres. Decía que obtendrían la licencia A3. Se entusiasmó. Ya sabía conducir motocicletas desde hacía décadas. También vehículos particulares. ¿Por qué no ser la conductora de una locomoción colectiva o manejar camiones?
“En ese momento no sabía muy bien los detalles, pero la cosa se dio tan fantásticamente que dije: ‘por aquí creo que es el camino’”, dice Sandra.
Y sí, por ahí era el camino.
Un rubro masculinizado
De los 18.962 conductores de transporte público en la Región Metropolitana, 1.444 son mujeres (7,6% del total), de acuerdo al último reporte de personal de conducción que entregan las empresas operadoras al Ministerio de Transportes. Es decir: de cada 12 conductores, una es mujer.
Pese al bajo porcentaje, se trata de la cifra más alta en la historia del sistema. En 2014 las mujeres representaban solo el 1,5% del total de conductores; en 2016, el 2,6%; en 2018, el 5,2%, mientras que en 2021 alcanzaron el 5,7%.
Cómo hacer para que más mujeres ingresen a un rubro masculinizado es una pregunta que se han hecho diferentes organizaciones.
Con ese afán nació este año un plan piloto de la Fundación para la Promoción y Desarrollo de la Mujer (PRODEMU) junto a la Municipalidad de Maipú, el Directorio de Transporte Público Metropolitano (DTPM), la empresa de transportes VULE y la OTEC Cefec Chile. La idea era realizar esa alianza entre organismos públicos y privados para capacitar a 20 mujeres como conductoras de micros y así impactar positivamente en la equidad de género y reforzar el interés femenino en formar parte del rubro de transportes.
Iniciaron la difusión de la iniciativa.
Así fue como Sandra empezó sus capacitaciones. Y también Mónica Hernández.
“Chofera”
–Mi nombre es Mónica Hernández, tengo 54 años, estoy casada, tengo dos hijas grandes y estoy feliz con mi familia. Voy a iniciar ahora el rubro de “chofera”, como dice mi hija –cuenta, entre risas.
Antes de volver a capacitarse, Mónica trabajaba en la sección de belleza en un mall, hasta que quedó cesante en 2017. Después de eso, decidió ser colectivera. Recuerda muy bien que decía, bromeando, a quien la quisiera escuchar “si puedo con eso, voy a manejar una micro”.
Al enterarse de las clases para ser micrera, no lo pensó dos veces. Ahí se encontró con Sandra y con otras 18 mujeres que cumplían con los requisitos: vivir en Maipú, ser jefa de hogar, tener la licencia B por más de dos años, entre otros.
Durante el mes de agosto, las 20 mujeres fueron capacitadas para obtener su licencia clase A3, requisito indispensable para trabajar como conductoras de buses del sistema RED. Además, participaron de talleres de PRODEMU de perspectiva de género, en el que se abordaron temáticas como derechos humanos, desarrollo sostenible, habilidades blandas y conciencia de género y trabajo.
“La apuesta de esta capacitación como conductoras de microbuses es no solamente entregarles a estas mujeres un trabajo que les permita autonomía económica, sino también romper estereotipos y desmasculinizar oficios que históricamente están asociados a los hombres”, cuenta Cristina Martín Sáez, directora ejecutiva nacional de PRODEMU. “Creemos que así vamos construyendo una mirada y una sociedad mucho más equitativa e igualitaria donde tanto mujeres como hombres, y también los niños y niñas que están creciendo, puedan ver que no hay ningún tipo de trabajo solo para hombres o solo para mujeres”, añade.
Durante ese proceso, además, las mujeres pudieron conocerse entre sí. “Eso fue súper bonito, porque había algunas que son mamás de dos, tres, cuatro hijos y que, sin embargo, estaban dando todo por hacer estas capacitaciones y poder integrarse a este rubro. Yo de verdad que las admiro y siempre se los dije, porque son chiquillas que están haciendo muchas cosas al mismo tiempo”, recuerda Mónica.
Sandra coincide y destaca la sororidad del grupo: “Éramos de distintas edades, etnias, culturas. Y nos pusimos en campaña todas juntas para estudiar. Había quienes no habían estudiado más desde el colegio y ahí estábamos las otras para apoyarlas. Eso hizo que avanzáramos todas juntas y que ninguna se fuera quedando atrás. Nos decíamos ‘nos va a ir bien, chiquillas, concentrémonos’”.
Ellas no fueron las únicas que aprendieron. Según cuentan, durante las capacitaciones las empresas también se daban cuenta de que las mujeres cuidaban más la maquinaria, armaban grupos de trabajo con menos roces, tenían un buen control emocional para lidiar con otras personas. “Había muchas cosas positivas y los del rubro se empezaron a dar cuenta de que habiendo mujeres era mucho mejor el ambiente laboral”, cuenta Sandra.
Los logros
A fines de agosto, las 20 mujeres de Maipú terminaron sus capacitaciones. En la ceremonia de certificación le tocó a Sandra ser la oradora del cierre de ciclo. Y su papá la acompañó.
“¡Olvídate el orgullo que tenía de verme ahí, siguiendo sus pasos!”, dice, emocionada. “Me comentaba: ‘¡Qué bueno que en esto que siempre me apasionó tú también hayas visto una posibilidad de trayectoria laboral, hija!’. Él está muy orgulloso de lo que he logrado en este tiempo”, añade.
Tras obtener su licencia, las participantes de los talleres podrán acceder a contratos laborales con la empresa VULE, que cuenta con siete terminales en la comuna de Maipú. La idea es que las mujeres aprendan los recorridos de la propia comuna, transportando a sus vecinos en horarios flexibles, desde que la ruta comienza, a las cuatro de la mañana, hasta que termina a la una.
“Puede que te toque trabajar un rato en la mañana, haces tus cosas y vuelves en la tarde. Y, si quieres, puedes hacer horas extra para aumentar tus ingresos. Eso es súper importante, porque todas las mujeres estamos aquí para no tener que depender económicamente de nadie más”, dice Sandra.
Esa independencia, agrega Cristina Martín Sáez, contribuye a que la familia, los hijos, puedan salir muchas veces de los círculos de pobreza, violencia o cualquier brecha de desigualdad social. “Esto es fundamental para crecer como una sociedad mucho más justa y equitativa”, afirma.
–¡Y fijate que lo que uno dice se concreta! ¿Te acuerdas que dije que si podía ser colectivera iba a poder manejar una micro? –comenta Mónica por teléfono horas antes de ir a firmar su contrato para ser micrera.
“Mi expectativa ahora es hacerlo súper bien, tener lindas jornadas de trabajo, participar con mis compañeras. Que me miren en la micro y digan ‘¡Vecina, es usted! Estoy feliz, creo que eso va a ser genial”, agrega.
“Para algunas personas se trata de ganarse una medalla olímpica, para otras es convertirse en astronauta de la NASA, pero cosas tan pequeñas te pueden hacer cambiar la percepción de tu propia vida, independientemente de lo que sea. Y para mí es esto”, concluye, por su parte, Sandra.
Todas las mujeres conductoras firmaron su contrato con buses VULE esta semana. Comenzarán a conducir por las calles de Maipú desde el martes 3 de octubre. Seguro están contando los días para ello.