Maynné Cortés es una psicóloga mexicana y en su cuenta de Instagram Laboratorio Afectivo (@laboratorio_afectivo) planteó, hace unas semanas, esa afirmación que muchas veces nos cuesta reconocer. En ella, plantea que es muy importante reconocer que nosotros también hemos hecho daño a otras personas porque al hacerlo no solo nos volvemos más empáticos y responsables, tambiénpodemos construir herramientas que en el futuro nos ayudarán a prevenir futuras heridas. “Me parece necesario e importante el ejercicio de aceptar cuando hemos dañado a otras personas, porque solo así me puedo hacer responsable por aprender y tomar medidas para no hacerlo denuevo”, dice.

Según Maynné existe mucha resistencia para admitir cuando nos equivocamos o somos irresponsables afectivamente, especialmente porque nos han hecho creer que hacerlo implica ser “mala persona”. “Es necesario cuestionar y cambiar la idea simplista de que hay actitudes de “gente mala” y “gente buena”, porque eso no considera que somos personas complejas, con virtudes y defectos, y que así como podemos equivocarnos, podemos reparar errores y aprender”, agrega. Muchas veces las personas llegamos a lastimar a otro u otra porque no tenemos las herramientas para lidiar con la situación que estamos viviendo. Y no se trata de justificar –explica–, si no de entender que ser conscientes de esto, permite hacerse algunas preguntas: ¿cuáles fueron las herramientas que me faltaron? ¿Cómo puedo adquirirlas?

Es una exploración que debe ir de la mano de perdonarse a sí mismo. “Tenemos que perdonarnos por lo que hicimos y que en retrospectiva logremos ver que fueron acciones crueles, injustificadas o incluso violentas”, dice la experta. “Y también asimilar que en algunos casos lograremos remediar los daños y en otros no. Es un duelo doloroso cuando entendemos que hay cosas que no podremos reparar, o que la gente a la que alguna vez lastimamos no nos debe su perdón, si no que es una decisión que quieran hacerlo”, agrega.

Maynné también hizo ese trabajo personal, más allá de su rol como terapeuta. “Entender y aceptar que yo también he hecho daño no me ha hecho una mala persona, sino todo lo contrario. Me ha dado la humildad y la consciencia necesaria para saber cómo puedo seguir mejorando y convirtiéndome en un espacio seguro para quienes me rodean. También me ha ayudado a entender y aproximarme de manera distinta a quienes me han lastimado a mí, me ha vuelto capaz de buscar alternativas al castigo o la culpa, y preguntarme cómo puedo sanar sin querer lastimar a la otra persona para “cobrarme” por lo que me hizo”, cuenta.

Finalmente, desde su experiencia personal y también profesional, la psicóloga plantea que el gesto de decir “yo también he lastimado”, termina siendo un reto amenazante, pero al mismo tiempo lleno de aprendizajes. “Asumes y detectas tus errores desde la empatía y no desde el reproche. Solo así se puede crecer y aceptar quién eres, incluso esas partes de uno que han llegado a actuar de una manera que no es el correcta”, dice. Y concluye: “Esto solo nos hace más humanos”.