Paula 1143. Sábado 15 de marzo de 2014.
Los diseñadores Ignacio Ríos (izq) y Felipe Velasco, dueños de la marca chilena de zapatos Bestias.
Desde que el cuero sale de la curtiembre hasta que un cliente se va de una tienda con su par de zapatos perfectamente empacado, se necesitan alrededor de 200 operaciones: corte, descarnado, pegado, costura y un largo etcétera que es difícil imaginar en medio del frenesí de la moda, donde casi todo se realiza industrialmente y se desecha con mucha facilidad.
Recuperar el oficio zapatero a la usanza antigua es parte del ADN de Bestias, marca chilena de zapatos para hombre, mujer y unisex que desde su inicios a mediados de 2011, cuando lanzaron su primera colección, ha retomado con una nueva mirada la tradición del calzado nacional de calidad.
Liderada por los diseñadores industriales Ignacio Ríos (30), que gracias a su anterior trabajo en una multinacional del zapato aprendió a acercarse a él, y Felipe Velasco (31) que estudió Diseño de Calzado en Buenos Aires con un antiguo modelista, es por su formación que ven cada pieza como un objeto, creando propuestas que destacan por sus diseños: elegantes pero juveniles, de líneas simples y otras más elaboradas. En todos se aprecia una cuidada mezcla de texturas y una jugada, pero sobria, combinación de colores, como los cordones naranja en un botín de cuero negro. "Miramos el zapato como un objeto de diseño, es por eso que nunca vamos a titubear en los costos de los materiales. Nunca vamos a ahorrar en el forro o la suela; al contrario, queremos que cada zapato esté lleno de detalles diseñados por nosotros", dice Velasco.
Los Bestias tienen manifiesto. Una suerte de declaración de principios que los guía. Uno de los más importantes: todo es diseñado y producido en Chile. Otro: todo es hecho a mano. Y otro más: los componentes y materiales con que cada zapato se confecciona es el mejor que pudieron encontrar.
Bestias, el nombre de la marca, surgió luego de la definición de su público objetivo: jóvenes dedicados al diseño, arquitectura, publicidad, marketing. "Creemos que en Chile hay muchas personas que pertenecen a ese mundo con el que nosotros tenemos en común el instinto animal, el instinto creativo", dice Velasco.
Son esos lineamientos los que los han llevado a obsesionarse en la elección de los cueros –solo usan de vacuno para los exteriores porque es el mejor y más resistente, y de chancho para los interiores¬– y las maderas con las que trabajan, pero también con los pegamentos, clavos y corchetes con que arman los modelos.
Todo esto lo han armado funcionando bajo el eslogan Made in Chile, not in China, frase que gana sentido en un mercado como el nacional, que tiene una las cifras de consumo de calzado per cápita más alta del mundo: en 2013 cada chileno se compró en promedio 5,5 pares de zapatos, superados en América solo por Estados Unidos. Pero dentro de ese universo se estima que solo 7,7 millones de pares son de producción nacional, mientras que 106 millones fueron importados, siendo China el país que, por lejos, encabeza la lista con 84,8% del total, según datos entregados por la Cámara de Industrias del Cuero, Calzado y Afines (FEDECCAL). Esas cifras son aún más abrumadoras si se compara con la realidad de 1991, cuando la industria zapatera nacional tuvo su peak, llegando a producir 35 millones de pares e importando apenas 2,2 millones. Otra consecuencia es que del total de las mil fábricas que había en los noventa, hoy existen solo la mitad. Y, aunque lo industrial le quitó el terreno a lo artesanal, existe un nicho cada vez más grande que se ve atraído por lo tradicional.
PRIMEROS PASOS
Desde que empezaron a darle vueltas a la idea de meterse en la fabricación de zapatos decidieron que la venta de su producto sería tan importante como la venta de una imagen país. A dos años de eso, sus dueños reconocen que su gran meta es caminar por Londres y ver una tienda Bestias como un reflejo de que en Chile hay diseño, manufactura y materiales capaces de satisfacer las exigencias de un inglés.
En noviembre de 2012 Ríos y Velasco compraron máquinas, contrataron zapateros e instalaron su propia fábrica que opera desde enero de ese mismo año en la angosta calle Eduardo Matte en la comuna de Santiago. En ese espacio de 500 metros cuadrados trabajan 13 operarios, muchos de ellos zapateros con más de 40 años en el rubro de la zapatería que son los que se encargan de plasmar en los Bestias ese antiguo oficio con el que mes a mes arman los cerca de 900 pares. La unión de estos viejos artesanos y de la dupla que diseña en computadores y a mano cada modelo da cuenta de un fenómeno que hoy también se da en la alta costura nacional, donde se han rescatado tradicionales técnicas que se conjugan con las miradas más juveniles de los diseñadores actuales.
La inauguración de la fábrica marcó el fin de una etapa en la que estuvieron buscando talleres y mano de obra. Meses en los que recorrieron Santiago rastreando proveedores y eligiendo con pinzas a maestros zapateros y fábricas. También instruyéndose en el mundo de las suelas y los cueros. Y fue en esa búsqueda que dieron con un cartel que terminó por darle coherencia a lo que hasta entonces era solo un eslogan. "Una vez entramos a un taller muy antiguo de un tipo que hacía tacos y en su pared tenía colgando un letrero que decía 'un zapato chileno da trabajo a un chileno'. Esa frase fue fundamental para focalizar nuestros objetivos", dice Velasco.
"Miramos el zapato como un objeto de diseño, es por eso que nunca vamos a titubear en los costos de los materiales. Nunca vamos a ahorrar en el forro o la suela; al contrario, queremos que cada zapato esté lleno de detalles diseñados por nosotros", dice Velasco.
La primera colección que lanzaron en noviembre de 2011 la mandaron a hacer a un taller. Llevaron los dibujos, prototipos, paleta de colores, cueros, hormas, hilos, suelas y pegamentos y de ahí salieron los primeros zapatos Bestias: cuatro modelos masculinos y cuatro femeninos que vendían los propios dueños en ferias, restoranes y a través del boca a boca. De nueve de la mañana a seis de la tarde diseñaban en su oficina en Bellavista, espacio que de ocho de la tarde a diez de la noche se transformaba en una sala de ventas. Así partieron hasta que unos meses más tarde los contactaron de la tienda Mo-Store, del Drugstore, para que vendieran ahí. "Nos fue súper bien. Las ventas que estaban presupuestadas para dos meses, se vendieron en veinte días", recuerda Ríos. Pero el éxito se vio automáticamente frenado por la producción. Los tres talleres con los que trabajaban –uno para zapatos de hombre, otro para los femeninos y un tercero que les hacía las billeteras, cintas para colgar anteojos y bolsos para la bicicleta–, no pudieron cumplir con las exigencias y entregas que les pedían y no dieron abasto.
El punto de inflexión se dio en febrero de 2012. "Me acuerdo que nos fuimos de vacaciones y dejamos todos los materiales comprados para llegar en marzo y que los zapatos estuviesen listos para ponerlos a la venta. Al volver, nos dimos cuenta de que no había nada hecho. Todos los cueros estaban doblados tal como los dejamos", dice Ríos, quien asegura que ese impasse los llevó a entender que era indispensable tener una fábrica propia. "No podíamos supervisar nada porque la fábrica no era nuestra y, por mucho que dejáramos todo explicado y explicitado, nos pasó que se guardaron nuestros hilos y le ponían hilo barato a nuestros zapatos, lo mismo con el pegamento, por ejemplo", dice Ríos. La imposibilidad de controlar la calidad y los tiempos de producción provocaron que muchos de los zapatos salieran malos y que los clientes alegaran. "Con Felipe hicimos un escuadrón de rescate y fuimos puerta a puerta buscando los zapatos malos y prometiéndole a la gente que se los íbamos a arreglar. Y así lo hicimos", dice Ríos.
MACHO Y HEMBRA
El nombre surge luego de la definición de su público objetivo: jóvenes dedicados al diseño, arquitectura, publicidad, marketing. "Creíamos que en Chile hay muchas personas que pertenecen a ese mundo con el que nosotros tenemos en común el instinto animal, el instinto creativo", dice Velasco. Es, agregan ambos, un nombre con carácter, fácil de recordar y con una fonética interesante. Y, a partir de ese nombre, comenzó una sólida construcción de marca: en Bestias se habla de macho y hembra, no de hombre y mujer. Los zapatos no se agotan, invernan. Todos los nombres de los modelos son animales en extinción o en peligro de extinción como Pudú; Dingo, el perro salvaje australiano; o Quagga, una subespecie de cebra. Y las "XX" impresas en cada zapato y cajas de cartón en las que se presentan los zapatos, son aplicaciones que incorporan en costuras, pero también letras que sus diseñadores ven como las huellas de la bestia.
Esas dos equis también sirvieron de inspiración, y como solución arquitectónica para la tienda que abrieron en 2012 en el Drugstore.
El 15 y 16 de marzo, en la fábrica ubicada en Eduardo Matte 1570, Bestias realizará una venta de colecciones pasadas con descuentos que llegarán al 40%. Los modelos se pueden ver en el sitio web bestias.cl y en su cuenta de instagram Bestias_XX.
EN SU HÁBITAT
La tienda a cargo de los arquitectos Paula y Max Velasco tiene 12 metros cuadrados y ahí conviven, expuestas sobre vigas puestas en forma de equis, los cientos de cajas en las que se guardan los zapatos y las largas repisas en las que exhiben cada uno de los modelos. Y fue gracias a ese diseño y modelo de negocio que lograron armar, que en enero de este año aparecieron en Dezeen –prestigioso blog de arquitectura inglés que en 2012 fue elegido como el mejor del rubro por el diario británico The Independent–, en el que solo había aparecido una tienda de retail: la tienda española de zapatos Camper, de la Quinta Avenida en Nueva York, creada por Nendo, reconocido estudio japonés liderado por Oki Sato cuyas obras se exhiben en museos internacionales como el Pompidou de París y el Victoria & Albert de Londres. "Con el poco tiempo que llevan han hecho un muy buen trabajo de marca y una muy buena relación entre la imagen y los productos, y eso también incluye el diseño de la tienda que, aunque es chica, se transforma en una gran vitrina", dice Cristóbal Palma, fotógrafo a cargo de las fotos publicadas en los blogs como ejemplo de proyecto.
El eslogan de los zapatos Bestias es "Made in Chile, no en China". Y es que la imagen país les importa. El gran sueño de Ignacio Ríos y Felipe Velasco es caminar por Londres y ver una tienda Bestias como un reflejo de que en Chile hay diseño, manufactura y materiales capaces de satisfacer las exigencias de un inglés.
El próximo paso es abrir una segunda tienda en Santiago –sin lugar definido aun–, y vender en Paris. A mediados de 2013 fueron una de las marcas del corner que Monjitas a la Moda instaló en la tienda de retail y Bestias no solamente fue la que más vendió en ese espacio, sino la que más vendió en todo el piso, logro no menor si se considera que un Bestias cuesta en promedio $ 65.000, alrededor de 25 mil pesos más que el resto de la ya consagrada competencia. Con esos antecedentes, la marca de retail les extendió la invitación y en unas semanas más inaugurarán su corner propio en las tiendas del Parque Arauco, Alto Las Condes y Costanera Center. "Le tenemos harta fe porque además de que vendieron bien cuando estuvieron, tienen una idea muy novedosa de cómo mostrar los zapatos, armar su espacio, y hacer una apuesta más transgresora dentro de la zapatería que en Chile es súper tradicional", dice Cristián Salinas, product manager calzado hombres de Paris.
Los Bestias de la colección otoño invierno 2014 ya están listos, agazapados, defendiendo su territorio ante los containers que buscan disputarles su legítimamente ganado espacio dentro del cada día más atractivo mercado de zapatos nacional.
Colección otoño-invierno 2014 de hombres, que será lanzada junto a la femenina durante la segunda semana de abril.