Mistral: el nuevo cable submarino que conecta a Chile con el mundo
Con 7.300 kilómetros de extensión, que conectan desde las costas de Guatemala hasta recalar tanto en Arica como en Valparaíso, el Cable de Fibra Óptica Submarina “Mistral” será el sexto en instalarse en el país. Un hito que expertos en la materia consideran que va a entregar mejores condiciones de conectividad, junto con pensar en la idea de crear un hub de innovación con Chile como punto de conexión.
Teletrabajar, jugar videojuegos en equipo, conectarse por videollamada con los amigos o familiares se ha vuelto algo tan común, que no solemos dimensionar la ingeniería que permite esa comunicación casi instantánea con cualquier otra parte del mundo. La información circula de muchas formas, y si bien la tecnología satelital es una de las más conocidas, hay más de un millón de kilómetros de cables submarinos repartidos por los mares que dan forma y fuerza a internet. El cable submarino se ha vuelto el vehículo más importante de todos.
Las fibras cruzan los océanos y por ellas pasa el 97% de la información que circula por la web, y cada nueva construcción significa mejores capacidades técnicas y tiempos de respuestas más cortos de la red para los usuarios del país que reciben este tipo de tecnologías en sus costas. Marcando un nuevo hito en el desarrollo de las telecomunicaciones en Chile, Telxius y Claro Chile dieron a conocer la llegada de un nuevo cable de fibra óptica submarina en dos puntos de amarre: Valparaíso y Arica.
Se trata de Mistral o South Pacific Submarine Cable (SPSC), un proyecto desarrollado suministrado por Subcom, que interconectará la costa del Pacífico latinoamericano, con puntos de amarre en Chile, Perú, Ecuador y Guatemala, cuya entrada en servicio se espera para mediados de año. Este cable submarino de última generación, que cuenta con aproximadamente 7.300 kilómetros y una capacidad de 132 Tbps, ofrecerá la latencia más baja del mercado y proporcionará los más altos niveles de servicio, fiabilidad y seguridad, mejorando considerablemente la conectividad de millones de personas en Chile y Latinoamérica.
“Mistral”, bautizado en honor a Gabriela Mistral, la primera mujer de Iberoamérica en recibir el premio Nobel de Literatura en 1945, tiene diversas particularidades según Florencio Utreras, investigador del Centro Modelamiento Matemático de la Universidad de Chile y considerado el padre de internet de Chile. El profesor regresa un par de años atrás hacia la década de los 90 para comparar al cable Mistral con el Panam, el primero de su estilo en el país, en 1996. Creado para fines telefónicos, este tiene una capacidad de 2,5 gigabytes por segundo. Para dimensionar el avance, un terabyte son 1000 gigabytes, de manera que la llegada del SPSC Mistral multiplica 40 mil veces la velocidad de su antecesor.
La capacidad oficial del cable Mistral es de 132 Terabit, lo que da una rapidez importante: para un tamaño medio por imagen de 1,5MB, serían aproximadamente 11 millones de imágenes; para un tamaño medio por canción de 7,5MB, serían aproximadamente 2,2 millones de canciones; para una velocidad de transmisión de 17Mbps de videos HD, serían aproximadamente 7,8 millones de transmisiones de televisión en HD; y para una velocidad de transmisión de 50Mbps, serían aproximadamente 2,64 millones de usuarios de Fortnite jugando al mismo tiempo. Se trata del sexto con fibra óptica en ser instalado y el tercero de alta velocidad que llega directamente a Chile. Aparte de su rapidez, el lecho del mar prácticamente no tiene interferencias, lo que comparado con un cable de fibra óptica en los postes de electricidad, lo vuelve menos vulnerable a las actividades humanas.
Otra de sus características es que el cable recala tanto en Valparaíso como en Arica, situación no frecuente según Utreras y que permite tener comunicaciones directas entre ambas ciudades, junto con respaldar las rutas terrestres. “Si el día de mañana ocurre un terremoto que corte la fibra óptica que va al norte, como ocurrió en 2010 hacia el sur, con un cable en el mar habrá una ruta alternativa de telecomunicaciones”, explica el investigador.
“Hemos avanzado muchísimo en dos décadas”, asegura uno de los precursores del internet en el país, considerando que el primer cable de fibra óptica se instaló en 2001, época en que las telecomunicaciones internacionales funcionaban mayoritariamente vía satélite. Eduardo Vera, gerente de Innovación y Desarrollo del Centro de Modelamiento Matemático de la Universidad de Chile, con una basta experiencia en laboratorios de empresa telefónicas en Japón y Estados Unidos, también comparte que el avance local en la materia es fundamental, asegurando que “el valor de la información es crítico en el desarrollo de los países estratégicos”.
El académico también relata que un cable de estas características cuenta con una menor latencia en la comunicación. Para entender, la distancia entre las puntas de un cable de fibra óptica es muy inferior a la distancia que hay entre un satélite con la tierra, siendo 36 mil kilómetros versus los 7 mil del SPSC Mistral. Por tanto, un cable submarino hace más eficiente el proceso de llevar la información, provocando que la señal tenga un retardo muy bajo, lo que hace la diferencia a la hora de enviar un correo o ser más veloz a la hora de jugar online. Con una latencia baja se accede a una diversidad de aplicaciones, “al nivel que un médico japonés podría operar un paciente en Chile a través de un cable de fibra óptica con Inteligencia Artificial”, ejemplifica.
Vera destaca que en la medida que avanza la electrónica, la capacidad de los terabytes de la fibra óptica podría ir aumentando. “El mismo cableado óptico que se instaló, de aquí a diez años haciendo un upgrade a las puntas, puede seguir aumentando continuamente su capacidad de transmisión”.
“Los cables submarinos son fundamentales para la conectividad digital, ya que son la infraestructura base de internet. Por ello, celebramos el despliegue del Cable Mistral, pues a través de cables como éste se transmiten gran parte de los datos de Arica con diversos puntos del país, algo fundamental ahora que estamos viviendo una pandemia, a raíz de la cual muchas actividades se realizan remotamente”, indicó la Ministra de Transportes y Telecomunicaciones, Gloria Hutt, quien añadió que “una mejor conectividad digital, implica una mejor calidad de vida”.
En tanto, la Subsecretaria de Telecomunicaciones, Pamela Gidi, sostuvo que, “el Cable Mistral servirá como una carretera submarina que conectará a los ciudadanos de la Región de Arica y Parinacota con el resto de las regiones de Chile, así como con otros países mediante servicios de alta velocidad y calidad”. Agregó que “esta infraestructura contribuirá a mejorar la calidad de servicio para miles de habitantes del país y será fundamental para el desarrollo de 5G, red que permitirá el acceso a la masificación de la telemedicina así como nuevas prestaciones de la economía digital 4.0”.
El futuro del cable submarino
Si se revisan los mapas dedicados a marcar los cables submarinos dispersos por el mundo, se puede ver que la mayoría se concentran en Estados Unidos, China y Europa, formando una especie de spaghetti que contrasta a primera vista con la costa del Pacífico y del interior de África. La llegada del SPSC Mistral viene a marcar la mejoría continua de conexión en el continente. Con la ruta de Mistral, Perú recibe por primera vez en 20 años una infraestructura de este tipo, mientras que en nuestro país solo en los últimos dos años se han desplegado tres cables, entre ellos la Fibra Óptica Austral (FOA) que conectó a mediados del año pasado a Puerto Montt con una gran parte de los poblados de la Patagonia.
Los cables submarinos representan trillones de dólares en actividad económica anual, por lo que un nuevo cable en el territorio permite responder a la creciente demanda de servicios de Internet, datos y contenido, tanto para proveedores del servicio como para usuarios comunes. De hecho, la Reserva Federal de Estados Unidos estima que se realizan transacciones por día en torno a los US$10 billones en este tipo de negocios.
Ante esto, el profesor Florencio Utreras señala que hace unos cinco años atrás contratar una capacidad de red entre Nueva York y Londres costaba del orden de unas diez veces menos, comparado con la capacidad que costaba una conectividad entre Miami y Sao Paulo. “Entre más cables, hay una evolución en capacidades, lo que redunda en un mejor precio para los mayoristas, que son los que le entregan el servicio al público local”, explica, agregando que en la actualidad ha bajado a la mitad dicha suma, entregando mejores precios a las empresas de telecomunicaciones.
Con todos estos antecedentes, se hace imperante que en el futuro próximo aparezcan nuevas conexiones submarinas. Actualmente, hay otros cables que podrían convertirse en rutas alternativas, y que ya están llegando por la costa atlántica como el cable Monet, que conectan a Brasil con Angola, o el el cable Bela, el primero de alta capacidad que conecta a América Latina con Europa; este último unirá los hubs de de São Paulo y Fortaleza con Lisboa, Madrid y Marsella, proyecto del que Chile es parte y tendrá facilidades para entrar a una red de investigación y educación entre los dos continentes.
“Es muy importante para nosotros tener muchas alternativas, no depender ni de rutas únicas ni de puntos de acceso, para así tener acceso resiliente, y que en caso que fallen tener varias opciones” explica el profesor Utreras. Por su lado, Eduardo Vera ya piensa que el futuro próximo podría existir un cable submarino que conecte directamente a nuestro país con Asia y Australia, lo que podría transformar a Chile “en un punto de conexión clave, como concentrador de tráfico para dirigir desde Asia hacia América del Sur, del Centro y rutas que se están instalando pensando en África”.
La idea de posicionar a Chile como un hub de conectividad en el Pacífico toma sentido considerando también el interés de grandes empresas por desarrollar procesos en el territorio, como ocurre con Amazon Web Services, que instalará ocho estaciones satelitales en Punta Arenas, o Google, que ya cuenta con un datacenter en Quilicura y el Cable Submarino Curie, que en 2019 permitió conectar a California con Valparaíso.
Cristian Ramos, gerente de Desarrollo de Infraestructura para América Latina de Google, señala que hubo una “clara elección” cuando la empresa detrás del motor de búsqueda decidió instalar este tipo de tecnología en el país. “Vemos a Chile como un país de la región en donde existe una facilidad de hacer negocios, y talento humano para desarrollar este tipo de infraestructura. Creo que nuestro compromiso con Chile es un compromiso de largo plazo, y en la medida que tengamos que desarrollar más infraestructura, lo seguiremos haciendo”, enfatizó.
Si bien Eduardo Vera de la Universidad de Chile destaca los avances, el profesor recalca que para responder a las necesidades de un hub de innovación requerirá trabajar ante la falta de profesionales tecnológicos, con una mejora en la calidad de la educación, y contar con políticas nacionales que involucren a las universidades, las empresas y el Estado. “Nuestra inversión en ciencia y tecnología es bajísima y por lo tanto hay una contradicción entre el discurso y los hechos. Estos desarrollos son fundamentales para el desarrollo del país. Necesitamos poner más inteligencia en los procesos, preocuparnos más, y eso requiere desarrollo científico y tecnológico”, sentencia.
Este evento, que reunió en el Teatro Municipal de esa ciudad a expositores de distintas soluciones tecnológicas -entre ellos, Kinesix VR, Zeus y Huawei, partners de Claro empresas- fue también el punto de partida para la nueva Corporación de Innovación y Desarrollo Sostenible de la Ciudad Jardín.
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