Un hombre asesinado con al menos 30 balazos a plena luz del día afuera de un colegio, en Valparaíso, la semana pasada, marcó el inicio de una polémica que escaló desde lo delictual a lo político. El tema de fondo: la inseguridad, la impunidad y el avance del narcotráfico y su impacto en el resto de la comunidad.
El entierro de Camilo Noé Rojas Chepulich, a lias “el Ñaju”, presuntamente ligado a una banda narcotraficante, generó tanto temor en la comunidad de Playa Ancha que diez colegios y dos universidades suspendieron total o temporalmente sus clases por temor a las balaceras y otras manifestaciones que se asocian a estos funerales llamados “de alto riesgo”. Las autoridades del gobierno central lamentaron la medida, pero desde Valparaíso demandaron más seguridad y más certezas para una comunidad que se resiste a entregar más espacios a las bandas organizadas. Todo en un contexto donde las balaceras que ponen en riesgo a la población y sobre todo a menores de edad comienzan a hacerse parte del paisaje.
Francisca Mayorga, corresponsal de La Tercera en la Quinta Región cuenta la historia de un evento que llamó la atención sobre un problema lamentablemente cada vez más común.