Cambio de hora en Chile 2024: por qué el horario de invierno es el mejor, según los científicos

Alarma sueño dormir

En pocos días entraremos al horario de invierno, una modificación que no a todos agrada. Antes de sufrir, dos especialistas en sueño explican cómo amortiguar este evento y no desfasarse con la nueva hora.




A algunos les da prácticamente lo mismo, pero hay personas que sufren mucho con los cambios de hora, ya que les altera toda su regulación del sueño. Lo cierto es que esta variación del horario que ocurre dos veces al año —se atrasa una hora en otoño, se adelanta una en primavera— en todos produce un desajuste funcional. Partiendo por el celular y el computador, aparatos protagónicos en nuestras vidas, que no siempre se cambian solos —o a veces lo hacen fuera de tiempo— y causan más de un momento vergonzoso.

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La pregunta siempre es... ¿Cambiaré yo la hora o se cambia sola?

La ley, desde 2019, dice que “el cambio de horario de invierno empezará a contar del primer sábado de abril y se extenderá hasta las 00:00 horas del primer sábado de septiembre, cuando los relojes se atrasarán en 60 minutos”. Por lo tanto, este 2024 la hora se modificará el sábado 6 de abril a las 23:59, retrasándose en 60 minutos, lo que en términos técnicos nos hará quedar en el uso horario GMT -4.

El principal motivo histórico de los cambios de hora en Chile ha sido el ahorro de energía, puesto que al retardar el anochecer durante el verano era posible consumir menos electricidad, algo crucial en épocas de sequía pues su generación dependía de las centrales hidroeléctricas. Sin embargo, el origen de la idea surgió por una cuestión de productividad. Al menos así lo consigna la revista National Geographic, que demuestra que el precursor de esta política fue Benjamin Franklin en 1784, cuando era el embajador de Estados Unidos en Francia.

“Al levantarse a las seis de la mañana y ver el sol brillando tras la ventana, pensó que se perdían muchas horas de luz, mientras que por las tardes la gente tenía que encender muchas velas para poder seguir trabajando en la oscuridad”, dicen. Entonces envió una carta al diario parisino The Journal, proponiendo varias medidas para ahorrar energía y escribió un tratado llamado Proyecto Económico para disminuir el costo de la luz.

Pero no fue hasta 1916 que se realizó el primer cambio de hora oficial en Estados Unidos, esta vez con el objetivo de ahorrar combustible. “Dos años después el cambio de hora se convirtió en una ley federal para aquellos estados que decidieron respetarlo”. Durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno estadounidense obligó a todos los estados a establecer el horario de verano para ahorrar recursos y energía.

Hoy esos motivos ya no tienen tanta fuerza. Según el IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía en España), actualmente ese país ahorra apenas un 5% de energía con el cambio horario. Por eso en Chile la comunidad científica está enfocada en encontrar e impulsar otras políticas públicas que contribuyan al ahorro energético, y no seguir realizando anualmente esta modificación que trae más inconvenientes que beneficios a la salud de las personas.

En un encuentro organizado por la Fundación Encuentros del Futuro, el cronobiólogo y académico del Instituto de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso, John Ewer, insistió en que hay suficiente evidencia científica como para abandonar el cambio de hora y quedarnos definitivamente con el horario de invierno (GMT -4). El de verano, dijo, “afecta durante varios meses el desempeño, genera más accidentes y las personas están menos concentradas”.

¿Existen repercusiones en nuestro sueño?

El cambio de hora es algo que se hace en diversas partes del mundo. Según Alex Espinoza, neurólogo del Centro de Cefalea de RedSalud, las distintas poblaciones lo toleran bien, pero hay un porcentaje de pacientes que se ven más afectados con ello”. Una de las consecuencias más negativas, de acuerdo a Ewer, es que el número de ataques al corazón aumenta entre un 5 y un 10% los lunes y martes posteriores al cambio de horario de verano, que últimamente se realiza en septiembre.

“Habitualmente, en algunas personas se puede producir somnolencia o desfase de los tiempos de sueño, pero la adaptación suele ser rápida; demora más o menos una a dos semanas”, asegura Pablo Guzmán, neurólogo y director médico de Clínica Somno. Entre los efectos que genera este cambio en el dormir menciona al cansancio, cambio de humor y ánimo.

Ewer también ha alertado del impacto que tiene en el metabolismo —lo que puede aumentar la incidencia de enfermedades como la diabetes o la hipertensión— y la eventual reducción en la efectividad del sistema inmune.

No te angusties: el mejor horario es el de invierno

Según plantean ambos especialistas, este cambio no será tan brusco como el que ocurre en primavera, ya que en el horario de invierno agregamos una hora más de sueño. Como el sol saldrá más temprano —si hoy lo hizo a las 07:45, el 6 de abril lo hará a las 06:50, aproximadamente—, habrá más luz en la mañana “y el cerebro se ordenará mejor”, dice Espinoza.

“A diferencia de la percepción general de la ciudadanía —que prefiere que la luz del día dure hasta más tarde—, es mucho mejor este horario, porque si nos mantuviéramos en el de verano durante los meses fríos, tendríamos inicios del día mucho más oscuros, lo que confunde al reloj biológico” y dificulta el despertar del cuerpo.

A pesar de esto, no son pocos los que se ven complicados con la modificación, ya sea porque los ataca el sueño más temprano —el atardecer comenzará cerca de las 6 de la tarde— o porque el amanecer no coincide con su hora de despertar. Para esa gente, hay algunas medidas que se pueden tomar para llevar bien la transición.

En primer lugar, Espinoza sugiere “preparse al menos una semana antes del cambio de hora y comenzar a adelantar algunos procesos, como levantarse un poco más temprano cada día, adelantar también quizás actividades como el almuerzo o la comida, y así disminuir el impacto”. De esta manera, dice, “el cerebro se adaptará mejor al nuevo horario”.

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El nuevo horario facilitará el despertar, especialmente en los niños.

“En este período también conviene tener contacto con el sol, idealmente una hora al día, tomando por supuesto las precauciones como el uso de protector solar, lentes e hidratación”, dice como segunda recomendación. “El contacto con el sol favorece que el cerebro pueda manejar de mejor manera el concepto de día y de noche; así se acentúan las diferencias entre ambos períodos y se fomenta la conciliación del sueño”, explica.

Higiene del sueño

Dormir es una de las actividades más relevantes del ser humano, tanto como respirar o comer. Mientras lo hacemos, “se reparan tejidos, se consolida la memoria, hay una regulación cardiovascular y todo un proceso de regeneración celular”, menciona el neurólogo de Red Salud. “Tener un deterioro del sueño puede acarrear consecuencias muy graves”.

Por eso es muy importante prevenir y actuar si es que el cambio de hora produce alguna dificultad en los hábitos de sueño. Lo que los neurólogos especialistas en el dormir sugieren para mantener una buena higiene de descanso es tener un horario consistente tanto para acostarse como para levantarse.

Además ayuda mucho realizar actividad física unas tres veces a la semana, por al menos una media hora cada vez. Eso libera serotonina, la llamada “hormona de la felicidad”, que también funciona como precursora del sueño.

Otro consejo es tratar de no comer durante las dos horas previas a acostarse, y evitar el consumo de café, té, bebidas, chocolate o estimulantes durante las últimas tres o cuatro horas antes de iniciar el sueño.

Y para despertar, siempre conviene levantarse al primer sonido de la alarma. Suena cruel, porque ¿quién podría resistirse a apretar el botón de snooze y postergar por 5 minutos la apertura de ojos? No es mucho pedir, ¿o sí?

“Para un insomne —y para cualquiera, en realidad—, sí lo es”, nos respondió la neuróloga María José Zeballos hace un tiempo. Esos minutos extra, que parecen deliciosos entre las sábanas, en realidad es sueño de muy mala calidad, que nos dificultará todavía más la levantada y con los que se corre el riesgo de quedarnos dormidos y arruinar toda nuestra mañana.

Algo que puede ayudar en ese difícil momento es un buen despertador. No uno que haga un ruido infernal sino todo lo contrario: un reloj que suavemente nos ayude a incorporarnos. Como detallamos en este artículo sobre despertadores, hay un modelo de Philips que con una lámpara simula un amanecer en nuestra habitación, lo que inhibe la melatonina y nos hace levantarnos con más ánimo y facilidad. No es barato, pero puede cambiarles la vida a quienes sufren en las mañanas.

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*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 3 de abril de 2024. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.

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