A estas alturas del año ya estamos sintiendo altas temperaturas, con máximas casi veraniegas, lo que inmediatamente hace que usemos ropa más ligera y expongamos más piel al sol.
Ya es evidente que la radiación solar puede provocar efectos malignos graves, pero no todo es malo: también tiene sus beneficios cuando la enfrentamos de manera responsable, segura y moderada. ¿Cuáles son estos? ¿Cómo podemos cuidarnos?
Las consecuencias negativas que puede traer la exposición irresponsable a la luz solar no son pocas, y en muchos casos pueden ser complejas. No se trata solamente del bronceado, el enrojecimiento, las quemaduras o el aceleramiento del envejecimiento de la piel; además puede agravar otras enfermedades, dar pie a problemas oculares e incluso provocar un cáncer.
La dermatóloga de la Clínica Santa María, Irene Araya, explica que el sometimiento a la radiación del sol puede ser bastante dañino, generando un problema directo sobre la piel y los ojos, al traspasar la barrera cutánea”. En este último caso, puede provocar un daño inflamatorio conocido como eritema o quemadura solar. “Por otra parte, también es capaz de producir daño en el ADN celular, generando mutaciones que pueden sobrevenir en un cáncer de piel a futuro”.
Pero los efectos no son solo directos. “También el sol puede producir un daño indirecto”, dice, “al inducir una alteración del sistema inmunológico local, la que es capaz de reactivar o agravar infecciones virales de la piel como el herpes. Por otro lado, puede disminuir las células de defensa natural, aumentando el riesgo de tumores”.
En térmicos cosmetológicos, a ello se suma el daño actínico —que es como se denomina a la acción química de la radiación solar— que se traduce en hiperqueratosis, deshidratación y mayor flacidez de la piel —al dañar sus fibras colágenas y elásticas—, y en la hiperpigmentación. Con respecto a esto último, Andrés Lehmann, dermatólogo de Vidaintegra, señala que “la luz del sol en muchas personas produce manchas; un problema estético difícil de eliminar”.
La acción de la radiación es acumulativa en el tiempo, por lo que es imprescindible que el cuidado sea constante y permanente. Pero dicho eso, es bueno recordar que el sol también puede tener efectos positivos en las salud de las personas. Nadia Castro, esteticista, cosmetóloga y Manager Spa Therapy en Youtopia, explica que “una segura exposición al sol tiene varios beneficios asociados. Además de impactar positivamente nuestro estado de ánimo, contribuye a la síntesis de vitamina D, fijación del calcio en los huesos y se puede recomendar para algunas enfermedades de la piel, como psoriasis y acné”.
Irene Araya, dermatóloga de la Clínica Santa María, agrega que “el sol es fuente de vida y genera liberación de mediadores importantes en el ciclo de sueño-vigilia, como también en el bienestar emocional de los individuos. Además, su uso en dispositivos médicos controlados puede ayudar en el tratamiento de múltiples enfermedades inflamatorias de la piel, como la psoriasis y el vitíligo, entre otras”.
A pesar de esos beneficios absolutamente esenciales, la consigna respecto a tumbarse al sol en traje de baño por varias horas se mantiene: “hoy en día, la recomendación es que nunca nadie intente broncearse”, declara Andrés Lehmann. El profesional agrega un consejo interesante: “Exponer un poco los antebrazos, la cara o las manos al sol sería suficiente para activar la vitamina D, sin requerimientos de exposiciones prolongadas”. Un dato a tomar en cuenta, especialmente sabiendo que esa vitamina tiene propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y neuroprotectoras, aportando a mejorar las funciones musculares y a los sistemas inmunológico y nervioso.
En Práctico te entregamos algunas recomendaciones para una buena fotoprotección:
- Evitar exponerse al sol entre las 11 y las 17 hrs.
- Un punto fundamental: aplicar protector solar todos los días del año. En caso de exponerse al sol, aplicarlo 30 minutos antes de hacerlo y repetir cada dos horas.
- Usar sombreros que cubran el cuero cabelludo y el rostro, además de anteojos oscuros que cumplan con la normativa de protección solar.
- Considerar qué medicamentos se consumen, evitando el sol especialmente cuando se está en tratamiento con fármacos que pueden ser fotosensibilizantes.
- No olvidar proteger los labios con un producto adecuado.
- Evitar potenciadores del bronceado.
- En el caso de niñas y niños, el Lehmann recalca: “Los lactantes hasta los seis meses no pueden usar protectores solares. Después de esa edad, ya lo pueden comenzar a utilizar, ojalá todos los días. Además, hasta los 12 meses de edad los niños y niñas no deben ser expuestas a la luz directa del sol; siempre tiene que estar protegido por un obstáculo físico”, ya sea un sombrero, toldo, quitasol o cualquier objeto que produzca sombra.