Cuando la piel expresa el malestar de la mente: qué es y cómo prevenir la psoriasis
Se trata de una afección psicosomática, donde el estrés o los problemas psicológicos se trasladan al cuerpo. ¿Cuáles son sus síntomas y cómo se puede evitar? Lo comentan tres dermatólogas y una psiquiatra.
Pelones circulares en el cuero cabelludo, manchas escamosas que van ganando terreno sobre la piel, irritación, ardor y la propia incomodidad que se supone verse, de pronto, invadido por estas placas que llaman la atención de todo el mundo. Son algunos efectos de la psoriasis, una afección cada vez más común pero de la que todavía se conoce poco popularmente. Y no solo afecta la piel, como se podría pensar, sino que tiene causas y consecuencias mucho más profundas.
Alguna vez habrás escuchado el término “somatizar”. Resulta que Juanita está pasando por un mal momento, muy estresante, y aunque la causa puede que no se conozca, el efecto se ha hecho visible y no solo en el estado de ánimo. También en su piel, llena de heridas que aparecieron de la noche a la mañana. ¿Qué pasó? Juanita está somatizando —o manifestando físicamente un malestar psicológico— una situación que le genera un alto estrés. Y en su caso lo hace a través de la psoriasis.
¿Qué es la psoriasis?
La psoriasis es una afección del sistema inmunológico, en la que las células de la piel se comienzan a acumular, formando manchas secas, escamas y provocando un estado constante de picazón y malestar en quien la padece.
No todo el mundo está en riesgo de padecer la psiorasis —es genética—, pero tampoco es posible descartar si alguien está o no dentro del grupo de riesgo. Los abuelos y los hermanos suelen ser un antecedente común.
“Se puede gatillar en cualquier etapa de la vida, de niño, de joven, de adulto, o en la vejez. Es más frecuente antes de los 40 años, pero igualmente puede presentarse por primera vez siendo adulto mayor”, explica Tatiana Riveros, dermatóloga de la Clínica Alemana.
La psoriasis además es inflamatoria. Como explica Riveros, “la persona genera anticuerpos, defensas, glóbulos blancos que hacen que la piel se enferme”. Y así como la piel, también todo el organismo, lo que la convierte en una afección multisistémica. “Es importante entender que es una condición con muchas enfermedades relacionadas”, dice al respecto Claudia Moreno, dermatóloga de la Clínica Indisa.
Las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, la hipertensión y los trastornos metabólicos aparecen como potenciales causas y consecuencias de la psoriasis. Allí radica la importancia de atenderla a tiempo. No hacerlo implica la posibilidad de que se genere una liberación masiva de citoquinas a nivel de la sangre, lo que según Moreno “se puede manifestar negativamente en distintos órganos, principalmente en el corazón”.
Por otro lado, no atenderse a tiempo implica el riesgo de que la psoriasis avance y se produzca lo que se conoce como eritrodermia psoriásica. Esto, explica Natacha Quezada, dermatóloga de la Clínica UC Christus, corresponde a “un gran quemado en todo el cuerpo”, que requiere de hospitalización.
La punta de un iceberg
La psoriasis es una enfermedad multifactorial que puede gatillarse por diversas razones, como las infecciones, un mero resfrío o por la obesidad. Pero quizá una de las desencadenantes más comunes tenga que ver con la salud mental, específicamente con el estrés. Por eso es una enfermedad psicosomática: el trastorno físico se asocia a un malestar psicológico.
“Los factores psíquicos pueden ser favorecedores de la aparición, mantención y remisión de las crisis”, explica Cinthia Cassan, psiquiatra y psicoanalista, coeditora del libro “Repensando lo psicosomático, desde lo clínico a lo psicosocial”, publicado por Ediciones Sonepsyn. “O sea, la tensión emocional puede provocar un recrudecimiento de las lesiones”.
El estrés se suele relacionar solo a la tensión laboral, sin embargo puede tener múltiples raíces para diferentes personas. “Las situaciones emocionales, relacionadas con los cambios, las mudanzas o las separaciones de seres queridos, son las que más frecuentemente influyen como desencadenantes de lapsoriasis o sus crisis”.
Cassan sostiene que los síntomas de la psoriasis, en especial los dermatológicos, pueden ser considerados como la “punta del iceberg”: un indicador de que “algo está pasando a nivel emocional que el sujeto no ha logrado elaborar, poner en palabras o simbolizar. Por eso, pasa directo a lo real del cuerpo”. Ahí aparece para “mostrar” que algo “no anda bien” y pide ser interpretado, primero para ser comprendido y luego para poder modificarlo.
Así como la salud mental puede gatillar la psoriasis, también la puede agravar. Cualquier lesión dermatológica —como la psoriasis— puede provocar preocupación, malestar emocional, inseguridad y retraimiento social. En algunos, apunta la psiquiatra, incluso puede provocar casos de depresión y ansiedad.
“Al ser una enfermedad de la piel, hay un tema emocional importante que puede ser causa o consecuencia. Se genera un círculo vicioso que se puede perpetuar por los estados de afección psicológica, lo que a su vez complejiza su tratamiento”, agrega Claudia Moreno.
De acuerdo a Cassan, y en base a la experiencia del psicoanálisis, quienes más se encuentran en riesgo de desarrollar la psoriasis son las personas “con dificultad de tomar consciencia de sus emociones y de ponerlas en palabras”, además de contar con antecedentes genéticos.
Del desconocimiento a la discriminación
La psoriasis tiene distintas variantes. La más común se denomina “psoriasis vulgar”, también conocida como psoriasis en placas, y que se presenta en un rango del 80 al 90% de los casos. Generalmente se manifiesta con manchas rojas y descamativas en codos, rodillas, cuero cabelludo, zona lumbar baja y abdomen. La mayoría de estos casos son leves y pueden ser tratados de manera relativamente sencilla. Sin embargo, en algunas personas la afección puede ser severa e, incluso, mortal.
Otros tipos de psoriasis, como la inversa, pueden afectar las zonas de pliegue, como las axilas, los glúteos o los senos, además de la cara y comprometer las uñas.
Pero a estas complicaciones se suma el efecto social de la psoriasis, que puede tener un gran impacto en el individuo, porque las lesiones son llamativas”, dice Natacha Quezada. La discriminación o las miradas incisivas son parte de un ambiente habitual entre los pacientes y que, por lo demás, les puede significar mayor estrés y posibilidad de recrudecimiento de la enfermedad.
Frente al clima adverso que enfrentan quienes padecen la psoriasis, Quezada llama a “educar a la población sobre esta enfermedad que no es contagiosa y que tiene millones de pacientes en el mundo, por lo que no se debe discriminar a los afectados”. Actualmente la cifra ronda entre el 1 y e 4% de la población mundial, número que “claramente” está aumentando porque vivimos “en un medio que es cada vez más estresante”.
El efecto Covid
Y si de estresores se trata, no se puede obviar a la pandemia del covid-19. Una encuesta realizada en 30 países durante el 2021 estableció que más de la mitad de los participantes de Chile, Brasil, Perú y Canadá aseguraron que su salud mental había empeorado desde el comienzo de la pandemia. En Chile, según el Termómetro de Salud Mental 2021, cerca del 33% de los encuestados dijeron presentar síntomas asociados a la salud mental.
Con la pandemia, la enfermedad tuvo “una explosión y afectó a las personas que tienen antecedentes genéticos pero carecen de un control sobre el estrés, el ambiente y su calidad de vida”, dice Natacha Quezada. Un estudio publicado en Estados Unidos añadió otro dato: uno de los efectos del covid-19 en pacientes graves ha sido la inflamación del sistema respiratorio a causa de una “tormenta de citoquinas proinflamatorias”. El mismo agente que actúa en la psoriasis.
De esta manera, no sólo se han dado más casos de psoriasis en el mundo, sino que también han aumentado y complejizado los casos graves.
Tratamiento y otras recomendaciones
La mayoría de los casos de psoriasis corresponden al de tipo vulgar y tienen efectos leves. Sin embargo, los especialistas llaman a que ante la presencia de síntomas es primordial consultar lo más rápido posible, tanto a un dermatólogo como a un terapeuta especializado en psicosomática, para que realicen las evaluaciones correspondientes.
Aunque lo anterior parece obvio, Cinthia Cassan cuenta que una de las principales dificultades que se presentan en los tratamientos es la consulta tardía. “Cuanto más avanzado está la enfermedad, las remisiones son más dificultosas o lentas”.
Los tratamientos suelen ser bastante efectivos en el control de los síntomas, aunque es fundamental que se abarque tanto la dimensión cutánea como la mental. La primera consiste en el uso de cremas tópicas antiinflamatorias con corticoides, que pueden incluir derivados de urea, ácido salicílico, y alquitrán. Cuando la afección abarca más del 10% del cuerpo de la persona, el tratamiento pasa a ser de tipo “sistémico”, con medicamentos biológicos que buscan acelerar el proceso de reproducción de las células en la piel.
—Hidratación de la piel
Como complemento a los medicamentos, “es importante el cuidado de la piel”, dice Claudia Moreno. Para ello recomienda utilizar productos suaves para el baño: un sustituto para el jabón o Syndet, y una crema hidratante, lubricante para mantener la barrera de la piel adecuada.
Natacha Quezada agrega que es fundamental encremarse todos los días, mañana y noche, para mantener la piel hidratada. De lo contrario, la resequedad puede ser un gatillante de la enfermedad. Y mucho ojo con la exposición al sol.
Tampoco se necesita de medicamentos para prevenir la aparición de psoriasis en el cuero cabelludo, una zona común de afección y que suele quedar con verdaderos pelones. Para ello basta con el uso diario de champús anticaspa. “No hay que dejar que la caspa gane el proceso y se transforme en una psoriasis”, dice Quezada.
—Evitar la ropa apretada
El roce de las prendas con la piel, así como el rascarse mucho, puede aumentar la psoriasis. Esto se debe al fenómeno de Koebner, que consiste en la aparición de nuevas lesiones en sitios con algún tipo de trauma o presión, aún cuando la piel se encuentre “sana”.
—Cuidar el estilo de vida
Claudia Moreno aconseja no olvidar la dimensión metabólica de la psoriasis, y por lo tanto preferir un estilo de vida adecuado: cuidar la alimentación, el sueño y la actividad física. Si bien los cambios de hábitos pueden ser una dificultad para los pacientes, mientras más logren adaptarse a ellos, mejores resultados tendrán en la prevención.
Tener alguna actividad o hobbie placentero, dice Cinthia Cassan, como escuchar música, jugar juegos de mesa, leer o realizar paseos en medio de la naturaleza también permite mantener en un buen estado la salud mental. Así como practicar meditación, yoga o técnicas de relajación.
—Autoconocimiento y autocuidado
“La psicoterapia puede ser muy beneficiosa: hablar libremente con otro neutral, y con quién se establece un vínculo de confianza, favorece el conocimiento de las propias emociones y su expresión en palabras, lo que ayuda a cambiar puntos de vista, realizar duelos detenidos, fomentar la compasión y autoaceptación”, dice Cassan.
Asimismo, mantener encuentros con los seres queridos, amigos o la familia, evitar el aislamiento social y establecer límites para no sobrecargarse laboralmente ayudarán a mantener a raya el estrés y, de paso, a la psoriasis.
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