Cómo encajar cualquier crítica hasta con buen humor

decir algo amablemente
Ilustración: César Mejías.

A veces, aunque nos pese, debemos decirle a un amigo algo molesto sobre su persona, o a un colega en una reunión de trabajo hacerle una crítica sobre su exposición, o a la mamá que no nos gusta la manera como hace tal cosa. Estas situaciones son muy complicadas y las personas a menudo tratamos de evitarlas para "salvar la cara" de los demás. Acá algunas pistas sobre cómo ser corteses incluso cuando estamos criticando algo, y hasta con un poco de humor.




Cuando conversamos con otros no solo hay que considerar el qué se dice, sino que también el cómo se dice y también a quién se le dice. Hasta prácticamente la década de los setenta, si bien existían manuales de buenos modales, como el recordado "Manual de Carreño", no había modelos teóricos desde los estudios de la comunicación y el lenguaje sobre el cómo y el quién. Parecía que cualquier cosa, desde un halago hasta un insulto, podía ser dicho de cualquier manera y a quien fuera. Entonces apareció una nueva disciplina que se dio por entero a la labor de entender los cómo y los quién: la pragmática.

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En esta área los teóricos más importantes acerca de los modos fueron Penélope Brown y Stephen C. Levinson que desarrollaron la "Teoría de la Cortesía" (Politeness Theory). Esta pareja partió de la idea de la "cara" de Erving Goffman. La "cara" es la forma en que nos presentamos a los demás, y tiene dos facetas: la positiva corresponde a que todas las personas quieren ser valoradas y apreciadas por los demás, particularmente por las personas que les resultan más significativas; y la negativa, que corresponde a que las personas no quieren ser coaccionadas por los demás, esto es impedidos de hacer lo que les parece u obligados a hacer lo que no les parece.

Desde esta idea de la "cara" aparecen, para Brown & Levinson, las nociones de "salvar la cara" o "perder la cara" y una de las maneras en que esta "cara" puede ser afectada más habitualmente son las críticas. Un ejemplo quizá un poco delicado es, por poner un caso, cuando alguien lleva abajo el cierre del pantalón o le ha quedado algo de comida entre los dientes. Hacérselo saber es algo que va a afectar negativamente su cara y habitualmente lleva a una situación de comunicación bastante incómoda, aunque media inevitable.

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El caso del cierre o la comida son cosas pasajeras que se pueden resolver en pocos segundos, pero hay otras críticas que resultan más intensas porque se refieren a hábitos o actitudes de las personas de carácter más permanente. Ahí la crítica puede afectar la cara de manera mucho más poderosa y persistente. Muy recordadas son las iniciativas de crítica grupal que sucedían en la serie "How I Met Your Mother" en ese gag recurrente llamado "intervention".

En su texto, La Cortesía Verbal (Gredos, 1994), Henk Haverkate, un seguidor de Brown & Levinson, sostiene que cuando necesitamos realizar una crítica o hacer algo que afecte la "cara" de otra persona, debemos tener en consideración los siguientes aspectos:

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Ilustración: César Mejías.[/caption]

La distancia social entre el hablante y el oyente

No es lo mismo criticar a una persona con la que interactuamos poco, como una vecina lejana en el barrio que nos encontramos en las compras un par de veces al mes, que hacerlo con un colega de trabajo con el que nos cruzamos todos los días, ni tampoco con un familiar con el que convivimos bajo un mismo techo. La distancia social considera la frecuencia de las interacciones y también el tipo de bienes que se intercambian con las otras personas,

El poder que tiene el oyente sobre el hablante

En muchas situaciones las relaciones entre las personas son asimétricas, esto es, una de las partes puede imponer sus términos sobre la otra. Es por ejemplo la relación que se da entre hijos y padres, entre empleados y empleadores, entre contratistas y contratadores. Ámbitos como el laboral, el educacional o el familiar son habitualmente espacios en que se dan estas relaciones asimétricas.

El grado de imposición de lo que se va a decir

Acá se trata de cuánto interfiere lo que se va a decir sobre la imagen ("cara") de la otra persona, tanto si ello es negativo, como positivo. Francisco Zuluaga, experto colombiano en este tema, ejemplifica el grado de imposición de la siguiente manera: "Preguntar la hora, por ejemplo, tiene menos peso que preguntarle a una persona qué sueldo gana. Por ello, la primera se le puede formular casi a cualquier persona, mientras que la segunda sólo a alguien con quien se tiene confianza; de lo contrario, se considera una intromisión en los asuntos ajenos (precisamente por eso se la considera una pregunta indiscreta)".

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La presencia o ausencia de terceras personas

El especialista en psicolingüística H.H. Clark desarrolló un modelo completísimo sobre las "audiencias" hace un par de décadas. Él consideraba que las audiencias suelen ser concéntricas. Esto significa que cuando interactuamos con otras personas, hay diferentes círculos de interacción. Por ejemplo, cuando estamos hablando con la pareja en un café, el círculo más central corresponde a cada uno de los dos miembros de la pareja, pero hay círculos exteriores, como las personas que atienden, que están cerca y pueden escuchar, o el resto de los parroquianos del café, que están en las mesas laterales. Si, por ejemplo, la vamos a decir a una persona que no nos gusta el color de su camisa, hay que considerar si hay otras personas en el grupo o si otras personas pueden escuchar a más distancia. "Salvar la cara" de la otra persona a menudo debe tener en cuenta si habrá más audiencia involucrada. Así, es posible que en algunas ocasiones llevemos hacia a un lado a alguien para decirle algo que puede afectarlo, sin que haya más personas presentes.

Las reglas en síntesis

Haverkate sostiene que hay una serie de reglas de "dedo gordo" que conviene tener presentes:

  1. la cortesía se aumenta en la medida en que sea mayor la distancia entre hablante y oyente;
  2. la cortesía se aumenta en la medida en que sea mayor el poder del oyente sobre el hablante;
  3. la cortesía se aumenta en la medida en que sea mayor el grado de imposición

Algunas estrategias

Brown & Levinson plantean algunas estrategias para criticar (o felicitar) que pueden ser útiles:

Sea indirecto

¿Sabría dónde está la calle Quillota?

Use morigeradores ("hedges") o preguntas

Tal vez él podría haberlo tomado, tal vez.

Sea pesimista

No pudiste encontrar la manera de prestarme diez lucas, ¿verdad?

Minimice la imposición

No está demasiado lejos, solo un par de cuadras.

Utilice estructuras obvias, como nominalizaciones, pasivos o declaraciones de reglas generales.

Escupir no será tolerado.

Sea apologético

Lo siento; es mucho pedir, pero ¿puedes prestarme diez lucas?

Usa pronombres plurales

Lamentamos informarte.

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Y el humor

El sitio HelpGuide sostiene que al hacer una crítica o manejar un conflicto con humor ayuda a formar vínculos más fuertes con otras personas, a suavizar las diferencias, a difuminar la tensión, a poner las cosas en perspectiva y, finalmente, a ser más creativo.

Pero.

Hay que tener mucho cuidado al entrar en el modo humorístico al hacer una crítica, por lo que hay que considerar lo siguiente:

  1. Asegurarse siempre de que la broma considere a ambas partes: no hay nada peor que la broma sea unidireccional, los clásicos "yo no me estoy riendo" o el "no me parece gracioso" puede ser la lápida cuando se usa esta estrategia.
  2. No usar el humor para encubrir otras emociones: a veces se usa el humor como una válvula de escape para ocultar emociones diferentes, en ese caso el humor no genera complicidad, sino que distancia.
  3. Cuidar el lenguaje no verbal y paraverbal: cuando nos comunicamos con otras personas hablando, además de comunicarnos con el significado de las palabras comunicamos con recursos llamados paraverbales (que consideran el tono, el volumen, las inflexiones de la voz) y no verbales (como la postura, la distancia o proxémica, los gestos faciales, los gestos con el cuerpo), a veces estos otros lenguajes pueden contradecir lo que se dice y las personas lo notan.

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