Hace rato que las freidoras de aire se vienen transformando en un electrodoméstico bastante conocido por todos. Varios modelos han salido al mercado en los últimos años, y de distintas marcas, lo que ha posibilitado que la gente busque el que más les satisface en cuanto a funcionalidades y precio. Además, gracias a la pandemia y el confinamiento, existe una clara tendencia a cocinar en casa. Entonces, el que puede, intenta hacerse esta tarea lo más liviana posible. Y la verdad es que este tipo de aparatos ayudan bastante.
En el caso de este modelo Oster de cuatro litros de capacidad ($99.990) —que es parte de una amplia gama de modelos de freidoras de aire—, lo que más se agradece es que, como se programa el tiempo necesario para que trabaje sola, permite realizar frituras sin demandar completa atención sobre lo que se está cocinando. Por otro lado, también cumple satisfactoriamente con minimizar la presencia de olores mientras se está friendo.
De hecho, el vapor que sale de la freidora emite aromas a comida, pero tan leves que prácticamente nadie se percata de éstos. Y aunque es cierto que el producto final es una fritura levemente distinta a la que obtendríamos si la hiciéramos al modo tradicional, hay que reconocer que la comodidad de cocinar con este método le permite a uno obviar cualquier detalle. Al final, la cosa es poder comer alimentos fritos sin pasar por una odisea previa en la cocina.
Especificaciones
Capacidad: 4 litros
Funciones: siete preestablecidas, para cocinar pollo, pescados, mariscos, carnes, vegetales, papas fritas y postres.
Dimensiones: 31,3 cm x 26 cm x 33.7 cm
Panel de control: digital
Temporizador: hasta 60 minutos
La primera experiencia
Al tener esta freidora una capacidad de cuatro litros, es necesario tener en cuenta cierto espacio para ubicarla en la cocina, procurando que su salida de aire quede apuntando hacia algún lugar que no cause ningún inconveniente. Más allá de eso, su instalación es muy fácil. Se le saca su envoltorio, se enchufa y luego se le pone un poco de aceite y se hace calentar por un tiempo determinado, tal como está especificado claramente tanto en el folleto del aparato como en un papel que trae en su interior. De ahí en más, ya estamos listos para usarla, no sin antes leer su manual de instrucciones, que es bastante básico y simple pero suficiente como para lanzarse a freír, ya que incluye especificaciones de tiempos de cocción y cantidad de aceite requerida para distintos tipos de alimentos.
Tal vez el único pero es que en ninguna parte las instrucciones hacen mención a la forma en que se deben poner los alimentos al interior de la freidora. Algo que en el caso de alguien que nunca había usado uno de estos aparatos se solucionó fácilmente viendo un tutorial en YouTube.
Otro elemento que resulta muy útil al usar esta freidora es su sistema de seguridad, que la apaga automáticamente cuando uno la abre. Esto permite —sobre todo cuando se está aprendiendo a cocinar en ésta— ir chequeando visualmente cómo está quedando la fritura. Luego, se vuelve a cerrar la freidora —con la ayuda de su mango que no se calienta— y ésta continúa funcionando en su ciclo y tiempo programado con anterioridad. De verdad, es imposible que algo se te pase con esta facilidad para ir testeando el trabajo de la máquina.
Papas fritas y empanadas, excelentes; verduras, no tanto
Teniendo una freidora de aire en casa, lo primero que se viene a la mente para cocinar son papas fritas. Por lo mismo, con esta prueba partí mi experiencia con este aparato. Siguiendo el manual de instrucciones, dispuse sobre la rejilla de la freidora algunas papas peladas y cortadas a cuchillo, más una mínima cantidad de aceite. Luego, apreté el botón predeterminado para las papas fritas y listo, a esperar.
Tras unos veinte minutos, las papas estaban cocinadas. Doradas por fuera y tiernas por dentro, aunque me percaté que con las papas cortadas más finas la fritura queda mucho mejor. En la misma línea, probé con unas empanadas de queso preparadas en casa (con masa ya comprada), las que decidí poner en el mismo programa de las papas fritas, aunque esta vez reemplacé el aceite líquido por uno que viene en aerosol y con el que apenas “pinté” cada empanada.
El resultado fue excelente, con una fritura pareja y rápida, sin excesos de aceite. Es cierto, probablemente por tratarse de una fritura “en seco”, las empanadas tienden a ponerse levemente más duras de que si se frieran sumergidas en aceite. Aún así, el resultado me pareció satisfactorio.
Pensando más allá de las frituras, e influenciado también por distintas experiencias vistas en internet, probé con “freír” algunas verduras, como zanahoria, cebolla y zapallos italianos. El resultado fue bastante aceptable en cuanto a la conservación de la consistencia de estas verduras. Sin embargo, su cocción da como resultado más bien un tostado, que al final tiende levemente a lo amargo, al menos comparado con el proceso de caramelización de sus azúcares que obtendríamos cocinándolas tradicionalmente en un sartén. Aún así, pensando en la comodidad de esta faena, podríamos concluir que para emergencias también es válido cocinar verduras en esta freidora.
Por último, realicé pruebas con algo completamente distinto: comida congelada. Más o menos con la misma cantidad de minutos y temperatura —y poquísimo aceite—, cociné nuggets de pescado, sopaipillas, papas fritas y hamburguesas. ¿El resultado? Muy satisfactorio. Probablemente por la humedad que traen los productos congelados, estos se deshidratan menos durante la cocción, lo que los deja mucho más tiernos que otros productos frescos. Además, la comparación con lo práctico que resulta preparar —por ejemplo— una hamburguesa en esta freidora, en comparación con una sartén, es brutalmente diferente. Más comodidad, rapidez y limpieza resulta imposible.
La higiene y más
Una vez utilizada la freidora, su proceso de limpieza es extremadamente sencillo. Tal vez su principal dificultad sería que hay que esperar a que se enfríe para poder llevarla a cabo. Después, solo hay que sacar el recipiente removible donde se fríen los alimentos, sacar la rejilla inferior, limpiar con un paño húmedo y listo. Tan simple como eso.
Ahora bien, si tenemos espacio suficiente para dejarla instalada en la cocina, no hay que hacer nada más con la freidora luego de limpiarla. De lo contrario, si les queda incómodo tenerla en una cocina pequeña cuando no se usa a diario, lo mejor será desenchufarla, enrollarle su cable y guardarla en algún gabinete amplio hasta volver a necesitarla.
Su uso
Al final, me parece que lo más práctico y ventajoso de esta freidora —además de su tamaño, que permite cocinar de una vez una buena cantidad de comida— es el ya antes mencionado sistema que interrumpe la cocción simplemente abriendo el recipiente donde se ponen los alimentos. ¿Por qué valoro esto? Porque usarla es muy fácil y se puede ir avanzando en nuevas recetas de una manera bastante intuitiva, jugando con temperaturas y tiempos de cocción, pero siempre con el comodín de que si uno tiene dudas de si algo se podría estar quemando, se abre la freidora y se hace comprobación visual. A esto también se puede sumar la buena cantidad de videos y tutoriales que hay en internet con recetas e ideas para sacarle partido. Y algo que salió de las pruebas: resulta más fácil usar aceite en aerosol en vez de uno líquido, ya que se necesita tan poco que con una pequeña dosis del espray es suficiente.
Veredicto final
Si quieren comer cosas fritas pero no quieren gastar grandes cantidades de aceite ni lidiar con el olor a fritura, esta freidora de aire es el utensilio que necesitan tener en su cocina. A diferencia de otros artefactos similares (sobre todo modelos más antiguos), este cumple con lo que promete: freír con poco aceite, en poco tiempo y sin la necesidad de estar supervisando la cocción minuto a minuto.
¿Algo en contra? Que se necesita de una cocina mediana hacia arriba para poder dejarla instalada permanentemente. De lo contrario, no queda otra que sacarla e instalarla cada vez que sea necesario. ¿Y el resultado final? Muy bien, aunque siempre en comparación con otras freidoras. Porque entre usar una de estas máquinas o un sartén con aceite —con todo el trabajo y suciedad que conlleva—, siempre el método tradicional entregará mejor sabor y texturas. Al final, solo queda poner las cosas en la balanza y ver qué le interesa más al comensal. Comodidad o sabor. Si es lo primero, esta freidora de verdad vale la pena.