Es muy fácil confundirse y cometer errores en la rutina de skincare diaria. Ya sea por no saber cuál es el tipo de piel que se tiene, por confusiones generadas por el marketing de distintos productos o sencillamente por no tener familiaridad con el tema, estas equivocaciones, en lugar de generar beneficios, terminan provocando lo opuesto: pieles deshidratadas, irritadas y aproblemadas.
Para conocerlos y evitarlos, recopilamos los errores más comunes, ayudando a identificarlos y de qué manera resolverlos.
1. Orden en el uso
Si Gwyneth Paltrow se equivoca, ¿cómo no le va a pasar a uno? Hace algunos meses, la actriz de Hollywood y dueña de Goop, una marca dedicada al wellness y cuidado de la piel, participó en un video de la revista Vogue mostrando su rutina diaria de skincare. Hasta ahí todo normal, excepto que a los dermatólogos de todo el mundo les llamó la atención que ella se aplicara los diferentes productos en un orden no sólo incorrecto sino incluso contraproducente.
¿Y cuál sería la secuencia correcta? En términos simples, la siguiente:
Mañana: limpieza, sérum o tratamiento, contorno de ojos, hidratación, y al final protector solar.
Noche: limpieza, sérum o tratamiento, contorno de ojos, hidratación.
2. Inconstancia en el uso de protector solar
No importa si afuera está nublado, si llueve o incluso si no vamos a salir de la casa. El uso del protector solar de manera diaria es imprescindible para el buen cuidado de la piel, y no sólo por la luz solar sino también por la alta exposición a pantallas, las que emiten la llamada “luz azul” que altera las membranas celulares, produciendo un estrés oxidativo que acelera el envejecimiento cutáneo.
3. Exceso de limpieza
La limpieza —junto a la hidratación y la protección solar— es un paso esencial y diario en el cuidado de la piel. Pero hacerlo en demasía es contraproducente: la piel necesita mantener su pH y limpiar de forma exagerada puede desequilibrarlo e incluso resecar la piel, independientemente del tipo que se tenga.
4. Usar cualquier toalla
La piel de tu cara agradecerá que tengas reservada una toalla especial para el cuidado facial. Si el objetivo es limpiar el rostro, es importante no utilizar la misma que se usa para secar las manos o el resto del cuerpo, y es esencial lavarla habitualmente.
5. Usar productos no adecuados para tu tipo de piel
Según qué clase de piel se tenga —grasa, seca o sensible— dependerá el tipo de producto más apropiado para usar. Patricia Apt, dermatóloga de la Clínica Las Condes, explica que “las texturas fluidas o en sérum se absorben más fácilmente y por eso son más adecuadas para pieles grasosas. En cambio, los productos más untuosos o gruesos son mejores para piel seca”. Por eso, entender cuál es el tipo de piel que se tiene es esencial para escoger el mejor producto, al igual que para entender el principio activo que se necesita.
6. Pensar que deshidratado es sinónimo de seco
Es común ver a personas de piel grasa con el rostro absolutamente deshidratado. La desesperación por eliminar el sebo puede llevar al uso de productos demasiado fuertes, sumado a la equivocada idea de que una piel grasa no necesita hidratación. Así se genera ese fenómeno, que muchas veces termina provocando el efecto contrario: una piel oleosa deshidratada puede producir más grasa.
7. Redundancia en los pasos
La falta de información, junto con la abrumadora oferta de productos para el cuidado de la piel cada vez más específicos —que en muchos casos prometen resultados dudosamente milagrosos—, hacen que los consumidores sientan que necesitan productos que en realidad no les hacen falta. Una rutina de muchos pasos no es necesariamente efectiva; al contrario, en ocasiones puede generar más problemas que beneficios.
8. Mantenimiento incorrecto de los productos
Dónde conservar los productos es un tema esencial para preservar el estado de sus formulaciones y que así logren el objetivo que prometen. La consigna es simple: deben mantenerse en un lugar fresco, seco y sin sol directo. Además, es muy importante estar al tanto no sólo de las fechas de vencimiento de cada producto sino también de cuánto duran una vez abiertos, algo que siempre debe estar descrito en el envase.
9. Utilizar los productos de limpieza en la ducha y con agua caliente
Quizás uno de los errores más comunes. Muchas personas aprovechan el momento de la ducha para usar su jabón o gel de limpieza facial. El problema es que habitualmente lo hacen con agua caliente, algo que siempre hay que evitar, ya que incita la deshidratación, entre otras cosas. Además, en el caso de personas con patologías como la rosácea, aplicar los productos en agua a alta temperatura les puede activar un brote. Ojo: el agua fría también puede ser perjudicial. Lo ideal es limpiar en el lavamanos, con agua a temperatura ambiente.
10. Finalmente: no tener una rutina de cuidado de la piel
A la mayoría de las personas se les olvida que la piel es un órgano, el más expuesto y extenso de nuestro cuerpo. Limpiarla e hidratarla, además de aplicarle protector solar diariamente, son los pasos esenciales que nadie debería dejar de realizar todos los días del año.